Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

junio 21, 2011

Cap. XIV

Excursión

—Te has dado un buen golpe en la cabeza, ¿a que sí? —la única forma en que ella dijera eso, seria luego de haberse dado un buen golpe en la cabeza.

—Lo digo en serio.

—Vale, pues entonces gracias. O lo que sea. —no debía darle tanta importancia a unas palabras que solo eran producto del golpe. Pero la sonrisa de Bella no ayudaba mucho.

—Pues de nada. O lo que sea.

Llegamos al hospital y la ayude a bajar, mientras íbamos por el pasillo, temía encontrarme al Doctor Cullen, caminando por ahí. Pero no todo estaba tranquilo, normal, sin ningún rastro de él.

Nos fuimos hasta emergencia, el Doctor Snow vino para atender a Bella pero cuando le pregunto cómo se había hecho la herida, Bella respondió casi entre tartamudeos, diciendo una mentira tan poco creíble que no sé como el doctor se la trago.

— Estábamos… en el garaje de, de su casa. Y bueno tropecé y me golpee… eso fue todo.

El doctor se lo creyó completamente, se fue a buscar algo en una mesita mientras le indico a Bella que se relajara. Trajo una enorme aguja con un líquido transparente adentro. Era anestesia, lo supe cuando empezó a coser a Bella y ella no se inmutaba ante el dolor. Mantuve su mano entre las mías todo el tiempo.

Le dieron siete puntos, Bella permanecía tranquila, y yo aun estaba junto a ella, tomándola de la mano. Más nervioso que un padre primerizo, para cuando terminaron con ella, nos fuimos del hospital, ella insistió en manejar, me dejo en mi casa con la excusa de que debía llegar a su casa a cocinarle a Charlie para que todo pareciera normal.

— Es más fácil que crea mi mentira si me ve caminando tranquilamente en la casa, y haciendo mis quehaceres de siempre como si nada.

Con esas palabras no pude refutar, la deje partir, mientras veía el polvo que se elevaba tras su ida.

Entre a casa y papá estaba… Umm se podría decir que esperándome.

— ¿Qué haces despierto tan tarde?

— Esperándote. ¿Qué paso que llegaste tan tarde?

Lo medite unos momentos. En cualquier instante Charlie llamaría o papá lo llamaría a él. Y se pondrían a chismear como siempre.

— Es que tuve que acompañar a Bella al hospital.

— ¿Y eso? ¿Qué sucedió?

— No fue nada. Cuando estábamos en el garaje Bella tropezó. Y cuando se cayó se hirió la frente. Sabes que ella tiene dos pies izquierdos. Puff.

— Jajaja si es cierto Jake. Bueno tengan más cuidado la próxima vez.

— Si tranquilo. Voy a dormir. Hasta mañana.

— Bien, que descanses.

El miércoles siguiente, estábamos en andando en motos nuevamente. Bella había insistido en que quería intentarlo una vez más… y otra y otra. Por alguna razón no le importaba cuantas veces se cayera ni cuantas heridas sangraran… luego se las coserían y todo seguiría como siempre.

Cada vez que ella caía, yo corría hasta llegar a su lado, levantaba la moto y la ayudaba a levantar. La revisaba por si tenía alguna herida, respire tranquilo cuando veía que no. A la quinta oportunidad Bella tropezó contra un árbol, cuando llegue a su lado estaba algo aturdida, sangraba un poco… pero tenía un sonrisa de oreja a oreja que era inentendible. Seque su herida y la acompañe al hospital. Esta vez Bella me sorprendió trayendo consigo ropa para cambiarse, suponiendo que se mancharía de sangre la que llevaba puesta.

Esta vez la atendió el Doctor Gerandy. Creo que le dieron un par de puntos pero la conmoción del golpe le preocupo al doctor. Tanto como papa telefonear a Charlie y decirle que debía estar pendiente durante la madrugada de despertar a Bella cada dos horas para verificar que todo andará bien. Por lo que me había contado Bella el viernes cuando me fue a buscar a la escuela, Charlie se había puesto un poco nervioso por eso. Ella trato de calmarlo diciéndole que eso no había sucedido en mi garaje, si no que fue durante una excursión. Valla, sobre todo excursión con lo que a ella le gustan esas salidas.

