Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

septiembre 22, 2011

Cap. XXXVII

Nunca odie tanto a una “visita”

Al bajar del auto solo eche a correr… sin mirar atrás y sin pensar en los sentimientos ni el dolor que me causaría si algo le pasara.

Solo quería salir de ahí, y así no ser testigo de la estupidez de Bella. Seguro era una trampa… y si no lo era entonces era peor. Si habían vuelto los… no si habían vuelto “sus” chupasangres entonces todo volvería a ser igual.

No ella no podía dejarlo entrar otra vez en su vida… como si no fuera pasado nada, como si no fuera roto y pisoteado su corazón.

Deje que toda la frustración y la ira se apoderaran de mí, un hormiguero de calor me recorrió, y en un instante estuve trotando hacia la reservación en cuatro patas.
Cuando diferentes voces se aglomeraron en mi mente, supe que tenía compañía, deje correr sin mucha emoción, quizás con un poco de vergüenza… los últimos acontecimientos. Y el visitante.

Debemos asegurarnos de quien es. -hablo Sam.

Entendí esa frase claramente… Jacob Black debía averiguar quien era pero eso no era todo lo que yo necesitaba saber.

Y de que Bella siga viva —aclare tajante.

Por supuesto.

Me acompañaron hasta mi casa, anduve lento y resignado, tendría que llamar a Bella para saber quien era. No quería ir hasta tu casa, podía faltar el tratado si se trataba de un Cullen, o morir intentando matar solo al vampiro

Antes de entrar a casa, me puse mi short.

— ¿Que ocurrió? —pregunto papá quien estaba revisando una carta de mi hermana Rebecca, escrita por ella y Salomón su esposo; desde Hawái.

— Te cuento en un momento, necesito hacer un llamada —le explique con los mandíbula tensa.
Marque su numero con dedos temblorosos… me sentía un desgraciado prefiriendo en mi interior que aquello fuera sido trampa… que el visitante no fuera un Cullen. No los quería de vuelta por aquí.

El teléfono repico, hasta que Bella contesto.

— ¿Charlie? —hablo apresurada del otro lado. Aun y cuando quise que todo fuera un trampa, me sentí aliviado al escucharla y saber que estaba viva… que estaba bien… aunque sabia muy bien lo que eso significaba.

— No, soy yo —explique entre dientes.

— ¡Jake! —exclamo casi con alegría.

Me molesto saber que estaba ahí… con uno de los Cullen seguramente… si no, pues no estaría viva.

— Sólo me estoy asegurando de que sigues viva —aclare para que dejara su felicidad. Yo no estaba de buenas.

— Estoy bien. Te dije que no era... —comenzó a aclararme.

—Ya. Lo sé —corte tajante y con la voz acida— Adiós.

Colgué sin esperar respuesta alguna.

Ya sabía lo que quería

Y ella tenía lo que quería.

Luego de que le explique a brevemente a papá lo sucedido me fui al bosque. Pasamos la noche cazando mientras me rompía la cabeza pensando en Bella, Sam había marcado el nuevo perímetro disgustado por la vuelta de los Cullen. No sabíamos cuantos eran, ni cuanto tiempo permanecerían. Si volverían todos y se quedarían aquí otra vez.

El día siguiente fui con Embry al funeral de Harry, junto a Sue Clearwater, ella estaba muy acongojada y triste. Sus hijos la acompañaban, me sentí preocupado al ver a Seth, el hijo menor; se le veía muy tan alterado. Me asusto pensar que quizás la pérdida de su padre despertaría sus genes licántropos, Embry y yo intercambiamos una mirada de duda, pensando lo mismo.

Sabía que debía hablar con Bella, odiaba la sola idea de rondar su casa con ese olor a vampiro asqueroso rondando otra vez por ahí.

Sam y los demás no dejaban de presionarme para que averiguara quien era el chupasangre, que quería, cuanto tiempo se quedaría, había una chupasangre rondando y mientras hubiera un Cullen nosotros no podíamos vigilar la casa de Bella… yo no quería ni pensar en que Bella estaba en su casa con una sanguijuela.

