Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

junio 27, 2011

Cap. XV

Alguien ha dejado la música atrás

Tomamos el camino por el sendero, Bella caminaba algo lento, bueno en realidad caminaba increíblemente lento. Supuse que no se le daban mucho las excursiones así que hice todo lo posible para no quejarme y andar a su paso.

Necesitaba hacer algo más, o terminaría jalando a Bella de una mano para caminar más rápido. Comencé a silbar para distraerme, me colaba entre la espesa vegetación pendiente de no perder el camino trazado; de pronto el ritmo de mi silbido tomo el rumbo de una canción del grupo The Magic Numbers… el titulo era… All I Believe In.

Me gustaba mucho esa canción. Pensé que Bella la conocería, pero ella continuaba caminando, tranquila. No pregunto por la canción, ni nada. Como si el sonido de la música no fuera de su agrado.

Muchas cosas habían cambiado en Bella. Seguramente sus “amigos” del instituto no lo han notado. Pero para mi era algo obvio.

Unas ganas de abrazarla me recorrían el cuerpo. Metí las manos en los pantalones para contenerme, cuando conseguir la brújula en mi bolsillo. Aproveche de sacarla de ahí para revisar las coordenadas. Y además dejar mis pensamientos atrás.

—Esto..., ¿Jake? —tartamudeo Bella.
— ¿Sí? —pregunte algo aturdido por el tiempo que teníamos sin cruzar palabra.
— ¿Qué tal van las cosas con Embry? ¿Ha vuelto ya a la normalidad?
No esperaba eso. La mente se me descontrolo. Tenia días sin poder hablar con Embry, Quil estuvo hablando conmigo en estos días; y fuimos juntos a casa de Embry pero no conseguimos más que un no por respuesta. Su mamá decía que no estaba, que no sabia donde andaba. Otro día decía que había salido temprano sin decir a donde iba. Que en la noche llego tarde y solo estuvo unos minutos por que al rato volvió a salir.

No habíamos logrado nada. Y eso solo conseguía ponerme peor. No me di cuenta que Bella esperaba en silencio a que le respondiera. Había caminado unos cuantos metros por delante de ella, así que me detuve hasta que me alcanzo.

— No, no ha vuelto a la normalidad —susurre triste. Me quede plantado donde estaba. Me sentía vacio, una necesidad inexplicable me llamaba hacia mi viejo amigo Embry. Seguramente por tantos años de amistad. Pero cada vez que trataba de acercarme a el. No conseguía nada. Solo logre frustrarme y decidí no ir más a su casa a buscarle. Solo conseguía deprimirme, y fastidiar a Quil para que me acompañara hasta la casa de Embry. —Todavía sigue con Sam —aclare.

—Vaya.

Sin pensarlo en absoluto, pase mi brazo sobre los hombros de Bella. Ella no me sacudió de encima. Asi que permanecí allí. Eso me reconfortaba.

— ¿Aún te siguen mirando con cara de burla? —pregunto en voz baja.
Observe los arboles que estaban frente a nosotros. Recordando como Sam me observaba cuando andaba con Paul y los otros.
—Algunas veces.
— ¿Y Billy?
—Tan útil como siempre —respondí enfadado.
— Nuestra casa está siempre abierta —y nada me haría más feliz. Pero con Charlie en casa umm, umm, no creo que nos valla muy bien.
Me reí con verdaderas ganas imaginándome la situación tan enredada.

—Pero piensa en la mala situación en la que pondríamos a Charlie... cuando Billy llamara a la policía para denunciar mi secuestro.

Bella entendió mi punto, y se unió a mis risas.

Le avise que se detuviera, habíamos andado nueve kilómetros y cortamos hacia el oeste durante un rato, luego volvimos a tomar las líneas de las coordenadas que había planeado. El aspecto de Bella dejaba en claro que estaba perdiendo las esperanzas.

—Siempre que estés segura de que salimos del lugar correcto... —dije mientras la miraba.
—Sí, estoy segura. —afirmo.
—Entonces lo encontraremos —le prometí. La tome de la mano y nos adentramos en el matorral, entre varios helechos. A unos pasos se encontraba el auto de Bella. Orgullosamente me señale a mi mismo—. Confía en mí. —me burle.
—Eres bueno —me elogio Bella—, aunque la próxima vez traeremos linternas.
—Reservaremos los domingos para hacer excursiones, de aquí en adelante. No sabía que fueras tan lenta.

Ups. No aguante mucho en decirlo.

Bella tiro de su bolso, y lo lanzo en el asiento del conductor. Estalle en risas por su reacción de niña malcriada.

— ¿Así que estás dispuesta a intentarlo de nuevo mañana? —pregunte deseoso mientras me entraba a la camioneta por el lado del copiloto.

—Seguro. A no ser que prefieras ir solo para que no te ralentice mi cojera.

—Sobreviviré —afirme en tono dramático—. Aunque si quieres seguir haciendo excursiones, mejor te traes unas cuantas curitas. Te apuesto algo a que te acabas de dar cuenta de que llevas puestas esas botas nuevas. —seguramente tenia los pies aporreados de tantas ampollas.

—Un poco —afirmo ella.

—Ojalá que veamos al oso mañana. Estoy un poco decepcionado por no haberlo divisado. —bromee. En realidad no tenía muchas ganas de ver al famoso oso. Papa insistía en que eran algo más. Que yo me enteraría pronto de su identidad.

—Sí, yo también —dijo ella de forma sarcástica—. ¡Quizá tengamos suerte mañana y algo nos coma vivos!

—Los osos no se comen a la gente. No les sabemos tan bien —dije sonriente mientras avanzábamos por la carretera—. Claro, aunque tal vez tú seas la excepción. Me apuesto lo que quieras a que sabes estupendamente.

—Muchas gracias —agradeció ella con la vista perdida... Por alguna razón el tema la desconcentro.

junio 21, 2011

Cap. XIV

Excursión

—Te has dado un buen golpe en la cabeza, ¿a que sí? —la única forma en que ella dijera eso, seria luego de haberse dado un buen golpe en la cabeza.

—Lo digo en serio.

