Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

mayo 03, 2011

Cap. III

Mis oportunos Amigos


—¿Qué clase de Volkswagen es éste? —pregunto Bella.
—Es un viejo Golf de 1986, un clásico. –era perfecto para mi, me encantaba.
—¿Y cómo van los arreglos?
—Está casi terminado —respondí feliz, recordé el soborno de papá "hablar con Bella para que se apartara de los Cullen por su seguridad, a cambio de dinero y el cilindro maestro", el cual había cumplido. Motivo por el cual mi auto estaba casi terminado—. Mi padre mantuvo su promesa de la primavera pasada.

—Ah —contesto Bella. Nada más. Ese día, del baile. Cuando hable con ella estaba acompañada por el Cullen. Ahora el no estaba y eso la hería.
Aun estando lejos de ella, era capaz de lastimarla.
—Jacob, ¿sabes algo de motos? —me encogí de hombros. No era un experto pero si sabía algo.
—Algo. Mi amigo Embry tiene una porquería de moto; a veces trabajamos juntos en ella. –aunque cuando la usaba no era tan porquería– ¿Por qué?
—Bien... —Bella frunció los labios, mientras meditaba algo. Me carcomían las ganas de saber en que tanto pensaba. Quería que estuviera a mi lado, no solo en cuerpo si no también en alma—. Hace poco adquirí un par de motos, y no están en muy buenas condiciones. Me preguntaba si serías capaz de ponerlas en marcha. –umm, umm...umm... Me encanta la idea.
—Guay —todo un reto. Una gran sonrisa se extendió por mi rostro. La idea me llevo de emoción—. Les echaré una ojeada. –le dije rápidamente.

Ella levanto un dedo, para decir algo.

—La cosa es —valla… un pero— que a Charlie no le gustan las motos. Francamente, le dará un ataque si se entera de esto. Así que no se lo puedes decir a Billy. –amm, eso no es nada.
—De acuerdo, vale —afirme feliz—. Me hago cargo.
—Te pagaré —aseguro de pronto. Como si yo estuviera pidiéndole algo a cambio por arreglar las motos, con solo estar ahí junto a mí, me cancelaba todo. Me sentí ofendido ante su propuesta. No quería dinero, quería su compañía.

Pero obviamente no diría eso en voz alta.

—No. Quiero ayudarte –le explique–. No admitiré que me pagues.
—Bien... ¿y qué tal si hacemos un trato? —me ofreció—. Yo solamente necesito una moto, y también me hará falta recibir lecciones. ¿Qué podemos hacer al respecto? Podría darte la otra moto a cambio de que me enseñes.

—Ge-nial —dividí la palabra en dos sílabas satisfecho del resultado.

—Espera un minuto, ¿tienes ya la edad legal? –Dijo en tono burlón– ¿Cuándo es tu cumpleaños?
—Te lo perdiste —me burle—. Tengo ya dieciséis.
—No es que la edad te lo haya impedido antes —cierto, tenia mucho tiempo manejando—. Siento lo de tu cumpleaños. –se disculpo.
—No te preocupes por eso. También yo olvidé el tuyo. –Mentí– ¿Cuántos has cumplido, cuarenta? –me mofe.

Ella resoplo. Mientras me respondía con una suave risa.

—Cerca.
—Podríamos hacer una fiesta compartida para celebrarlo. –le ofrecí esperanzado.
—Suena como una cita. –no lo había pensado, pero sonaba excelente.
—Quizás cuando terminemos las motos, que serán una especie de autorregalo —ofreció. Nada me tañía mejor que eso.
—Trato hecho. ¿Cuándo me las traerás? –ella se mordió el labio, mientras pensaba la respuesta. Parecía avergonzada por que un suave rubor se ubico en sus mejillas.
—Las tengo en mi coche —confeso apenada.
—Genial —era estupendo, quizás corriera con la suerte de que me acompañara un rato más.
— ¿Las verá Billy si las traemos aquí? –inquirió preocupada.
Le guiñe un ojo. En plan de complicidad.
—Seremos astutos. –le dije riendo.

La lleve a las afueras del garaje, papá seguramente estaba rondando por la sala, cerca de la ventana. Así que caminamos pegados a los árboles cuando salimos afuera, aparentando un paso casual, como de ir de paseo, sólo por si acaso. Llegamos hasta su camioneta, vi las motos en la plataforma trasera de la vieja pickup, no se veían tan dañadas. Las baje una por una rápidamente, no pesaban casi nada. Las lleve hasta los arboles, donde estaba el matorral y nos escondimos ahí.