El poder del jefe pudo más que mi voluntad…

Embry salió conmigo del funeral, Sam le pidió a Jared que nos acompañara… no confiaba mucho en mi. Subimos a mi auto y nos fuimos hasta la casa de Bella.

— Cuídate, te esperamos aquí.

Me tranquilaza Embry.

— Ok, si ves que algo se sale de control… aléjense de aquí.

— Iré por ti y te cargare si es necesario —dijo en tono de broma. Me limite a salir del auto y caminar receloso hacia la puerta.

Toque la puerta con el oído atento, si debía salir corriendo de ahí lo haría… o quizás puff… quizás iría por Bella y arriesgaría mi vida estúpidamente.

— ¡Ya voy! —escuche que exclamaba Bella desde el piso superior de la casa.

— Bella —escuche una voz femenina hablando, casi tan bajo que no podía oírle con claridad, Llegue a pensar en que podía ser la chupasangre pelirroja, pero la voz era diferente más suave y afinada; y además se oía tranquila… decidí alejarme a más de un metro de la puerta, para evitar oírle, y principalmente para que el apestoso olor dejara de quemarme la nariz… pero era inevitable, tuve q arrugar la nariz.

Al ver que Bella no abría, me acerque toque el timbre una vez y me devolví casi igual de rápido a mi posición anterior. Estaba algo preocupado e incomodo por el chupasangre que estaba de “visita” en casa de Bella.

Abrió la puerta casi con brusquedad.

Me observo finalmente, alzando el mentón de forma contrariada ante mi expresión de asco.
Supe que ella esperaba una palabra de mí, pero no lograba decir nada… el olor me quemaba hasta la garganta.

— Hola —exclamo Bella es voz queda cuando vio que no hablaba.

Respire hondo, fruncí los labios cuando el olor me raspo. Necesitaba calmarme, para poder hablar. Sin poder evitarlo escudriñe la casa con la mirada, buscando.

— No está aquí. ¿Necesitas algo?

Yo había escuchado a alguien antes… una “mujer” pero…?

— ¿Estás sola? —pregunte para asegurarme.

— Sí —afirmo, suspiro mientras yo le ordenaba a mis manos que dejaran de temblar.
— ¿Podemos hablar un minuto? —le pedí.

— Por supuesto, Jacob —exclamo como si su respuesta tuviera que ser obvia— Vamos, entra.
Voltee hacia el auto y clave la mirada en Embry… sabia que Jared no se bajaría… pero quizás Embry… por apoyo moral. El movió la cabeza en desacuerdo y negación. Respire hondo y volví la vista hacia adelante.

A Bella le sonaron los dientes mientras susurraba algo como:
— Gallina.

Sin poder evitarlo clave mi vista irascible en ella… camine por la vereda con los hombros encogidos, no quería tocar nada que me dejara el olor pegado.

Me mantuve detrás de ella, mientras observaba las sabanas y la almohada mal acomodada sobre el sofá.

— ¿Qué? ¿Una fiesta de pijamas? —dije sarcásticamente.

— Sí —recalco la palabra con un tono de maldad y sarcasmo también—. ¿Qué se te ofrece?
La casa apestaba a sanguijuela

— ¿Dónde está tu «amiga»? —pregunte con asco.

—Tenía que hacer algunos recados. Bueno, Jacob, ¿qué quieres?

Comencé a ver hacia los lados, asegurándome de que no estaba aquí… era algo difícil con la peste impregnada en todo el lugar. Camine hacia la cocina, viendo hacia todos los ángulos posibles.

— Eh —hablo mientras se puso frente a mí, evitando que continuara caminando, me detuve y volví la vista hacia ella—. ¿Qué te ocurre?

— Me disgusta tener que venir aquí —confesé sin meditarlo mucho. Era la verdad.

Un estremecimiento le recorrió, entrecerré los ojos sintiéndome algo culpable.