—Vale, pues entonces gracias. O lo que sea. —no debía darle tanta importancia a unas palabras que solo eran producto del golpe. Pero la sonrisa de Bella no ayudaba mucho.

—Pues de nada. O lo que sea.

Llegamos al hospital y la ayude a bajar, mientras íbamos por el pasillo, temía encontrarme al Doctor Cullen, caminando por ahí. Pero no todo estaba tranquilo, normal, sin ningún rastro de él.

Nos fuimos hasta emergencia, el Doctor Snow vino para atender a Bella pero cuando le pregunto cómo se había hecho la herida, Bella respondió casi entre tartamudeos, diciendo una mentira tan poco creíble que no sé como el doctor se la trago.

— Estábamos… en el garaje de, de su casa. Y bueno tropecé y me golpee… eso fue todo.

El doctor se lo creyó completamente, se fue a buscar algo en una mesita mientras le indico a Bella que se relajara. Trajo una enorme aguja con un líquido transparente adentro. Era anestesia, lo supe cuando empezó a coser a Bella y ella no se inmutaba ante el dolor. Mantuve su mano entre las mías todo el tiempo.

Le dieron siete puntos, Bella permanecía tranquila, y yo aun estaba junto a ella, tomándola de la mano. Más nervioso que un padre primerizo, para cuando terminaron con ella, nos fuimos del hospital, ella insistió en manejar, me dejo en mi casa con la excusa de que debía llegar a su casa a cocinarle a Charlie para que todo pareciera normal.

— Es más fácil que crea mi mentira si me ve caminando tranquilamente en la casa, y haciendo mis quehaceres de siempre como si nada.

Con esas palabras no pude refutar, la deje partir, mientras veía el polvo que se elevaba tras su ida.

Entre a casa y papá estaba… Umm se podría decir que esperándome.

— ¿Qué haces despierto tan tarde?

— Esperándote. ¿Qué paso que llegaste tan tarde?

Lo medite unos momentos. En cualquier instante Charlie llamaría o papá lo llamaría a él. Y se pondrían a chismear como siempre.

— Es que tuve que acompañar a Bella al hospital.

— ¿Y eso? ¿Qué sucedió?

— No fue nada. Cuando estábamos en el garaje Bella tropezó. Y cuando se cayó se hirió la frente. Sabes que ella tiene dos pies izquierdos. Puff.

— Jajaja si es cierto Jake. Bueno tengan más cuidado la próxima vez.

— Si tranquilo. Voy a dormir. Hasta mañana.

— Bien, que descanses.

El miércoles siguiente, estábamos en andando en motos nuevamente. Bella había insistido en que quería intentarlo una vez más… y otra y otra. Por alguna razón no le importaba cuantas veces se cayera ni cuantas heridas sangraran… luego se las coserían y todo seguiría como siempre.

Cada vez que ella caía, yo corría hasta llegar a su lado, levantaba la moto y la ayudaba a levantar. La revisaba por si tenía alguna herida, respire tranquilo cuando veía que no. A la quinta oportunidad Bella tropezó contra un árbol, cuando llegue a su lado estaba algo aturdida, sangraba un poco… pero tenía un sonrisa de oreja a oreja que era inentendible. Seque su herida y la acompañe al hospital. Esta vez Bella me sorprendió trayendo consigo ropa para cambiarse, suponiendo que se mancharía de sangre la que llevaba puesta.

Esta vez la atendió el Doctor Gerandy. Creo que le dieron un par de puntos pero la conmoción del golpe le preocupo al doctor. Tanto como papa telefonear a Charlie y decirle que debía estar pendiente durante la madrugada de despertar a Bella cada dos horas para verificar que todo andará bien. Por lo que me había contado Bella el viernes cuando me fue a buscar a la escuela, Charlie se había puesto un poco nervioso por eso. Ella trato de calmarlo diciéndole que eso no había sucedido en mi garaje, si no que fue durante una excursión. Valla, sobre todo excursión con lo que a ella le gustan esas salidas.

—Charlie se está mosqueando —se había quejado.
—Quizás deberíamos tomarnos con más calma lo de las motos —ofrecí. Aunque no me agradaba la idea de separarme de Bella. Ella arrugo el entrecejo en un claro desacuerdo a mi sugerencia—: Al menos durante una semana, aproximadamente. Así podrías estar siete días fuera del hospital, ¿no? —quería estar con Bella tanto tiempo como me fuera posible. Pero me preocupaba las heridas que se hacía y las visitas seguidos al médico.
— ¿Y qué vamos a hacer entonces? —pregunto con tono molesto. Pero yo no pude más que sonreír. No importaba que actividad hiciéramos… Bella igual quería pasar su día conmigo.
—Pues lo que quieras.
Bella lo pensó durante… valla no se cuanto tiempo tenía ya en silencio.
Meditando y sopesando cada opción que rondaba por su cabeza.
Avanzábamos en la carretera, ella manejaba en silencio. Su cuerpo estaba junto a mí, inmóvil, solo siguiendo los requerimientos de la carretera. Pero su mente viajaba muy, pero muy lejos de nosotros.
— ¿Qué es lo que estás pensando con tanta concentración? —pregunte impaciente.
—Bueno... —comenzó suspicazmente—. En una ocasión encontré un lugar en el bosque... Me topé con él cuando iba... de excursión. —dijo dudosa. — Es un pequeño prado, el sitio más bonito que he visto. No sé si podría rastrearlo yo sola. Seguramente me llevaría varias intentonas...
— Podemos usar una brújula y un mapa de coordenadas —ofrecí confiado. Podría encontrar casi cualquier lugar del estado—. ¿Recuerdas cuál era el punto de partida?
—Sí, en la cabecera misma del sendero donde termina la 101. Creo que iba principalmente en dirección sur.

—Guay. Lo encontraremos.

No me importaba que quisiera hacer Bella. Así su petición me llevara al fin del mundo. Lo haría por ella.

Pasamos la tarde hablando sobre cosas sin sentido, nos pusimos a ver nubes, conversar y burlarnos de los muchachos de la Push que seguían fanfarroneando en los acantilados.

