Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

abril 15, 2011

Relato para Dulce Cautiva. CLUB DE LAS ESCRITORAS.

Hola mis niñas Twilighters... estoy feliz con este iniciativa que ha tenido mi querida amiga Dulce Cautiva: escribir un libro entre todas las socias del CLUB DE LAS ESCRITORAS que tenga como temas principales "lo Sobrenatural y lo Romántico"...awwww.. jeje me encanto la idea y pues quise poner mi granito de arena y decidí hacerlo de Vampiros.. y me tome el atrevimiento de hacer una portada (me encantan las imágenes, crece la inspiración xD)... aquí se los dejo... espero sea de su agrado. Un beso las kiero.



Deseos de ti… Deseos por ti.

Mi alimento pasaba frente a mis ojos. Su olor despertaba todos mis instintos y cada una de mis terminaciones reclamaba que fuera por el.

Si pudiera sudar, sudaría; si mi corazón latiera estaría apunto de salirse por mi boca. Si pudiera llorar por mi triste realidad, mis lágrimas correrían incesantes. Pero no… ninguno de mis deseos se harían realidad. Lo único que no quería sentir, lo sentía; se había apoderado de mí, era esclava del instinto de cazar.

Hace 4 décadas me había ido de Transilvania, quería huir de todo. Pero mi peculiaridad me acompañaba al fin del mundo. Si pudiera terminar con este sufrimiento, que me hace querer gritar, correr, llorar, desahogarme.

Que me obliga a alimentarme.

Recordé mi pasado, aquella madrugada en que fui asesinada. Una vida por vivir, sueños y metas que se estancaron en mi fuerte y veloz cuerpo de solo 20 años. No quería nada de lo que poseía ahora. Solo en esos momentos que por mis labios no corría la sangre, podía sentirme tan dulce y tierna como antes. Tan humana.

Ahora estaba en Siberia Oriental, Rusia… observando desde lejos a un joven delgado, moreno, con unos rizos encantadores. Mi presa caminaba entre los bancos de un parque. Cerré las manos, en puños. Mientras contenía la respiración. Mis largas uñas quedaron marcadas en mi piel pálida como tiza por la falta de sangre.

Me cole entre los arboles, evitando que me escuchara. No quería que mi instinto superara mi voluntad, no codiciaba matarlo, alimentarme de el… pero sabía que le atacaría. Era mejor quitarle la vida, que darle una existencia vacía como la mía.

Inhale un poco, el olor de la sangre me lleno la cabeza y mis sentidos aclamaban ser satisfechos. Pero luego un olor familiar me estrujo los sentidos. Era… rosa silvestre. Estaba cerca de unos arbustos impregnados de ellas; salte sigilosamente a lo más alto de otro árbol. –Los vampiros no soportamos esa planta –Estaba justamente sobre el, mi presa. Mi necesidad.

Un rugido salió de mi pecho cuando divise a unos metros a Henry –un antiguo vampiro, con el cabello rubio, reluciente como el sol, de apariencia delgada con la piel sonrosada por la sangre, quien fue convertido al cabo de su muerte, a los 17 años. En la década de los 20. –asechaba la misma presa que yo. De pronto su mirada rodo hasta mí y una sonrisa burlona y descarada se extendió por su cara.

Mantuvimos la vista fija el uno en el otro, de repente salto ante la victima desprotegida que caminaba debajo del árbol donde yo estaba. De forma sorda, cayo en seco frente a el. El joven quedo inmóvil, su corazón latía desbocado como el trote apresurado de un caballo. Estaba consiente de que algo malo iba a pasarle, pero no se imaginaba que era su asechador.

Un vampiro, aún sediento; estaba de pie frente a el. Movía su cabeza hacia los lados, con una sonrisa irónica en el rostro, esperando que su presa comenzara a correr para protegerse.

Salte del árbol y caí de pie unos pasos atrás del chico. La necesidad de defender mi presa me invadía completamente.
- Valla, Crista. Tu instinto te corroe. –se burlo.
- No me tientes, Henry. –dije amenazante.
El joven moreno se dio la vuelta poco a poco, hasta hacerme frente. Me observo con precaución, sus enormes ojos me cautivaron. Eran de un suave color café, hermoso, y no me miraba con desprecio, parecía algo confundido. En cambio yo me sentía el ser más miserable del mundo. Sentí la necesidad de cuidar de el.