— En tal caso, lamento que hayas tenido que hacerlo —susurro algo triste y molesta—. ¿Por qué no me dices ya lo que necesitas? De ese modo podrás marcharte.

— Sólo quería hacerte un par de preguntas —le informe, sin preguntárselo— No te llevará mucho tiempo. Debemos volver al funeral.

—De acuerdo, terminemos con esto —dijo coléricamente.

Respire una vez más, mis temblores casi se apagaron, o al menos dejaron de ser tan visibles. Necesitaba concentrarme en mi labor de licántropo o olvidarme de Jacob, ser solo el lobo cobrizo con un mandato sobre su lomo.

— Un miembro de la familia Cullen ha estado aquí contigo —recalque en afirmación.

— Sí, Alice Cullen.

Asentí recordando la voz femenina que había odio.

— ¿Cuánto tiempo va a quedarse?

— Todo el que quiera. Puede venir cuando le plazca.

— ¿Crees...? —respire de nuevo, se me dificultaba cada vez más pensar con claridad y enfocar mis palabras— ¿Podrías explicarle lo de la otra, lo de Victoria, por favor?

—Ya la he informado.

Asentí nuevamente, dejándome llevar por la conversación, sin pensar en mí, solo en la manada, y en la salud de los individuos de la Push y Forks… Bella era una de ellas. Y había una chupasangre rondando cerca.

— Has de saber que mientras los Cullen estén en este lugar, sólo podemos vigilar nuestras tierras. El único sitio donde tú estarías a salvo sería en La Push. Aquí ya no puedo protegerte.

—De acuerdo.

Volví la vista hacia la calle, observe el bosque estando casi seguro de que Sam podía estar dándose una vuelta para asegurarse de que no hacia nada estúpido.

— ¿Eso es todo? —inquirió ella casi fastidiada.

No pude voltear a verla, cuando su voz destilaba tanta desazón. No quería preguntar lo que yo quería preguntar.

— Sólo una última cosa —dude escéptico.

— ¿Sí? —me insto.

— ¿Van a regresar los demás?

Ella lo pensó, casi con dolor.

— ¿Y bien? —inquirí sabiendo que era lo que la lastimaba.

—No. No van a volver —exclamo dejando entrever lo que le dolía decir eso.

Trate de no mostrarme compasivo, pero se me dificultaba verla frágil y triste.

—Vale. Eso es todo.

Bella me observo con odio, pude oír como se aceleraba su corazón.

—Bueno, venga, ahora vete. Ve a decirle a Sam que los monstruos malos no te han atrapado.

—Vale —exclame sin turbarme aún, aguantando.

Comencé a caminar hacia el marco de la entrada de la cocina, pero no pude continuar cuando vi la flaqueza de la voluntad de Bella y el dolor que la agravio por mi frialdad. Como podía yo, continuar ahí, era imposible que estuviera con su amiga chupasangre y quisiera que yo también la acompañara.

Pude ver como se desmoronaba tan cerca de mi, dejo caer los codos sobre la encimera sosteniendo su rostro entre sus manos, creía que ya me había ido… obviamente, todo estaba en silencio.
— ¿Bella...? —susurre con voz afligida y consternada.

Volteo a verme, sus ojos estaban cubiertos por unas capas cristalinas, lloraba… mi culpa salió a relucir, mi aflicción y mi estúpido amor por ella.

Camine… casi corrí hasta llegar a ella.

— Lo he vuelto a hacer, ¿verdad?

— ¿Hacer? ¿El qué?

— Romper mi promesa —prometí no hacerle daño nunca, y lo estaba haciendo por segunda vez— Perdona —pedí vencido. Odiaba hacerle daño.

— No te preocupes. Esta vez empecé yo.

— Sabía lo que sentías por ellos. No debería haberme sorprendido de ese modo.
Aunque por dentro me estuviera muriendo, sabía que era así.

— Lo siento —se limito a decir como si supiera lo que pensaba.