El día siguiente era sábado. Nuestro día para ir de excursión. Me puse unos zapatos de buena suela, nos porque sintiera algo de frio, si no porque la caminata o la subida de rocas requería de unos zapatos resistentes.

Cuando Bella llego a mi casa, traía puestas unas súper botas de montaña, venía bien abrigada a diferencia de mí, que iba solo con una camiseta, no sentía el más mínimo frio en el aire.

Yo estaba espatarrado en el suelo del salón, trazando una red sobre la sección sobre el mapa de Olympic donde Bella me había dicho. Mientras yo pasaba líneas de un lado a otra. Y buscaba mi brújula para sacar los cálculos; Bella se sentó en una silla junto a mi papá Billy, yo le había contado a dónde íbamos, aunque él no estaba muy interesado en nuestra excursión. No le molestaba en absoluto el tema de los supuestos osos que andaban rondando por Forks y la Push. El sabía quienes eran. Y por alguna razón yo comenzaba también a saberlo.

—Ojalá veamos al súper oso —bromee mientras continuaba trazando líneas.
Escuche la risa de papá.
—Quizás deberías llevarte un tarro de miel, sólo por si las moscas. —papá continuaba haciendo bromas en cuanto a los “osos” y su hambre. Yo solo pude reír entre dientes.
—Espero que tus botas nuevas sean rápidas, Bella. Un tarro pequeño no va a mantener ocupado a un oso hambriento durante mucho tiempo.
—Sólo tengo que ser más rápida que tú.

— ¡Pues vas a necesitar suerte! —reí con verdaderas ganas mientras levantaba el mapa del suelo. Observe el cielo tratando de predecir si llovería de forma novedosa—. Vamos.

—Pasáoslo bien —masculló papá al tiempo que se impulsaba en dirección al frigorífico.
Condujimos hasta el final de la carretera polvorienta, Bella se detuvo frente a un cartel, que decía “Comienzo de senda”.
Bajamos de la pickup, la brisa azotaba nuestros cabello, aunque no sentía frio. Sabía que era fresca.
—Yo iré por este camino —murmuro Bella mientras veía la densa masa de árboles y plantas verdes a nuestro alrededor. Señalo un camino que estaba frente a nosotros.
—Mmm —murmure dudoso. Tenía la esperanza de subir montañas, pasar sobre rocas y tratar de atravesar espesos arboles.
— ¿Qué?
Observe el camino que ella había señalado, y luego la pista marcada… una y otra vez.
—Debería haber supuesto que eres de la clase de chicas a las que les gustan los caminos.
—Pues no —sonreí débilmente—. Soy una rebelde.
Jajaja. Me reí satisfecho… saque el mapa y lo desplegué sobre el capón de la camioneta.
—Concédeme un momento —sostuve la brújula mientras que giraba el mapa hasta tomar el ángulo que indicaba la ruta a seguir.

—De acuerdo, es la primera línea de las coordenadas. —dije entusiasmado.— Vamos a seguirla.

junio 13, 2011

Cap. XIII

¿Cuanto puede provocar un golpe en la frente?


Levante la motocicleta tan rápido como pude, apague el motor y volví junto a Bella, el corazón me latía desbocado, ella se movió un poco hacia los lados, pero parecía fuera de si.

—Guau —murmuro Bella. Me acerque a ella apresuradamente, no parecía estar muy bien, tenia la vista algo perdida, y decía cosas extrañas.

— ¡Bella! —La llame con ansiedad—. Bella, ¿estás viva?

— ¡Estoy genial! —exclamo en un grito dejándome boquiabierto. Flexiono los brazos y las piernas mientras yo esperaba algún crujido o un gemido de dolor—. ¡Vamos a hacerlo otra vez! –ya va, ya va…. ¿QUEE? Estaba loca, no la dejaría montarse en esa moto otra vez, respire profundamente un par de veces antes de volver a hablar.

— No creo que sea una buena idea —trate de hablar tranquilo, pero mi voz destilaba preocupación y temor, Bella no se había dado cuenta de algo, pero yo si. Unas gotas de sangre empezaron a correr rápidamente desde su frente hacia el suelo—. Será mejor que te lleve primero al hospital. –la cordura comenzaba a escaparse de mi.

—Estoy bien. –confirmado, aun no lo había notado.

— ¿Ah, sí, Bella? Tienes un corte bien grande en la frente y estás poniendo todo perdido de sangre —le informe.

Se llevo la mano a la cabeza, examinando los daños. Fue muy estúpido dejarla andar en moto con tan poca práctica. Ella lo sabía y no tardaría mucho en reprochármelo.

—Oh, lo siento tanto, Jacob —ahora si estaba calando. De que rayos hablaba ahora. Seguramente el golpe le estaba haciendo daño.

— ¿Por qué te disculpas por sangrar? —Pregunte confundido, mientras pasaba un brazo por su cintura y la alzaba cuidadosamente, hasta que logre ponerla en pie—. Vámonos. Conduzco yo —extendí mi mano pidiéndole las llaves.

— ¿Y qué hacemos con las motos? —me dio las llaves mientras esperaba mi respuesta, lo pensé un momento, ciertamente no podíamos dejarlas ahí, habían costado mucho trabajo y dinero... resolví ir en mi moto hasta la camioneta y volver por Bella y la otra moto. Vi su frente sangrando, me quite la camiseta que ya estaba algo manchada de sangre; para que se la pusiera sobre la herida.
—Espera aquí. Y toma esto —se la arroje y me di la vuelta hacia la moto. Por alguna estúpida razón me sentía cohibido y a la vez pretencioso estando así frente a ella.

Me subí a la moto y la arranque, tome la carretera por donde había pasado antes, la arena sobresalió entre las ruedas mientras la brisa golpeaba mi pecho desnudo.

Llegue junto a la pickup, subí la moto en la parte trasera, eche el ojo un par de veces en dirección a Bella, ella tenia la vista clavada hacia acá, pero presionaba la vista tratando de ver mejor. Por alguna extraña razón yo la veía claramente.

