Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

marzo 18, 2011

Cap. III

Leyendas

- Me llamo Jacob Black —le tendí mi mano, esperando que la estrechara –tu compraste el coche de mi papá –le aclare, su cara dejaba claro que no era tan atrevida como para tomar la mano de un desconocido.
- Oh –parecía aliviada, estiro su mano y yo la estreche suavemente –eres el hijo de Billy. Probablemente debería acordarme de ti.
- No, soy el benjamín... –le dije en tono de broma, cuando ella vivía aquí siempre estaba con mis hermanas –deberías acordarte de mis hermanas mayores.
- Rachel y Rebecca –al parecer las recordaba bien, en realidad no me extrañaba pues cuando papá y Charlie se iban de pesca las dejaban juntas.
- ¿Han venido? –me pregunto, su mirada deambulaba por la orilla del mar, donde estaban algunas de las chicas de la reserva, quizás esperaba encontrar a las gemelas ahí, quizás las extrañara luego de tanto años. Ya ellas no estaban ni cerca de la reserva.
- No –negué con la cabeza –Rachel tiene una beca del Estado de Washington y Rebecca se casó con un surfista samoano. –ese chico que ahora era su esposo, era un muy culturistas en cuanto a su país, cuando usaba bermudas cortas se lograba divisar un tatuaje con varias rallas extrañas, según me explico mi hermana este le llegaba hasta las costillas, no quería ni imaginármelo. –Ahora vive en Hawái.
- ¿Está casada? Vaya –parecía sorprendida.
- ¿Qué tal te funciona el monovolumen? –estaba seguro de que andaba bien, pero su opinión me incumbía, yo era el maestro que había reconstruido el motor de su auto.
- Me encanta, y va muy bien. –parecía casi feliz y complacida, como si en ves de un auto viejo y con mal olor, tuviera un carro de último modelo.
- Sí, pero es muy lento –no pude evitar reírme, era la verdad –.Respiré aliviado cuando Charlie lo compró. Papá no me hubiera dejado ponerme a trabajar en la construcción de otro coche mientras tuviéramos uno en perfectas condiciones. –ahora estaba dedicando toda mi atención en terminar la reconstrucción de mi Volkswagen.
- No es tan lento –protesto.
- ¿Has intentado pasar de sesenta?
- No. –eso explicaba por que decía que la vieja cafetera no era tan lenta.
- Bien. No lo hagas. –le ofrecí una amplia sonrisa y ella me la devolvió complacida.
- Eso lo mejora en caso de accidente –al parecer era muy terca, le quería conseguir el lado positivo hasta debajo de las piedras; pero tenia razón en ese detalle, la coraza del auto era muy fuerte, de ese material rustico que siempre se utilizaba en los autos mas antiguos, este los hace mas resistentes a la hora de un choque; ya podía imaginarme como quedaría un pequeño auto extranjero, lujoso y descapotable al chocar con este.
- Dudo que un tanque pudiera con ese viejo dinosaurio –se me hacia tan fácil sonreír y bromear con ella.
- Así que fabricas coches... –valla, al parecer su rostro aparentaba sorpresa, me sentía casi importante.
- Cuando dispongo de tiempo libre y de piezas. ¿No sabrás por un casual dónde puedo adquirir un cilindro maestro para un Volkswagen Rabbit del ochenta y seis? –le dije en tono chistoso.
- Lo siento –se disculpo mientras era victima de una dulce risa –. No he visto ninguno últimamente, pero estaré ojo avizor para avisarte. –me dijo siguiéndome el juego. Otra sonrisa se escapo de mis labios, era en realidad encantadora, la contemple detenidamente valorando sus hermosos rasgos; llegue a una breve conclusión no solo era hermosa físicamente, también su forma de ser me dejaba atónito.
- ¿Conoces a Bella, Jacob? –pregunto una chica que estaba del otro lado de la fogata,.
- En cierto modo, hemos sabido el uno del otro desde que nací –dije entre risas, gire mi rostros hacia ella y por mi rostro se extendió otra sonrisa solo para ella.
- ¡Qué bien! –la chica parecía un tanto falsa, no le di la mayor importancia, en realidad en ese momento estaba mas concentrado en “Bella”.
- Bella. –la chica atrajo nuevamente la atención de ella; su mientras la observaba de forma calculadora –le estaba diciendo a Tyler que es una pena que ninguno de los Cullen haya venido hoy. ¿Nadie se ha acordado de invitarlos? –sentí que la mandíbula me quedaba colgando, ¡ella conocía a esos! No es que yo creyera en las leyendas de la tribu, pero tampoco me agradaba que ella tuviera una mínima relación con tales intrusos.
-¿Te refieres a la familia del doctor Carlisle Cullen? –preguntó Sam dirigiéndose hacia la chica odiosa que había hablado anteriormente.
- Sí, ¿los conoces? –pregunto ella volviéndose en parte hacia él.
- Los Cullen no vienen aquí –dijo de forma tajante Sam ignorando la pregunta de de ella. El era uno de los principales que si creían en las leyendas de la tribu, pues tenia más tiempo viviendo entre ellas; y según la leyenda ellos no podían entrar a nuestras tierras.