— No hay de qué preocuparse, ¿vale? Sólo está de visita, ¿no? —o al menos era lo que yo esperaba, esa es su “amiga” aunque me parezca oscuro y repugnante— Se irá y las aguas volverán a su cauce.

— ¿No puedo ser amiga de los dos al mismo tiempo? —pregunto afligida.

Negué sin poder evitarlo. No era posible esa clase de unión.

— No, no creo que sea posible.

Bella sollozo una vez más mientras veía hacia el suelo...

— Pero ¿me esperarás, verdad? ¿Seguirás siendo mi amigo aunque también quiera a Alice?
Lo pensé un momento… “amistad” no era solo que yo quería… pero era algo que siempre le daría a ella. De mi podía obtener todo aquello que le apeteciera.

— Sí, siempre seré tu amigo sin tener en cuenta a quién ames.

— ¿Prometido?

— Prometido —dije con un suspiro mientras la abrazada y ella se recostaba en mi pecho sin dejar de gimotear.

— ¡Qué asco de situación! —exclamo.

— Sí —acerque mi cara a su pelo, un olor últimamente muy familiar me rasgo la nariz—: Puaj.
— ¡¿Qué?! —me miro sin entender—. ¿Por qué os ha dado a todos por hacerme eso? ¡No huelo!
No pude evitar sonreír, ante su falta de conocimiento.

—Sí, sí hueles, hueles como ellos. Demasiado dulce y empalagoso... y helado... Me arde la nariz — le explique sinceramente. Si a la chupasangre no le gustaba mi comentario podía venir a quejarse luego pensé con una sonrisa.

— ¿De verdad? Entonces, ¿por qué Alice cree también que yo huelo?

Mi sonrisa se desvanecía tan rápido como llego… era algo que yo no sabia.

— ¿Qué...? Tal vez mi olor tampoco sea de su agrado, ¿no?

— Bueno, a mí me gusta cómo oléis los dos.

Volvió a apoyar la cabeza sobre mi pecho, permanecimos así un rato hasta que decidí que debía irme.

—Te echaré de menos cada minuto. Espero que se largue pronto.

— La verdad, Jake, no tiene por qué ser así.

Suspire por la inevitable situación.

—Sí, Bella, sí ha de ser así. Tú... la quieres, y sería conveniente que yo no estuviera cerca de ella. No estoy seguro de mantenerme siempre lo bastante sereno como para poder manejar la situación. Sam se enfadaría si se enterase de que he quebrantado el tratado y… no creo que te hiciera demasiado feliz que matara a tu amiga —exclame sabiendo que era lo que ella menos quería… y sabiendo que la lastimaría.

Quiso zafarse de mi abrazo, pero la estreche más fuerte contra mí.

— No hay forma de evitar la verdad. Así están las cosas, Bella.

— Pues no me gusta.

Solté una mano de su cintura y tome su mentón entre mis dedos para poder mirarla a los ojos.

— Sí, era más sencillo cuando los dos sólo éramos humanos, ¿verdad?

Me daba miedo irme… como decirle cuanto la amaba sin que huyera de mí… de un licántropo. Con los dedos trémulos alce mi otra mano para acariciar su rostro con mis dedos, su piel suave se sentía casi fría bajo mi tacto, acaricie4 su mejilla hasta su mandíbula. Abrase su rostro entre mis manos, añorando sus besos, sus labios junto a los míos, sentí que el mi cuerpo ardía pero no era por que mi lobo interior quisiera fluir.

— Bella —susurre mientras me acercaba a su rostro.

Estaba tan cerca, sentía su cálido aliento chocar con el mío. La amaba y la deseaba, como nunca había querido a nadie, y como nunca querría a nadie.

1 comentario:

  1. :O amigaa qe capitulO tan increible jjejje
    aunqe no me gusto qe dijera qe la amaba y deseaba como nunca querria a nadie ¬¬ jjajja no es cierto amiga hermoza me encanto, todo es...perfecto
    haha tte kiero muchO :DD

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