- Bien, tú llegaste primero.
- Así es –afirme – .Por lo que agradecería que te largues.

Asintió tranquilamente, pero su sonrisa estúpida me perturbaba. Tenía unas cuantas décadas más que yo, y obviamente había comido. Llevaba por un rato las de perder, pero igual daría lucha si pretendía provocarme.
Se dio la vuelta, camino unos pasos y luego se detuvo. Mantuve una posición inclinada, en forma de ataque preparada para abalanzarme sobre el si intentaba una maniobra estúpida.
- Que lo disfrutes. –dijo de espaldas hacia mi. Anduvo unos pasos más y salto hacia las ramas de un árbol, se perdió de vista en unos segundos. Escuche como se alejaba… esperando, me erguí en cuanto deje de escuchar sus pasos y sus respiraciones.
- Lamento lo sucedido. –me disculpe con el indefenso humano que aun estaba absorto e inmóvil delante de mi.
Trato de hablar, pero las palabras no lograban sobre pasar el nudo de temor que se había formado en su garganta. Seguramente no confiaba en mí, era lógico.
Sin saber como mi hambre había desaparecido casi por completa. –bueno mi hambre hacia el específicamente. – aun aguantaba la respiración. Pero me sentía tranquila, solo quería que el estuviera fuera de peligro. No era seguro que permaneciera en el parque solo a esta hora. Aun había otros rondando la zona; ellos al igual que yo sabíamos que este era un buen lugar para cazar.

- Es mejor que nos vallamos. –el asintió– Te acompaño hasta la salida del parque. –me ofrecí.
- ¿Quien era el? –me quede muda cuando lo escuche hablar. Pese a que creía que me tenia miedo, no me pregunto que era yo, solo que quien era ese.
- Henry Calmet. –conteste luego de un par de segundos. –siempre esta rondando por aquí. No deberías andar por aquí solo, menos a estas horas.
- Tú estas sola. –señalo.

Pese a mi mascara de dureza, me reí. Me sentía un poco débil, pero junto a el las cosas parecían ir bien.

- Cierto, pero te aseguro que se defenderme mejor que tú.
- Jajaja, es bueno saberlo. –me quede absorta. No importaba lo temerosa que pude verme en cuando Henry quiso arrebatarme “mi comida”… ni cuantas indirectas dijera para recalcar que era peligrosa. Fuerte y veloz.
Me frene en seco, a unos pasos de la salida del parque.
- No sabes quien soy. –le asegure.
- Eso tiene solución. –dijo mientras tendía su mano hacia mi. –soy Damián. ¿Y tú? Oí que ese tal Henry te llamaba Crista.
- Si, así es. Me llamo Crista Montiel. –le dije mientras tomaba su mano delicadamente, para evitar lastimarlo.
- Y bueno, lo único que se de ti, es que me salvaste. Lo demás no tiene importancia.
- ¿Te salve? –repetí confundida. El no tenia ni idea que yo quería acabar con el. Con su existencia. Henry evito que cometiera ese error. En contra de su voluntad claro esta. El me dio el tiempo suficiente de concentrar mi necesidad en algo diferente. En frenarlo de acabar con la vida de Damián. Eso se había convertido en algo más importante para mí.
- Si, me salvaste. Se lo que Henry quería de mi.
- No, no lo sabes. –dije dolida. El no tenia idea de nada.
- Lo se muy bien. Se que quería el. Se por que estabas ahí.

Me quede atónita, era imposible lo que el decía. No podía saber nada, era simplemente absurdo y muy peligroso… para el.

- No tienes ni la más remota idea. Tus hipótesis no se deben acercar en nada a la “realidad”. –la fatal realidad.
- El es inmortal. Al igual que tu. –me soltó en seco y sin tartamudeos.
- Inmortalidad es sólo una palabra. Todo lo que existe puede morir. Cada ente viviente tiene un arma contra la que no tiene defensa.
- He escuchado eso antes. Sabes que es mentira. No es solo una palabra, es más que eso. Es tu ser personificado en algo irreal. En tu caso, algo magnífico.
- ¿Por qué crees que soy inmortal?
- Por que se mucho de ese tema. No solo eres inmortal.
- ¿A no? –no daba crédito a lo que me decía.
- Eres una vampira. Muy agraciada y hermosa debo agregar. –si tuviera suficiente sangre en mi cuerpo tendría las mejillas sonrosadas y podría parecer un chica algo normal. En cambio mi piel blanca junto a mi cabello negro como el azabache, mostraba que no era nada corriente.

