Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

agosto 24, 2011

Cap. XXIX

No era lo que quería pues… ahí esta ya lo recordó. ¿Y ahora?


Pasamos toda la noche haciendo ronda… Sam nos indicaba que perímetro debíamos recorrer, tenia que ir y venir de un extremo al otro, de vez en cuando me encontraba con el olor de la sádica vampira, pero solo eran residuos de días anteriores, era inevitable que la pestilencia quedara impregnada en el ambiente.

Sam me recordó la orden que me había impuesto como el alfa de la manada, “tenia prohibido confesarle a Bella lo que éramos”. Pues bien le aclare como pude sin dar detalles y tratando de pensar lo menos posible en Bella, que si ella se enteraba no era porque las palabras salieran de mis labios, si no porque ella lo adivinara. No había ruptura de la orden visto desde mi punto.
Embry nos había aclarado, que a los pocos segundos de haberse ido la señora que estaba cerca del cuerpo había salido corriendo… seguramente a contar que lo habían visto.

Asi que esa noche nos vimos obligados a poner atención a todo aquello que escucháramos u oliéramos. Era agotador tener que estar dando vueltas en un mismo perímetro y además estar atento al ojo visor de algún humano noctambulo, montañista… o cazador de lobos.

Pero mantenerme ocupado me ayudaba a despejar la mente, había notado que mientras estaba como… lobo. Mis sentimientos eran más llevaderos, y podía pensar con algo más de… cordura, por así decirlo.

En la mañana Sam nos mando a descansar a Embry, Paul y a mí. Nos relevaron Jared y Sam. No podíamos andar todos dando vueltas por el bosque, la gente del pueblo estaba más que asustada por las continuas muertes de las ultimas semanas, y la aparición de lobos gigantescos no les ayudaba en nada a mantener el juicio.

Cuando llegue a mi casa me fui directo a mi cama… caminaba arrastrando los pies, como si una liga me jalara por la cintura hasta mi habitación.

Papá estaba dormido… pase frente a su habitación, y el comenzaba a levantarse.

— ¿No volvió, verdad? —obviamente el estaba al tanto de los sucesos del día anterior, a diferencia del resto de la población el sabia que nosotros no éramos los culpables.

— No, nada. Voy a… —un bostezo me invadió— dormir.

— Claro anda. Debes descansar.

Me deje caer sobre mi cama —que cada vez parecía más pequeña— tal cual como iba vestido… sabia que necesitaba un baño pero no tenia fuerzas ni para comer.

Aunque no quise, esa madrugada soñé con Sam, había visto en su mente el proceso de su transformación, aun era muy joven, tanto como nosotros, su transformación se llevo a cabo una vez que los Cullen volvieron a Forks. El casi se volvió loco pues estuvo completamente solo. Cuando volvió a su forma humana, hablo con el consejo de ancianos, le explicaron lo que le había sucedido, y que en poco tiempo habrían más como él.

Estuvo saliendo en el instituto con Leah Clearwater. Su relación con ella empezó a desmoronarse después de su transformación, porque tenía prohibido decirle a Leah en lo que se había convertido. Desapareció durante aproximadamente 2 semanas, que hicieron que Leah enloqueciera casi por completo. Su relación terminó cuando Sam se "imprimó" de la prima segunda de Leah, Emily.

Esa era otra de esas características lobunas, la imprimación.

Según los ancianos del consejo; la imprimación es una característica de los licántropos que consiste en una fuerte atracción y sentimiento de protección por un único objeto de imprimación, diferente en cada uno de los integrantes de la manada. Pero además agregaban que era algo muy poco común entre los miembros.

A medida de que los otros chicos de la reserva, Jared y Paul, fueron convirtiéndose en licántropos, Sam asumió el papel de líder.

Recordé además las cicatrices que Emily Young tiene al lado derecho de su cara, estas fueron hechas por el desenfreno de un lobo. Sam se transformo estando muy cerca de ella, y la lastimo, dejando su rostro marcado de por vida, por tres enormes cicatrices que ocupan todo el lado derecho de su cara, deformándola.

El se siente culpable por eso, pero ella nunca le ha recriminado nada; todo lo contrario se ha hecho parte primordial de la manada, desde que la conocí bien —siendo lobo— no ha hecho más que ser condescendiente y amable conmigo y los demás, tiene algo así como un instinto maternal y siempre esta al pendiente de todos, nos hace comida, calculando cinco platos de comida promedios para un humano, por cada uno de nosotros.

Cuando supe la verdad de sus cicatrices, me aterre por Bella, no la quise ver y desee estar lejos de ella, pero solo por su bien. Ahora había decidido acercarme ella, pero aún estaba asustado. Cada vez que estaba cerca de ella, arriesgaba su vida; odiaba que la más mínima molestia me provocara temblores en el cuerpo.

Cuando abrí los ojos apenas estaba el cielo cambiando a gris, algunos rayos de luz entraban por la ventana, pero pronto se encapotaría el cielo, como era costumbre.

Me di un baño rápido, y fui hasta la cocina, un olor conocido choco contra mi nariz. No era un vampiro, claramente. Era un aroma dulce, parecido a las fresas… era de Bella.

Gire a ver a mi papá, este se encontraba en la cocina preparándome algo para desayunar, supuse por la cantidad de comida.

— Bella… —murmure.

— Te esta esperando en la playa. Esta preocupada por los cazadores de “lobos” que andan rondando los bosques hoy.

— Gracias.

— Come algo antes de ir… —no escuche nada más por que había cruzado la puerta de la casa.
Llegue rápido hasta First Beach, desde los arboles divise la camioneta de Bella estacionada en el aparcamiento. Camine por las piedras, entre los escasos arbustos, buscando a Bella. O su aroma. O quizás el latido de su corazón.