Subí al asiento, la encendí y el motor comenzó a rugir escandalosamente victima de la fuerza que yo aplicaba en el acelerador para poder llegar junto a Bella pronto. Llegue rápido junto a Bella, me baje dejando el motor encendido, tome a Bella nuevamente por la cintura para ayudarla a subir. Estaba tan pálida que casi podía ver a través de ella.

—Venga, vamos a subirte al coche. –le urgí apremiante.

—Estoy bien, de verdad —si claro, seguramente la sangre que le caía a borbotones de la frente eran ofuscaciones mías—. No te pongas como loco, que sólo es un poco de sangre.

—Más bien es un montón de sangre —murmure mientras levantaba la moto de Bella.

—Bueno, ahora vamos a pensar esto un poco — comenzó cuando estuve junto a ella—. Si me llevas tal como estoy a urgencias, seguro que Charlie se va a enterar —observo sus pantalones sucios como que si eso fuera gran motivo para no ir al hospital.

—Bella, creo que necesitas puntos y no voy a dejar que te desangres viva.

—Eso no va a ocurrir —trato de convencerme—. Sólo querría que lleváramos primero las motos y después paráramos un momento en mi casa, para arreglarme un poco antes de ir al hospital.

— ¿Y qué pasa con Charlie? –le ateje.

— Me dijo que hoy tenía trabajo.

— ¿Estás del todo segura?

— Confía en mí. No es tan grave como parece.

Acepte contrariado e inconforme. Subimos a la camioneta, me fui directo hacia Forks, Bella mantenía mi camisa fuertemente apretada en la herida, lo que me calmaba ya que no tenia que ver toda la sangre chorreando como agua por su frente.

El silencio comenzaba a torturarme, mientras avanzaba... giraba un poco la cara hacia ella, se mantenía callada, pensando. O aguantando el dolor para no quejarse.

Quería hablar con ella, para que se distrajera en una conversación algo tranquila mientras hacíamos todo el trayecto hasta su casa y luego al hospital. Me mantuve en silencio unos kilómetros más pero cuando Bella se estremeció, mis deseos vencieron a mi absurda voluntad.

— ¿Sigues encontrándote bien?

— Sí —sonó algo convincente. Pero una capa de dolor abrumaba su faceta.

— A propósito —añadí serio—. Voy a desconectarte el freno del pie esta noche.

Llegamos a casa, Bella subió las escaleras mientras yo me dejaba caer en el suelo, exhausto. No quería sentarme en el sofá por miedo a ensuciarlo.

Pasó casi media hora, mientras Bella se acomodaba. Al parecer no íbamos al hospital si no de paseo.

—Date prisa —le apure nervioso de que llegara Charlie.

—Vale, vale —grito de vuelta.

Escuche que Bella bajaba las escaleras y gire para verla. Creo que esperaba solo una muda de ropa, y una frente con menos sangre. Pero ella se veía hermosa. Esa blusa de botones resaltaba su cintura y su largo cuerpo. La herida en su frente casi paso desapercibida por su belleza.

— ¿Qué aspecto tengo? —me pregunto, como si no fuera obvio. Trague y respire nuevamente antes de hablar

— Mejor.

— Pero ¿tengo el aspecto de haber tropezado en tu garaje y haberme dado un golpe en la cabeza con un martillo?

— Sí, yo diría que sí.

— Entonces, vamos.

Salimos de la casa, mientras yo pedí, bueno exigí manejar de nuevo.
Íbamos a mitad de camino cuando Bella volvió a hablar con el ceño fruncido.

— Debería haber tomado una chaqueta para ti.

— Eso nos habría descubierto —dije en tono de broma—. Además, no hace frío. –con una chaqueta moriría del calor.

— ¿Estás de broma? —Bella tembló y se inclino para encender la calefacción.

Me sentía más que bien, quizás Bella tenía fiebre ocasionada por el fuerte golpe, y sentía frio. Yo me sentía cómodo, pase un brazo por el respaldo de su asiento.

Me relaje con Bella junto a mi, íbamos a unos kilómetros del hospital cuando note que Bella no dejaba de mirarme. Espere unos segundos a ver si dejaba de hacerlo, pero su mirada evaluadora me detallaba una y otra vez. Quizás había algo en la cara. O simplemente es que me veía peor de cerca.

— ¿Qué? —deje de intentar adivinar.

— Nada. Que no me había dado cuenta antes. ¿Sabes que estás bastante bien?

Puse los ojos en blanco. Respire hondo analizando sus palabras. Oh vamos solo lo dice por el fuerte golpe que se dio en la cabeza. Cálmate…umm que te calmeeesss... mente loca.

junio 10, 2011

Relato: "Tejiendo un Cuento"

Hola chicass.. Dulce Cautiva de el Club de las Escritoras nos ha ofrecido a todas la oportunidad de participar en el reto "Tejiendo un Cuento". La primera parte del relato pertenece a Hada Fitipaldi; el reto es continuar la historia siguiendo la misma trama, y dejarlo inconcluso para luego seguirlo, tejerlo poco a poco xD y aqui les dejo la primera parte, y la segunda escrita por mi.. espero les guste besos