—No están tan mal —le comente mientras la llevaba hasta la parte oscura de los árboles—. Esta de aquí tal vez llegue a valer algo cuando acabe con ella. Es una Harley Sprint. –le dije señalando la moto más oscura.
—Ésa entonces para ti. –ofreció.
—¿Estás segura? –pregunte perplejo. La idea me emocionaba más de lo debido. Era una moto extraordinaria. Y luego de que la acomodara quedaría excelente.
—Totalmente.
—Esta otra, sin embargo, va a costar algo de pasta —hable mientras evaluaba la otra moto, estaba algo oxidado, y las piezas que debía cambiar costarían mas—. Tendremos que ahorrar para comprar algunos componentes primero.
—Nosotros, no —replico—. Compraré todo lo necesario si tú haces esto sin cobrar.
—No lo sé... —susurre confundido
—Tengo algún dinero ahorrado. Ya sabes, mi fondo para la universidad. –no entendí completamente por que su afán repentino de arreglar motos. Y menos aun por que iba a apelar por sus ahorros para la universidad. No me sentía con el derecho de preguntar. Solo asentí.

Avanzamos hacia el garaje, mientras yo analizaba sus palabras. Y me prometía a mi mismo cumplirlas. Nuestros padres no sabrían de esto. Haría todo lo que me pidiera, si eso la mantenía conmigo.

Deje las motos en el cobertizo, papa nunca entraba ahí por que la silla de ruedas no se lo permitía. Y menos aun el trayecto hasta la casa.

Ese mismo día comencé a desmontar las motos, inicie con la roja, la que estaba más oxidada y obviamente requería mas trabajo. Vi un momento a Bella, de pie junto a mí. No podía quedarse de pie mientras yo trabajaba y menos a aun reclinarse en el piso como yo. Me moví hacia mi auto casi terminado, y le abrí la puerta del copiloto para que pudiera sentarse mientras yo trabajaba.

Estaba siendo victima de una felicidad indescriptible, me la pase hablando como una vieja chismosa. Mientras hacia mi trabajo. Le conté muchas cosas. Sobre las clases y como me iba. También, le hable sobre mis dos mejores amigos, y nuestras bromas.

—¿Quil y Embry? —Me pregunto cuando le hable de ellos—. Son nombres bastantes raros.
En realidad lo eran. Pensé mientras me reía.

—Quil es el nombre de una prenda usada y creo que Embry consiguió su nombre de una estrella de un culebrón. Pero no se les puede decir nada. Se lo toman mal si mencionas el tema, ¡y se te echan encima después! –eran muy peligrosos.
—Buenos amigos, entonces —dijo enarcando una ceja.
—No, sí que lo son. Sólo que no te metas con sus nombres. –era una advertencia, muy cómica por cierto.
Justo cuando hablábamos de ellos, escuche como me llamaban desde afuera. Luego del baile de Bella, Embry había ido hasta mi casa, estábamos bien y las cosas se habían calmado entre nosotros. El se la pasaba de ves en cuando con Sam, pero no tanto como para intimidarme. Pero en este momento precisamente fuera preferido estar enojado con el… y también con Quil.


4 comentarios:

  1. Estupendo tu capitulo Angela, me gusta mucho. este es mi libro favorito (y lo digo una vez mas)
    Ese espiritu de Jake es asombroso.

    Felicidades Angela !!!

    besos y abrazos,

    LISY

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  2. Bravo Angela muy buen capitulo, espero que pronto publiques el siguiente capitulo, este libro es muy bueno, pero para mi es el mas triste y crucial de lo cuatro por que todo es cuestion de decidir... pero lo mejor es que ahora lo vamos a vivir (bueno a leer) segun el punto de vista de Jacob...

    Enhorabuena y felicidades

    TKMIL, UN ABRAZO Y FELICIDADES

    aTTE Rosy

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  3. concido con rosa, este libro no es mi favorito del todo porque todos sufren pero se que es parte muy importante de la historia!!! me encanta como llevas esta historia un beso angela!!!

    Por cierto tienes otro premio en mi blog!!!
    http://destellosdeluna-astrid.blogspot.com/

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  4. Hola ángela te kedo muy bien sigue así, me encanta este Jacob en esta parte del libro!!!cuidate bye

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