Uno de los chicos que estaban con el grupo le comenzó a hablar a ella sobre un CD que mantenía entre sus manos, distrayendo a la chica de la conversación. Cuando volví mi vista a Bella, ella observaba detenidamente a Sam, el miraba a los lejos, pensando seguramente en el supuesto tratado de la tribu.

- ¿Aún te sigue volviendo loca Forks? –le hable tratando de hacerla volver al momento.
- Bueno, yo diría que eso es un eufemismo –dijo una mueca, sonreí comprendiendo a que se refería; volviéndose loca era una forma más “bonita” de decir que en no se adaptaba al lugar.
Ella perdió su vista por un momento, parecía estar analizando en mente un ejercicio de matemáticas muy complicado.
- ¿Quieres bajar a dar un paseo por la playa conmigo? –me quede atónito ante su propuesta, y más aun me quede perdido por la forma en que sus ojos me observaban, con cierta picardía, una corriente me recorrió lentamente desde la espalda hasta los pies, cuando me di cuenta ya estaba de pie y con un cara que mostraba cuanto me complacía ir a caminar con ella, alejándonos de la multitud de gente que nos rodeaba.

Comenzamos a caminar hacia el norte entre las rocas, ella las observaba quizás con aspaviento, aunque no le gustara del todo Forks, estaba seguro de que la naturaleza podría surtir efecto para hacerle el lugar mas agradable, era difícil no maravillarse ante las diferentes tonalidades de las rocas y la inmensidad del mar que ya comenzaba a oscurecerse por la entrada de la noche; la temperatura comenzó a descender un poco, ella metió sus manos en los bolsillos de su abrigo.

- De modo que tienes... ¿dieciséis años? –su suposición y su mirada me hicieron sentir bien, normalmente no aparentaba la edad que tenia. Y prácticamente nunca había entablado una relación con una chica, ella me sonreía y me miraba de una forma que debiera ser ilegal.
- Acabo de cumplir quince –le confesé sin modestia.
- ¿De verdad? –a juzgar por su expresión le sorprendía que esa fuera la verdad—. Hubiera jurado que eras mayor.
- Soy alto para mi edad –exprese.
- ¿Subes mucho a Forks? –me pregunto, su curiosidad despertaba me hacia sentir importante.
- No demasiado –admití disgustado, casi no podía llegarme a allá por que no tenia un coche que me trasladara—, pero podré ir las veces que quiera en cuanto haya terminado el coche… y tenga el carnet. –añadí para dejar en claro que pronto lo tendría o bueno eso era lo que yo esperaba.
- ¿Quién era ese otro chico con el que hablaba Lauren? Parecía un poco viejo para andar con nosotros –ella se refería a Sam, en realidad el no era tan viejo, aunque claro al lado de nosotros si nos llevaba un largo camino.
- Es Sam y tiene diecinueve años –le explique.
- ¿Qué era lo que decía sobre la familia del doctor? –al parecer estaba un tanto interesado en el tema.
- ¿Los Cullen? Se supone que no se acercan a la reserva. –le confesé, según la leyenda yo no podía contar nada acerca de eso, aunque no creyera en ellas. Desvié la mirada hacia la Isla de James, ellos no tenían permitido pisar nuestras tierras.
- ¿Por qué no? –pregunto ella curiosa, volví mi vista hacia ella, debatiéndome internamente, no sabia si contarle aquello que no debía ser contado.
- Vaya. Se supone que no debo decir nada. –le revelé.
- Oh, no se lo voy a contar a nadie. Sólo siento curiosidad.
Me ofreció una sonrisa que despertaba mi ser, quería seguir hablando con ella, pero no sabia si contarle la verdad; estaba siendo tentado a confesarle la verdad, luego pensé afff que mas da, son solo historias, le devolví una sonrisa, la mire a los ojos enarcando una ceja.
- Te gustan las historias de miedo? –le pregunte con tono adivino.
- Me encantan –me confeso entusiasmada.