Hada Fitipaldi

El viento me golpeaba con fuerza la cara, mientras intentaba escapar del pesado de Michael. Durante el verano, yo al fin había cedido ante sus persistentes intentos para que saliéramos un día a tomar algo. Michael era mi amigo desde tiempos inmemoriales, ambos jugábamos juntos en la guardería, junto con Iris, y hemos ido creciendo yendo al mismo colegio. Pero desde que entramos en el instituto, y las tediosas hormonas de Michael se revolucionaron, su interés por mí cambió drásticamente. Por eso huía de él, yo seguía queriendo un amigo para tomar café, y el quería una amiga con derecho a roce para experimentar en la cama.
Aparqué mi moto nueva, regalo por mi diecisiete cumpleaños, en el instituto, y me encaminé hacia la puerta en busca de Iris. El ambiente era aún pegajoso, ya que el verano nos regalaba sus últimos resquicios de calor, y estábamos muy próximos a una playa. Fiel a la promesa que le hice a mi amiga, para la que el primer día del último año de instituto tenía que ser memorable, me había puesto unos shorts vaqueros y una camiseta negra un poco escotada. Teníamos que ir arrebatadoras, según sus palabras, y yo había hecho lo posible, aunque no me apeteciera demasiado.
Cuando estaba subiendo las escaleras, los gritos desde el aparcamiento me llamaron la atención. Como tenía que esperar a mi amiga, me detuve. Dos chicos se encontraban subidos en sendas motos de carreras, y mantenían la rueda trasera en el aire, en un equilibrio inestable. Sus miradas estaban cruzadas en un claro desafío, mientras un grupo de unos diez estudiantes los vitoreaban.
- Ocho, nueve, diez…- cada vez elevaban más sus voces, hasta convertirlas en un aullido excitado-, once, doce…
Hasta que uno de los chicos que iba en las motos, bajó la rueda con estrépito, y entonces si que pude oírlos chillar. Unos cuantos saltaban y abrazaban al ganador, un chico de pelo negro desordenado, que aparcó la moto y se echó a los brazos de sus amigos. El otro chico, por increíble que parezca, también lo abrazó, aunque no pude distinguir si el gesto fue sincero. Pude ver como la pandilla al completo se acercaba hacia las puertas, e inevitablemente, a donde yo me encontraba. Reconocí entre ellos a alguno de los chicos problemáticos ampliamente conocidos en el instituto, la mayor parte de ellos expulsados al menos una vez. El chico ganador no me sonaba, por eso no pude evitar centrar mi atención en él. Lucía una camiseta negra ajustada, que dejaba ver sus anchos hombros, y los vaqueros, muy desgastados, caían peligrosamente siendo solo frenados por los huesos de sus caderas. Todo en él parecía grande, incluso sus ojos, de un verde muy oscuro, que se clavaron en los míos, con un brillo que no supe identificar, mientras esbozaba una leve sonrisa al pasar por mi lado.

- Mirad chicos, teníamos espectadores -el ganador me señaló con el dedo, se paró junto a mí unos instantes, y me miró de arriba a bajo, deteniendo la vista en mi pecho-. Parece que ese sujetador que llevas te está apretando un poco esos preciosos pechos que tienes, si quieres me ofrezco voluntario para liberar esa tensión.
Como me pilló tan de sorpresa, mi reacción instantánea fue ruborizarme hasta parecer un semáforo en rojo. Antes de que pudiera replicarle, siguió diciendo:

- Ummm, me encantan las chicas que se ponen rojas como si fueran fresones- esta vez se acercó un poco más a mi, y me miró directamente a los ojos-. Dan ganas de lamerlas de arriba abajo hasta que exploten.

- ¡Imbécil!, ¡sinvergüenza! -las palabras salieron sin yo ser consciente de las mismas-. Le voy a decir al director ahora mismo que estabais compitiendo en el aparcamiento del instituto. Dime tu nombre.
Se oyeron abucheos por parte de sus amigos, e incluso pude ver expresiones amenazadoras. El chico intentó calmar los ánimos haciéndoles gestos con las manos, y soltó una risilla tan irritante como encantadora.

- Roberto, nena -arrastró las palabras, como si quisiera darles énfasis-. Recuérdame muy bien como el tío que quiere curar con su lengua todas las zonas rojas de tu cuerpo.
Y con esas últimas palabras, y un guiño de ojo, se despidió de mi, no sin antes ver mi dedo corazón delante de sus narices. Vaya engreído, maleducado y cobarde. Ni siquiera me había dado su apellido para ir con el cuento al director. Aunque me pondría a indagar en seguida. Una voz conocida me sacó de mis ensoñaciones.

-¿Quién era el culo mejor puesto que he visto en años? -Iris apareció ante mí, con su pelo color dorado, y unos ojos marrones muy vivos que miraban de forma alternante a Roberto y a mi-. Si mis sentidos no me engañan, Caroline, estabas hablando con él.

-Tus sentidos te engañan, créeme- la cogí de la mano, mientras tiraba de ella hacia el interior del edificio-. Es un chulo que se estaba metiendo conmigo.

- ¿Qué te ha dicho exactamente?

- Algo sobre mis tetas, queriendo intimidarme.

- Bueno, tampoco lo veo muy raro -Iris bajó la mirada hasta mi escote, sonriendo con aprobación-. Con unas tetas como esas, es imposible pasar a tu lado indiferente, bien podrías aparecer en la portada de la revista Playboy.

Y ante un comentario tan sincero, no pude más que reírme, y darle un achuchón a la que era mi mejor amiga. Ella era así, espontánea, sincera, y aunque sabía que a mi no me gustaba que me dijeran cosas como esa, viniendo de ella jamás podría enfadarme.
La mañana resultó tediosa, entre presentaciones y repartición de nuevos horarios. Había un profesor nuevo de lengua y literatura, Vincent, dijo que se llamaba. Era joven, no llegaría a los treinta años, y tenía un aspecto misterioso y cabizbajo. En seguida llamó la atención de Iris, que me dio varios codazos durante la clase. Gracias al cielo, no vi ni rastro del tal Roberto en toda la mañana.

Cuando llegó el final de las clases, me dirigí hacia mi moto, no sin antes despedirme de Iris, y quedar para tomar algo por la tarde. Agradecí de nuevo el contacto del aire en mi cara, que me atrapaba y hacía que me librara de todo lo que me rodeaba. Me gustaba afrontar las cosas, y me consideraba valiente, pero me gustaba pensar que en la moto podría escapar de cualquiera e ir a donde quisiera.

Llegué a la curva que daba acceso a mi calle, cuando de pronto, una moto me adelantó por el interior, haciendo que me tambaleara de forma inestable. Totalmente indignada, apreté el acelerador para ponerme al lado del motorista temerario y poder gritarle a gusto. Pero antes de que tuviera que alcanzarlo paró su moto y se apeó de la misma. Había aparcado justo en la puerta de al lado de mi casa. Me acerqué un poco a él, ya que no solía desistir fácilmente. Quería darle su merecido. Cuando se volvió y pude ver su rostro, casi me desmayo. La cara de Roberto apareció de debajo del casco, y me sonrió saludando con una mano. La furia empezó a hervir en mis venas.