Umm. ¿Me llamo hermosa? Debía estar loco para hablar conmigo. Creyendo saber lo que yo era, mínimo debía alejarse.

- Si… según tú, soy eso. Entonces… ¿que haces aun aquí? –le rete, dejando entrever un poco mis dientes.
- No te tengo miedo Crista. Eres más de lo que dejas ver. –dijo seguro de si mismo.
- ¿Por…
- Lo se –me interrumpió –por esas ojeras que oscurecen tu bello rostro, también por tu piel tan pálida. Eso demuestra que no has comido.
- No me gusta alimentarme…de… – no debí decir eso, solo estaba afirmando su conjetura.
- Te entiendo
- ¿Como es posible? –pregunte boquiabierta.
- Mi padre… bueno mi padrastro era vampiro. Quiso convertirme más de una vez. Pero nunca encontré motivo para hacerlo.
- Es mejor así. Mi mundo, no es factible para nadie. Es un infierno eterno.
- Si, yo pensaba lo mismo. Por eso nunca accedí a convertirme.
- Es mejor así. –dije cortante. –adiós, debo irme. –camine hacia la entrada. Sentí un leve roce en el brazo, el trataba de hacerme volver. Me detuve por mi voluntad, podía soltarme de su agarre como si fuera una mariposa posada sobre mi brazo; en lugar de un hombre de casi 80 kilos. Pero a cambio, me detuve, con la vista clavada en sus profundos ojos.
- No te vallas, por favor.
- La situación no amerita que permanezca aquí.
- Y si te pido que permanezcas a mi lado.
- Eso no tiene sentido.
- Para mi si. Llevo años triste…solo, deje a Julián, mi padrastro, cuando quiso transformarme en contra de mi voluntad.
- A mi lado tu vida va a ser igual. ¿Cómo podrías convivir junto a mí… sin que te lastime? –era imposible el solo pensarlo. El me gustaba, no quería que muriera. Y menos por mi causa.
- Por que no podrías lastimarme… si fuera como tu. –sus palabras se clavaron en mi mente, martillando cada uno de mis pensamientos.
- Jamás te dejaría ser como yo.
- Esa decisión es mía.
- Dijiste que nunca has querido ser como yo.
- Por que nunca había tenido un motivo para serlo.
- ¿Ahora si? –pregunte aun suponiendo la respuesta.
- Si, ¡tu!... quiero estar junto a ti.
- No soy buena para ti. –dije entre un suspiro lastimero.
- Eres perfecta. –coloco su mano bajo mi mentón, poco a poco se acerco a mi, de forma lenta y pausada acerco sus labios hasta mi rostro, trate de aguantar la respiración. Me dio un tierno beso, tan suave y delicado como el aire, y tan dulce como el chocolate. Nuestros labios se movían en una sincronía perfecta, única. –quiero ser como tu.
- Quiero que vivas tu vidas feliz… como un humano. Aunque eso te aparte de mí. –absurdamente sentía cariño por el. Tenía años con esos sentimientos guardados dentro de un baúl junto con mi humanidad.

El despertaba muchas cosas en mí.

- Nada me apartara de ti. –me dijo mientras giraba su cara y me mostraba su largo cuello, invitándome a una vida eterna con el.
Me acerque a el, y tratando de ser lo más delicada que me permitía mi naturaleza. Clave mis colmillos en su suave cuello, parecido a la mantequilla. El se estremeció entre mis brazos, un temblor recorrió su cuerpo; poco a poco los temblores fueron disminuyendo.

Su despertar a esta nueva vida, fue algo glorioso para ambos. La soledad no seria más su compañera, ni la mía. Ahora nos teníamos el uno al otro por toda la eternidad.

2 comentarios:

  1. Hola guapa!, k peazo d relato!, guau!!!, me ha gustado muxo, es una maravilla!. X cierto, gracias por colaborar con mi nuevo proyecto, eres un encanto!.

    Y otra cosa más, no borres ésta entrada, x lo menos no hasta q finalice el proyecto, vale?.

    Weno, un beso y tate trankila, con cualquier cosa yo t aviso, muak!!!

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  2. Ay, que lindo!!! Me gustó mucho tu relato, menos mal que este no es un concurso por que los que he leído hasta hora están todos buenos!!! Sería un concurso muy difícil!!!
    Besos!!!

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