Camine hasta un árbol blancuzco por la sal, estaba cerca de nosotros varado en la playa. Me apoye un poco sobre una de las raíces que sobresalían de este, ella camino hacia mi y se sentó a mis pies apoyando su espalda en el tronco.

Volví mi vista hacia las rocas de diferentes tonalidades grisáceas debido a la oscuridad que ya se extendía por el cielo. Sonreí levemente, decidí contarle parte de la leyenda, ella parecía interesada.

- Conoces alguna de nuestras leyendas ancestrales? –Inicie preguntándole que tanto sabia –me refiero a nuestro origen, el de los quileutes. –Con el poco tiempo que había vivido en Forks, era poco probable que supiera algo.
- En realidad, no.
- Bueno, existen muchas leyendas. –Comencé –se afirma que algunas se remontan al Diluvio. Supuestamente, los antiguos quileutes amarraron sus canoas a lo alto de los árboles más grandes de las montañas para sobrevivir, igual que Noé y el arca –sonreí ante lo improbable de esas historias—. Otra leyenda afirma que descendemos de los lobos, y que éstos siguen siendo nuestros hermanos –continúe –la ley de la tribu prohíbe matarlos.
»Y luego están las historias sobre los fríos. –ese era uno de los puntos claves.

- ¿Los fríos? –pregunto curiosa.
—Sí. Las historias de los fríos son tan antiguas como las de los lobos, y algunas son mucho más recientes. De acuerdo con la leyenda, mi propio tatarabuelo conoció a algunos de ellos. Fue él quien selló el trato que los mantiene alejados de nuestras tierras.

Espere a ver su reacción, entorne los ojos, no sabia hasta que punto podría llegar, pero ya había comenzado, que mas quedaba.

- ¿Tu tatarabuelo? –pregunto interesada.
—Era el jefe de la tribu, como mi padre. Ya sabes, los fríos son los enemigos naturales de los lobos, bueno, no de los lobos en realidad, sino de los lobos que se convierten en hombres, como nuestros ancestros. Tú los llamarías licántropos.
- ¿Tienen enemigos los hombres lobo? –pregunto intrigada y algo confundida.
- Sólo uno.


5 comentarios:

  1. WOW...Angela, amiga tu historia va genial... no inventes ver las cosas desde el punto de vista de Jake es fenomenal...

    Muchisimas felicidades

    BESOS Y ABRAZOS Y MUCHISIMO EXITO

    Atte. Rosy

    P.D. Espero el proximo capitulo... nos vas a mal acostumbrar si publicas diario...jiji

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  2. angela te kedo super ste capitulo me encantooooo y como dice rosy eso de publicar a diario pero bueno no importa mientra sigas escribiendo cualquier dia sta bien y lo termines..... cuidate byebye

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  3. exelente capitulo Gixiie,te quedo muy bien narrado, y aunque la historia ya fue contada, tu estas haciendo el personaje de Jacob de una forma mas tangible. Le estas dande a su personalidad el espiritu, y nos lo estas mostrande de una manera mas completa con su mente mas abierta para que lo conoscamos mejor.

    Besos y abrazos,

    LISY

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  4. Perdona la equibocacion en tu nombre Angela te pido disculpas y te aseguro que fue sin intencion de acerlo se trata solo de un error mio.

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  5. me encanto la descripción de bella y como se ve su "ridícula" forma de flirtear desde Jacob. Siempre sentí curiosidad por saber como era realmente su forma de flirtear ya que no pudo ser tonta y efectiva a la misma vez. Esto demuestra lo que yo pensaba, flirteaba bien. Me encanta!!!

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