Angela

Me baje de mi moto, dispuesta a abofetearlo por su loca maniobra de antes. Poco a poco iba recordando los sucesos del día, mi enojo creció más aun cuando recordé sus comentarios en cuanto a mi anatomía.

- ¿Qué haces aquí? –pregunte molesta. Escupiendo un veneno que se enredaba con mis palabras.
- Vivo aquí dulzura. ¿Y tú que? ¿Me venias siguiendo?
- JA…!! –dije en tono sarcástico. –sobretodo.

Me di la vuelta, me puse el caso nuevamente y me subí a mi moto agarrando con tanta fuerza el manillar que me dolían los dedos, decidí irme, alejarme de mi casa, de la cuadra, de la ciudad si fuera posible. Cuando comencé a andar, Roberto se planto frente a mí.
- Vamos… no seas así. Que mal humor tienes. No combina con… -miro mis pechos nuevamente. –no, en definitiva no combina contigo.
- Puff. –buje molesta y pise el acelerador.
- Hey... vamos... Vuelve. –escuche que decía a lo lejos.

Hice caso omiso a su pedido. Necesitaba enfriarme, una ola de calor me tenía atrapada. Conduje hasta una gasolinera para recargar el tanque de la moto y poder seguir mi camino. Aproveche la parada para ir al baño y además comprar un par de sodas y unas papas antes de irme. Me bebí una rápido, y guarde lo demás en mi bolso, lo necesitaría para el camino; el calor que recorría mi cuerpo disminuyo un poco.

Avance por la larga Avenida, el aire azotaba mi cara mientras me refrescaba. El malestar había desaparecido, de seguro tenia más que ver con la lejanía.

Llegue al borde de la playa, era hermosa, el agua estaba clara y los rayos del sol la hacían brillar, invitándote a entrar y sumergirte en ella. Me alegro la soledad del lugar, solo se hallaban a lo lejos un par de niños del lugar, su piel bronceada se veía hermosa, jugaban entre ellos aventándose arena y riendo escandalosamente.

Conduje por la arena rápidamente para que no se estancara la moto.

Me detuve a varios metros de unas rocas, deje sobre esta mi mochila, solté la coleta que sujetaba mi pelo casi rojizo, el aire paso suave entre mis cabellos. Cerré los ojos mientras aspiraba el aire, tan puro que penetraba mis pulmones refrescando cada escondrijo de mi cuerpo. Me sentía en un mundo diferente, la risa juguetona de los niños, el sonido del mar chocando contra las rocas, el agua casi rugía con ganas de hablar y saltar más alto.
El olor a salitre, una mezcla de arena mojada, sal y pescado, pero no a pescado como cuando lo tienes en la nevera, sino mucho mejor.

Saque las papas y la soda de mi bolso, camine hasta la orilla y me senté, aunque había un sol abrasador, notaba una brisa fresca que me hacia sentir tranquil; suave como si flotara entre las manos de un ángel. Respire a todo pulmón cuando un sonido me distrajo.

Mi teléfono repicaba, trayéndome de vuelta a la realidad. Lo cogí apresurada y conteste.
- Alo?
- Hey Caroline. ¿Donde andas? –era Iris.
- Salí un rato. ¿Por?
- Recuerdas que habíamos quedado en tomar algo esta tarde. ¿Eh? Te estoy esperando.
- Ups, cierto. Lo olvide. Discúlpame, no cree que llegue a tiempo –claramente no llegaría, estaba a horas y kilómetros de distancia.
- ¿Donde andas?
- Fui a dar una vuelta a la bahía.
- Esta cerca. Te da tiempo.
- No, me fui más lejos. Hasta Playa Rocosa.
- Me fueras dicho. Amo esa playa.
- Si disculpa es que no fue planificado.
- Bueno esta bien. Tranquila avísame cuando llegues. Me debes la de hoy.
- Bien, chao. Cuídate y no hagas locuras.
- Ok… tratare. Jajaja. Chao. –colgué mientras aspiraba profundamente el suave aire, mezclado con el olor a salitre, un olor diferente me distrajo.

- Te ves hermosa desde aquí. –abrí los ojos sorprendida. ¿Que rayos hacia Roberto aquí? Su perfume penetraba en el aire. Olía delicioso, vestía una playera gris y unos jeans con zapatos deportivos muy a la moda. Sus ojos verdes eran luminosos y me desconcentraron por un momento, se veían mas claros que esta mañana por el sol que le daba de frente. –valla con esta luz te ves despampanante. –sus ojos miraban mi cuerpo, pero esta vez no estaba detenidos en mis senos, si no en mi rostro, en el movimiento que tenia mi cabello provocado por la brisa.

- ¿Qué haces aquí?

junio 07, 2011

Cap. XII

Maldición... quizás... yo... debí decir que no.

— Bien, ¿dónde está el embrague? —le pregunte cauteloso para estar seguro de cuanto recordaba. De lo que medio le había explicado.

Ella señalo el embrague. Bien. Ahora el problema era su confianza, ella miraba de forma cautelosa la moto, los rugidos que esta provocaba la hacían moverse estrepitosamente. Bella agarraba el manillar con fuerza, tratando sin éxito de alcanzar el embrague.

—Jacob, esto no se queda de pie —se quejo. Temía caerse.

—Verás cómo va bien cuando esté en movimiento —le prometí calmándola—. Ahora, ¿dónde tienes los frenos?

—Detrás de mi pie derecho.

—Error. —le había explicado que atrás de su pie derecho estaba el freno, pero este era en casa de emergencia, si lo pisaba a una alta velocidad, saldría volando.

Le tome la mano derecha y doble sus dedos alrededor de la palanca de aceleración.

—Pero tú me dijiste... —comenzó a protestar.

—Éste es el freno que estás buscando. No uses ahora el freno de atrás, eso lo dejaremos para más tarde, cuando sepas lo que estás haciendo. —en este momento ella solo necesitaba aprender lo básico, poco a poco. Era muy pronto para usar el otro freno, con ese podría derrapar en curvas, pero también podría salir disparada.

—Eso no suena nada bien —replico ella—. ¿No son los dos frenos igual de importantes?