Y ahí estaba… sentada sobre las raíces de un conocido árbol, blanco por al salitre. El mismo donde habíamos conversado hacia ya un tiempo, donde yo le había confesado quienes eran en realidad los Cullen.

Supuse que si estaba aquí era por que ya había recordado todo.

Un miedo me invadió repentinamente, Bella tenia una expresión vacía, pensaba en algo con detenimiento. Camine sobre las piedras, que estaban a unos pasos de Bella, llegue pronto junto a ella, sin que lo notara si quiera.

— Hola, Bella. —murmure desde atrás tratando no asustarla.

Aun así ella salto del albor, y escruto con la vista clavada en los arboles, buscando la persona de la que procedía la voz.

— ¿Jake?

No quise acercarme mucho a ella, solo avance lo suficiente como para que pudiera dilucidarme. Me detuve aun muy lejos de ella, sin poder evitarlo comencé a mecerme de un lado a otro nervioso, cambiando de peso sobre un pie y seguidamente del otro.

— Billy me informó de tu llegada —le comunique— No te ha llevado mucho tiempo averiguarlo, ¿no? Sabía que lo descubrirías.

— Sí, ahora recuerdo la historia en concreto —bueno eso era lo que yo quería, o no?

El silencio de Bella, me demostró lo que yo temía, Bella estaba asustada… aterrada quizás. Estudie cuidadosamente los gestos y la reacción de Bella ante la mención de esos recuerdos. Estaba trémula y algo intranquila, sus ojos veían al suelo. Demasiado nerviosos para soportar mi mirada.

— Podías haberte limitado a telefonear —me limite a decir. Recordándole que le había dado esa opción.

— Lo sé. —afirmo luego de un asentimiento.

Entonces que hacia aquí, fuera sido más fácil solo llamarme. Aunque estaba feliz de verla fuera preferido que se quedara en casa, me llamara y me dijera que era un monstruo y que no quería verme. Y así mantenerse a salva por juicio propio. Camine sobre las piedras de un lado a otro, más nervioso e inquieto que cuando llegue.

— ¿Por qué has venido? —pregunte poco a poco.

— Pensé que sería mejor hablar frente a frente.

No pude evitar reírme sarcásticamente. ¿Cómo podía ser mejor?
— Oh, sí, mucho mejor.

— Jacob, he de avisarte...

— ¿Contra los agentes forestales y los cazadores? —Charlie era policía, el estaba al tanto de la situación y por tanto ya había informado a Bella. Extraño era que viniera a avisarme. Seguramente contaba con que alguno de esos cazadoras mataran a uno de los lobos que rondaban los bosques— No te preocupes, ya lo sabíamos.

— ¡¿Que no me preocupe?! —soltó Bella—. Jake, llevan armas, están tendiendo trampas, han ofrecido recompensas y...

— Podemos cuidarnos solos —le aclare sin dejar de caminar—. No van a atrapar a nadie. Sólo van a ponérnoslo un poco más difícil —nos costaba más vigilar teniendo a la gente rondando los bosques, más no era imposible— pero pronto comenzarán a desaparecer también. —la historia de los lobos, pasaría rápidamente, solo necesitamos acabar con la vampira, al no haber ningún chupasangre cerca, la manada se limitaría a vigilar nada más; evitando los muertos que dejaban los fríos…

— ¡Jake! —murmuré.

— ¡¿Qué?! Sólo es un hecho. —explique aturdido.

— ¿Cómo puedes... pensar así? Conoces a esa gente. ¡Charlie está ahí fuera!

— ¿Y qué otra cosa podemos hacer? —que esperaba que dejáramos a la vampira rondar por ahí sin más, no importaba si Charlie y otros estaban ahí afuera, igual tendríamos que hacer las rondas y vigilar.

— ¿Podrías...? Bueno, ¿podrías intentar no convertirte en... hombre lobo?
Levante los brazos sobre mí, extendiendo las manos exasperado. Claro a ella no le molesta andar con un monstruo salvaje y consumidor de sangre… pero si la exaspera tener un amigo lleno de pelos. Al menos era más humano que el.

— ¡Como si tuviera elección! Además, si lo que te preocupan son los desaparecidos, ¿de qué iba a servir? —ya nada se podía hacer.

—No te entiendo.

La mire molesto y escupí las palabras con todo el odio y la frustración que llevaba dentro, ella estaba asustada por… mi. Claro no lo estaba cuando rondaba por ahí con un grupo de vampiros… pero si esta aterrada por mi.

— ¿Sabes lo que más me molesta? —Ella negó con la cabeza esperando la respuesta—. Que seas tan hipócrita, Bella. Estás ahí sentada, aterrada por mi causa. ¿Es eso justo?
Las manos comenzaron a temblarme. Era casi inevitable, Sam me había aclarado que poco a poco aprendería a controlarlo mejor. Pero en este momento no podía lograrlo, parecía imposible si quiera de imaginar.

¿Hipócrita? ¿Tenerle miedo a un monstruo me convierte en una hipócrita?

—Bah —yo si soy un monstruo, a mi si me teme. Claro que era hipócrita, solo le gusta un tipo de monstruo, entonces? Me lleve las manos a la cabeza exasperado—. ¿Te has oído a ti misma?
— ¡¿Qué?!

Camine dos pasos hacia ella. Me detuve lo suficientemente cerca como para que pudiera verme, y la rabia que expulsaba en mis palabras también la detectara a través de mis ojos.

— Bueno, lamento mucho no ser la clase de monstruo que te va, Bella. Supongo que no soy tan bueno como un chupasangre, ¿no?




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