Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

julio 22, 2011

Cap. XXII

Alejándome de Ti

- ¿Por que demonios dejaría de hablarle?

- Aún no estas en condiciones de estar cerca de nadie, más que de nosotros.

- No puedo dejarla atrás. Yo mismo no me lo perdonaría.

- Lo que no te perdonarias seria hacerle daño. Si por alguna vuelta del destino llegaras a lastimarla, no podrías superar esa culpa. Jamás.

- Yo no le haría daño.

- Te aseguro que si podrías hacerlo. Aunque no quieras, cuando te transformas eres un ser inestable. Por lo menos hasta que puedas controlarte. No puedes estar cerca de ninguna persona, que no pueda reaccionar al estar junto a ti, durante la transición.

- Esta bien. –me dolía aceptar. No lo hacia solo por le hecho de que jamás quisiera lastimar a Bella, aunque en este momento con el solo hecho de dejarla sola y no comunicarme con ella. La hacia sufrir. Pero fuera de esto acepta el “mandato” de Sam, –por que así lo sentí– y quizás por esto no lograba doblegarme. Era algo que aun, no entendía.

- Y nunca, óyelo bien. NUNCA. Podrás decirle lo que eres ahora, ni lo que somos nosotros. Es un secreto de la tribu.

Valla, con eso si había un problema. Asi tiempo cuando caminaba con ella por First Beach, yo le había revelado la vieja historia de la tribu Quiliute. Un presentimiento me indico que este no era el momento para comentárselo a Sam.

Sam espero hasta que yo lo mire, y asentí.

- Otra cosa más antes de irme. Te recomiendo que te cortes el cabello, cuando eres lobo, y tu cabello es tan largo, se te dificulta poder ver por la cantidad de pelaje que se acumula frente a tus ojos.

- Bien. Lo hare. –obedecí automáticamente. Odiaba cortar mi cabello.
Sam se fue, afuera lo esperaban los otros dos lobos. Embry, y… aun no sabia quien era el otro, nunca hablo lo suficiente como para poder saber quien era.

Me fui a dar un baño, luego de que me vestí, me fui a la cocina, papá había pedido… 3 pizzas. No podía creer que fuera pedido tantas.
Cuando termine de comer hasta el último trozo, supe por que. Tenía un hambre inhumana.

Antes de acostarme busque una tijera, me fui al baño, y pase la filosa tijera entre mis cabellos. Me lo corte yo mismo, molesto. No deseaba hacerlo, pero si iba a ser un lobo. Quería poder tener visibilidad. El corte me quedo como de profesional.

Cuando me fui a acostar caí rendido.

Comencé a dar vueltas en la cama, molesto... Me sentía un poco mal, había soñado con Bella; fue lo peor que pude imaginarme. Bella salía herida por mi culpa.

Afligido me levante de la cama y fui a trompicones hasta el sofá. Me sentía débil, y… molesto. Me senté en un de las sillas de la mesa, respire un par de veces, profundo y tratando de calmarme; estaba molesto por el simple hecho de imaginarme lastimando a Bella.

El teléfono sonó sobresaltándome.

— ¿Diga? –la voz me sonó un poco ronca.

—Ay, Jake —era Bella. Mi corazón pego un brinco de la emoción y el miedo—. ¡Qué mala voz...!

— Me encuentro fatal... —dije en voz baja. Seguramente papá estaba en casa, el sabia que yo no debía hablar con Bella.

— Cuánto siento haberte hecho salir conmigo. Te he fastidiado. –se disculpo. En realidad era lo mejor que me había pasado. Aunque luego de ese día, todo en mi vida había cambiado.

— Estoy contento de haber ido. No te eches la culpa, no la tienes. –no era justo que se sintiera mal por una idea errada. Lo que me sucedía no era culpa de ella.

— Enseguida te vas a poner bien —aseguro—. Yo ya me sentía bien esta mañana, al despertar.

— ¿Estabas enferma? —pregunte sintiéndome culpable por no haberla llamado antes. Debí haberlo hecho aunque papá, Sam y todos los integrantes de esa manada se molestaran.

—Sí, yo también la pillé, pero ahora me encuentro bien...

—Eso es estupendo —dije en un susurro. Si ella estaba bien, yo también lo estaba. No podía ir a su casa.

—... así que probablemente estarás bien en cuestión de horas —me prometió.

— Dudo que tenga lo mismo que tú. –respondí en voz baja.

— ¿No tienes una gripe estomacal?

—No, esto es… algo más.

— ¿Qué es lo que te duele?

—Todo —susurre—, todo el cuerpo. –no mentía, aun me dolían todos los huesos y músculos.

— ¿Qué puedo hacer, Jake? ¿Qué te puedo llevar?

—Nada. No puedes venir —le corte tajante. Demasiado descortés para mí gusto. Pero tenia que cuidarla, no podía permitirle estar cerca de mí.

—Ya he estado expuesta a lo que sea que tengas —trato de contrariarme.

— Yo te llamaré en cuanto me sea posible. Te avisaré de cuándo puedes volver a venir.

—Jacob...

—He de irme —dije rápidamente cuando escuche que papá se acercaba. Y que yo me acercaba a flaquear en promesa de separarme de ella.

—Llámame cuando te encuentres mejor.

—De acuerdo —acepte triste, sabiendo que no podría hacerlo.

—Te veré pronto —dijo Bella tristemente.

—Espera a que te llame —le repetí. Tratando de convencerla. Yo sabía que no la llamaría. Era mejor para ella.

—Vale... Adiós, Jacob.

—Bella...
Susurre melancólicamente, con unas lágrimas que habían comenzado a rodar mis ojos sin permiso. Colgué el teléfono, y cruce la puerta, en dirección al bosque, sabiendo que no tendría tiempo suficiente para calmarme. Me quite la camisa en el camino, dejando fluir esa otra parte de mí.

1 comentario:

  1. oww... que dificil es mentir para proteger a los que quieres, y tratar con la transformacion!!!

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