—Olvídate del freno de atrás, ¿vale? Aquí... —envolví mi mano entre la suya, e hice apretar el freno nuevamente—. Así es como se frena. No lo olvides —recalce presionando su mano una vez más.

—De acuerdo.

— ¿El acelerador?
Ella giro el manillar derecho. El acelerador. Mostrándome que si sabia.

— ¿La palanca de cambios?
Ella empujo con la pantorrilla izquierda la palanca.

—Muy bien. Creo que ya has pillado el manejo de todas las partes. Ahora sólo te queda arrancar la moto.

—Oh, oh —murmuro nerviosa.

Ella observaba el camino por donde iba a andar con la moto, estaba despejado. Si manejaba con equilibrio podría mantenerse dentro de los perímetros de la vía. Sin meterse en la maleza. Era un camino arenoso y un poco húmedo. Pero ella podría pasar fácilmente por ahí.

—Quiero que mantengas el embrague hacia abajo —le indique— Ahora, esto es crucial, Bella. —le dije con tono apremiante. Para asegurarme de que me escuchara y me entendiera bien. —No dejes que la moto se te vaya, ¿vale? Quiero que pienses que te he dado una granada explosiva. Le has quitado el seguro y estás sujetando el detonador. —era un buen ejemplo. Si lo soltaba la moto se apagaría y le caería encima.

— ¿Crees que podrás arrancar el pedal?

— Si muevo el pie, me caigo — me explico mientras apretaba con fuerza los dientes.

—Vale, yo te tengo. No sueltes el embrague. —insistí.
Me fui hasta la parte de atrás de la moto y golpee
con fuerza el pedal. La moto rugió debajo de Bella, se balanceo un poco de lado, pero agarre la moto antes de que ambas cayeran de lado.

—Mantén el equilibrio—insistí—. ¿Tienes bien sujeto el embrague?

—Sí.

—Planta bien el pie, voy a intentarlo otra vez.

Sujete bien con una mano el asiento de la moto e intente una vez más. Y otra y otra. Hasta que la moto reacciono.

—Aprieta el acelerador —le indique—, muy suavemente. Y sobre todo, no sueltes el embrague. —le recordé.

Giro el manillar y la moto respondió. Sonreí satisfecho.

— ¿Recuerdas cómo se pone en primera? —pregunte aun sonriendo.
—Sí.
—Bien, venga, vamos.
—Vale.
Bella no soltaba el pie. Seguía donde mismo.

—Suelta el pie —dije tozudo.

—Ya lo sé —dije, aspirando aire profundamente.

— ¿Estás segura de que quieres hacer esto? —le pregunte cuando su mirada me indico que estaba algo nerviosa—. Pareces asustada.

—Estoy bien.

—Muy bien —le alabe cuando cambio de velocidad—. Ahora, con mucha suavidad, suelta el embrague.
Me aparte un poco de la moto, para darle chance a para que arrancara.

— ¿Quieres que deje caer la granada?
—A ver qué tal la llevas, Bella. Procura ir poco a poco.
Bella comenzó a soltar el embrague, pero de pronto de quedo estática, como cegada por algo.
— ¡Oh! —soltó de pronto entre un jadeo.

Descuido el embrague y la moto se fue hacia adelante y luego se fue encima de Bella. Reaccione tarde, Bella ya estaba en el suelo con la moto sobre ella. Me apresure a retirar la moto, aun no entendía que la había desconcentrado.

— ¿Bella? ¿Estás herida? —especule temeroso.
Ella no me respondió, comencé a temer que si lo estuviera.
— ¿Bella? —sacudí ligeramente su hombro para hacerla sentir bien.
—Estoy bien —murmuro pasmada.
La ayude a ponerse de pie… ella estaba como ida.

— ¿Te has dado un golpe en la cabeza? —pregunte preocupado.
—No lo creo —movió la cabeza para asegurarse de que estaba bien—. ¿No habré estropeado la moto, verdad?

—No, sólo has calado el motor Soltaste el embrague demasiado deprisa. —le explique. Ella se limito a asentir. Entendiendo la falla.

—Probaré de nuevo.

— ¿Estás segura? —me daba algo de recelo que lo intentara de nuevo.

—Afirmativo. —ella estaba segura de que eso quería. Asentí mientras ella trataba de arrancar, salto un poco para poder alcanzar el pedal, estuve junto a ella maniobrando cada vez que la moto amenazaba con tumbarla al suelo.
La moto respondió con un gruñido al toque más ligero. Mi sonrisa era ancha y la de Bella se correspondía con la mía.

—Suelta despacio el embrague —le recordé nuevamente.
—Suéltalo lentamente.
—Lo haré. —afirmo segura.

Poco a poco comenzó a arrancar, se alejo un par de metros de mi lado, y luego fueron kilómetros. Ya estaba algo lejos. Se mantenía firme, y se notaba que estaba bien agarrada.

Y woo se veía muy bien sobre esa moto. No me había fijado hasta ese momento. Por alguna razón Bella no daba vuelta a la moto, si no que se mantenía a la misma velocidad. Llego la curva y ella se mantenia igual.

¿Bella, que haces?, grite en mi mente.

La moto se sacudió hacia los lados, se fue directo hacia un muro verde, rece por que cambiara de dirección o utilizara el freno de que estaba en el tablero para detenerse. Pero no todo su peso impulso la moto hacia el suelo, cayendo de lado. Se deslizo por la arena húmeda.

Hasta quedar en la zona llena de musgo. Veía todo esto mientras arrancaba la moto.

Pise el acelerador y avance a gran velocidad, frene cerca de ella, y de un salto baje de la moto dejando tirada en el suelo.

— ¡Bella! —grite mientras me acercaba a ella.

La motocicleta la aplastaba completamente. Mi corazón saltaba asustado, seguramente era mi culpa. Si, en definitiva lo era. estaba junto a ella pero mi corazón se sentía tan lejos del suyo, temeroso de que Bella estuviera muy herida. Trague saliva asustado.

THE TWILIGHT SAGA: Breaking Dawn Part 1 / Official Trailer

junio 02, 2011

Cap. XI

Algo que nunca me atreví a imaginar


Le conté a Bella que esa semana, Embry se había parecido como si nada, con Sam y los demás. Y además hoy lo habíamos visto en los acantilados con ellos.