—Charlie se está mosqueando —se había quejado.
—Quizás deberíamos tomarnos con más calma lo de las motos —ofrecí. Aunque no me agradaba la idea de separarme de Bella. Ella arrugo el entrecejo en un claro desacuerdo a mi sugerencia—: Al menos durante una semana, aproximadamente. Así podrías estar siete días fuera del hospital, ¿no? —quería estar con Bella tanto tiempo como me fuera posible. Pero me preocupaba las heridas que se hacía y las visitas seguidos al médico.
— ¿Y qué vamos a hacer entonces? —pregunto con tono molesto. Pero yo no pude más que sonreír. No importaba que actividad hiciéramos… Bella igual quería pasar su día conmigo.
—Pues lo que quieras.
Bella lo pensó durante… valla no se cuanto tiempo tenía ya en silencio.
Meditando y sopesando cada opción que rondaba por su cabeza.
Avanzábamos en la carretera, ella manejaba en silencio. Su cuerpo estaba junto a mí, inmóvil, solo siguiendo los requerimientos de la carretera. Pero su mente viajaba muy, pero muy lejos de nosotros.
— ¿Qué es lo que estás pensando con tanta concentración? —pregunte impaciente.
—Bueno... —comenzó suspicazmente—. En una ocasión encontré un lugar en el bosque... Me topé con él cuando iba... de excursión. —dijo dudosa. — Es un pequeño prado, el sitio más bonito que he visto. No sé si podría rastrearlo yo sola. Seguramente me llevaría varias intentonas...
— Podemos usar una brújula y un mapa de coordenadas —ofrecí confiado. Podría encontrar casi cualquier lugar del estado—. ¿Recuerdas cuál era el punto de partida?
—Sí, en la cabecera misma del sendero donde termina la 101. Creo que iba principalmente en dirección sur.

—Guay. Lo encontraremos.

No me importaba que quisiera hacer Bella. Así su petición me llevara al fin del mundo. Lo haría por ella.

Pasamos la tarde hablando sobre cosas sin sentido, nos pusimos a ver nubes, conversar y burlarnos de los muchachos de la Push que seguían fanfarroneando en los acantilados.

El día siguiente era sábado. Nuestro día para ir de excursión. Me puse unos zapatos de buena suela, nos porque sintiera algo de frio, si no porque la caminata o la subida de rocas requería de unos zapatos resistentes.

Cuando Bella llego a mi casa, traía puestas unas súper botas de montaña, venía bien abrigada a diferencia de mí, que iba solo con una camiseta, no sentía el más mínimo frio en el aire.

Yo estaba espatarrado en el suelo del salón, trazando una red sobre la sección sobre el mapa de Olympic donde Bella me había dicho. Mientras yo pasaba líneas de un lado a otra. Y buscaba mi brújula para sacar los cálculos; Bella se sentó en una silla junto a mi papá Billy, yo le había contado a dónde íbamos, aunque él no estaba muy interesado en nuestra excursión. No le molestaba en absoluto el tema de los supuestos osos que andaban rondando por Forks y la Push. El sabía quienes eran. Y por alguna razón yo comenzaba también a saberlo.

—Ojalá veamos al súper oso —bromee mientras continuaba trazando líneas.
Escuche la risa de papá.
—Quizás deberías llevarte un tarro de miel, sólo por si las moscas. —papá continuaba haciendo bromas en cuanto a los “osos” y su hambre. Yo solo pude reír entre dientes.
—Espero que tus botas nuevas sean rápidas, Bella. Un tarro pequeño no va a mantener ocupado a un oso hambriento durante mucho tiempo.
—Sólo tengo que ser más rápida que tú.

— ¡Pues vas a necesitar suerte! —reí con verdaderas ganas mientras levantaba el mapa del suelo. Observe el cielo tratando de predecir si llovería de forma novedosa—. Vamos.

—Pasáoslo bien —masculló papá al tiempo que se impulsaba en dirección al frigorífico.
Condujimos hasta el final de la carretera polvorienta, Bella se detuvo frente a un cartel, que decía “Comienzo de senda”.
Bajamos de la pickup, la brisa azotaba nuestros cabello, aunque no sentía frio. Sabía que era fresca.
—Yo iré por este camino —murmuro Bella mientras veía la densa masa de árboles y plantas verdes a nuestro alrededor. Señalo un camino que estaba frente a nosotros.
—Mmm —murmure dudoso. Tenía la esperanza de subir montañas, pasar sobre rocas y tratar de atravesar espesos arboles.
— ¿Qué?
Observe el camino que ella había señalado, y luego la pista marcada… una y otra vez.
—Debería haber supuesto que eres de la clase de chicas a las que les gustan los caminos.
—Pues no —sonreí débilmente—. Soy una rebelde.
Jajaja. Me reí satisfecho… saque el mapa y lo desplegué sobre el capón de la camioneta.
—Concédeme un momento —sostuve la brújula mientras que giraba el mapa hasta tomar el ángulo que indicaba la ruta a seguir.

—De acuerdo, es la primera línea de las coordenadas. —dije entusiasmado.— Vamos a seguirla.

1 comentario:

  1. el camino a su prado que lindo... me gusta como piensa jake y como actua bella con el, siempre confianza... seguire leyendo!!!

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