Mientras le hablaba veía hacia otro lado cohibido por el dolor que sentía. Respire hondo y subí la cara hasta que nuestras miradas se encontraron. Solo veía en ellos comprensión.

—Bella, ellos le han estado rondado todo el tiempo, incluso más que a mí. Embry no quería tener nada que ver con ellos y ahora, de repente, sigue a Sam como si se hubiera unido a una secta.

Y así es como ocurrió con Paul. Exactamente igual. No era amigo de Sam en absoluto. Después, dejó de venir a la escuela un par de semanas y, cuando volvió, súbitamente pertenecía a Sam. No sé lo que esto significa. No tengo la menor idea y siento que debería hacer algo, ya que Embry es mi amigo y Sam pone cara de burla cuando me mira y... —me asusta. Odio cuando me mira de esa forma, como esperando a que me una a ellos. Y feliz de haber apartado a Embry de sus mejores amigos.

— ¿Has hablado de esto con Billy? —JA… sobretodo papá. Cuando hable con el, le pareció de lo más normal.
— Más adelante, quizás lo entiendas. Sam sabe bien lo que hace, al igual que Embry, dentro de unos años quizás tú también lo sepas. Y los comprendas.

Esas palabras me molestaron demasiado, que acaso cuando cumpliera la mayoría de edad entendería porque alguien se cree en el derecho de llevarse a u mejor amigo. Me enervo la sangre, solo necesitaba una ayuda como esa, para sentirme mejor.

—Sí —bufe molesto—, y sirvió de gran ayuda.

— ¿Qué te dijo?

Con gesto sarcástico trate de imitar la gruesa voz de mi padre cuando hablo conmigo.

—No es nada de lo que tengas que preocuparte ahora, Jacob. Dentro de unos años, si tú no... Bueno, te lo explicaré más adelante —bah, puras palabras. Volví a hablar con mi voz. —. ¿Qué se supone que tengo que entender de esa explicación? ¿Está intentando decirme que es alguna estúpida cosa relativa a la pubertad o algún rito de paso a la edad adulta? Parece algo más. Algo chungo.

Me mordí el labio inferior, para tragarme la bilis que me subía por la garganta, y las ganas de gritar y agarrar a trompadas a Sam. Por alguna razón sentía los sentimientos mucho más fuertes que antes. Me lastimaba haber perdido a un gran amigo.

De pronto Bella me abrazo, envolviendo mi cintura con sus brazos, apoyo su rostro en mi pecho. Me quede quieto tal cual como estaba. No estaba seguro como reaccionar, pero si sabia lo bien que se estaba así. Bella era cálida, se sentía suave en torno a mi, un olor a fresas me invadió, provenía de ella obviamente. El olor me lleno llenándome por completo.

— ¡Oh, Jake, todo va a ir bien! —me prometió, trate de volver en mi. Pero que difícil me resultaba cuando la tenía así junto a mi—. Si las cosas se ponen peor, puedes venirte a vivir conmigo y con Charlie. ¡No tengas miedo, ya pensaremos en algo!

Por un momento olvide de que estábamos hablando. Tentando más mi suerte, alargando esa liga de oportunidades que me estaba dando de forma inusual la vida. Pase mis brazos de forma temerosa y pausada alrededor. Envolviéndola junto a mí. Con unos deseos inexplicables de mantenerla así conmigo para siempre.

—Gracias, Bella —dije tratando de sonar sereno. Por lo que mi voz sonó un poco más gruesa de lo habitual. No quería que por mis labios se descubriera, lo que mi mente y mi corazón ocultaban.

El tiempo que nos mantuvimos así me supo a gloria. Nunca había mantenido tal cercanía con nadie. El corazón amenazaba con latirme más fuerte. Pero aun así no me resultaba nada incomodo, nunca había estado así con nadie. Pero con Bella era tocar el cielo… junto a ella. Me sentía más que dichoso. Tener a Bella entre mis brazos era algo que no había aspirado hasta que la tuve rodeada con ellos.

— Si es así como vas a reaccionar siempre, creo que se me va a ir la olla más a menudo —le dijo sonriente. Sin permiso alguno mi mano se fue hasta su cabello, sin poder evitarlo. Pase los dedos atreves de su suave cabello, el olor a fresas me llenaba por completo.

Bella se retiro de mí, con una risita nerviosa. Ups…

— Es difícil de creer que soy dos años mayor que tú —dijo ella haciendo énfasis en la palabra «mayor», como si eso lo hiciera más creíble. —. Me haces sentir como una enana —dijo mientras notaba a que se refería. Ella mantenía el cuello alargado hacia mí. En definitiva había crecido unos cuantos metros más.

— Se te ha olvidado que ando ya por los cuarenta, claro. —recalce recordando las habilidades que me hacían mayor que ella.

—Oh, claro.

Le di unos suaves golpecitos en la cabeza recalcando a lo que me refería.

—Eres como una muñequita —dije bromeando—. Una muñeca de porcelana. —aunque en realidad lo parecía. Se veía tan diminuta y frágil junto a mí.

—Espero que no me salgan grietas blancas. —dijo bromeando luego de dar un paso atrás.

—En serio, Bella, ¿estás segura de que no las tienes? —junte mi brazo de color cobrizo al suyo. Se veía tan pálida a diferencia de mí. Casi transparente. Recordé de prono que ella no era tan pálida. O bueno no cuando estaba con alguien más— No he visto a nadie más pálido que tú... Bueno, a excepción de... —me mordí la lengua cuando vi un rayo fugaz de dolor en su rostro. Miro hacia otro lado tratando de ocultarlo. Pero aun le dolía. —. Pero bueno, ¿vamos a montar en las motos, o qué? —dije para tratar de cambiar el tema.

—Vamos allá — el entusiasmo con que lo dijo me demostró que lo había logrado. Al menos en una pequeña proporción.

Bella aun le recordaba, aun le quería aunque eso me provocara nauseas. —Por una razón que no entendía—. A ella aun… le dolía su partida.


Breaking Dawn. Part1 Exclusive MTV Movie Awards.







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