Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

agosto 29, 2011

Cap. XXXI

Vampiros Superpoderosos… Bah

No quise sonar escandaloso, trague saliva, respire y pregunte tranquilamente.
— ¿Por qué?

— Edward mató a James —la apreté con más fuerza a mi pecho—. Victoria se ha obsesionado con él, pero Laurent dijo que ella pensaba que sería más justo matarme a mí que a Edward. Pareja por pareja. Supongo que no sabía, aún no lo sabe, que... —le costaba hablar con claridad, hablar de el la lastimaba, no tuve que verla a los ojos para saber cuanto le dolía— que las cosas ya no son como antes entre nosotros, al menos por parte de Edward.

— ¿Es eso lo que sucedió? —Si eso era verdad entonces, porque se fueron los Cullen sabiendo que aún quedaba alguien detrás de Bella— ¿Por qué se fueron los Cullen?

— Bueno, al fin y al cabo, no soy más que una humana, nada especial —explico como si estuviera hablando de una cosa en vez de ella misma.

Un gruñido se escapo de mi pecho.

— Si ese idiota chupasangre es de verdad tan estúpido...

—Por favor, por favor. No sigas. —no pude continuar hablando de lo mismo, no porque ella me fuera interrumpido si no por el dolor que destilaban sus palabras.

Asentí sabiendo que ese tema le afectaba demasiado, debía concentrarme en la información que Bella me acababa de proporcionar.

— Esto es muy importante. Es exactamente lo que necesitábamos saber. Debemos decírselo a los demás ahora mismo.

Teníamos que hablar con los demás para comunicarles lo que sucedía, no sabía como reaccionaran ante Bella pero era ella la que me había contado lo ultimo así que debían comportarse.
Levante a Bella del árbol, no quise soltar mis brazos de su cintura, no estaba muy seguro de si podría mantenerse en pie por si sola.

— Estoy bien —la voz de Bella flaqueaba y su mirada siempre la delataba cuando mentía.
La tome de la cintura con un solo brazo.

— Vamos.
Fuimos hasta su auto, pero yo necesitaba hablar con Sam, aún no sabía donde, así que tenía que resolverlo con el. No podía decirles que llevaba a Bella conmigo pues se negarían rotundamente.
Les diría que tenía información importante y debíamos hablar. No contaba con mucho tiempo tampoco y no quería que hurgaran en mi mente buscando algo más que me delatara.

— ¿Adonde nos dirigimos? —pregunto Bella confundida.

— Aún no estoy seguro —admití—. Voy a convocar un encuentro. Eh, quédate aquí un minuto, ¿de acuerdo? —la coloque cerca del auto, para que se recargara de este y no fuera caer, yo necesitaba ir a contactarme con la manada, pero no pensaba transformarme delante de ella, obviamente, necesitaba un lugar un poco alejado.

— ¿Adonde vas? —inquirió.

— Estaré de vuelta enseguida —asegure para tranquilizarla. Recorrí el estacionamiento rápidamente hasta cruzar los tupidos arboles.

— ¡Jacob! —escuche como Bella me llamaba, pero ella estaba bien. Solo desconcertada… pero a salvo, de todas formas no iría muy lejos pues necesitaba estar pendiente de ella solo por si a caso. Decidí que me reuniría con la manada cerca de los acantilados donde había practicado en moto con Bella.
Cuando estuve seguro de que no había nadie cerca que pudiera verme, me quite la camisa y el short y los coloque en una rama que sobresalía de un gran árbol.

Me concentre en mi forma lobuna, cada vez más arraigada conmigo. Los temblores recorrieron mi cuerpo entero y estuve en cuatro patas en un momento, me asustada lo rápido que podía convertirme cuando lo deseaba.

Un coreo de voces me aturdió.

Jacob

Jake…

Jake

¿Donde has estado? —pregunto Sam.

Solo quería comunicarles que tengo información importante —anuncie— Nos vemos a 8 kilómetros del océano, por la zona norte de los acantilados.
Pero… — comenzaron a protestar algunos.
Bien —exclamo Sam. Dando pie a mi salida.

Corte la comunicación volviendo a mi forma humana. Contaba con que no hubieran escuchado nada de Bella en mi traicionera mente, estaba seguro que así había sido pues no había pensando en ella hasta este momento.

Me puse mis ropas nuevamente y me comencé a caminar hacia el estacionamiento, cuando llegue no vi a Bella donde la deje si no por el contrario la encontré dentro del auto.

Alce la mano y toque suavemente en la ventana, pero aún así Bella se sobresalto por el susto y profirió un grito ahogado, no me di cuenta que había bajado los seguros de la camioneta hasta el momento en que los levanto temblando.

— Estás realmente asustada, ¿no? —inquirí cuando estaba dentro.

Ella asintió aún exaltada
— No lo estés. Cuidaremos de ti y también de Charlie. Lo prometo.

— La posibilidad de que localices a Victoria me aterra más que la perspectiva de que ella me encuentre a mí.

Me reí con verdaderas ganas, Bella no nos daba ni un poquito de crédito. Juraba que la enferma vampira podría con nosotros.

— Has de confiar un poco más en nosotros. Es insultante.

Bella movió la cabeza de un lado a otro mostrando su desacuerdo.
— ¿Adonde nos dirigimos ahora? —pregunto.

Dude en que responderle. ¿Como decirle? “acabo de hablar con Sam por medio de mi cabeza y vamos a vernos con el y otros lobos alocados”

— ¿Qué sucede? ¿Es un secreto?
Torcí el gesto.

— En realidad, no, aunque es un poco extraño. No quiero que te dé un ataque.

— A estas alturas ya me he acostumbrado a lo extraño, ya sabes —la comisura de su labio se elevo un poco dándome valor para contarle.
Le sonreí tranquilamente, aparentemente no pensaba ocultarle nada más a Bella. De que me servía intentarlo si quiera, si la amaba.

— Supongo que no te queda otro remedio. Vale. Mira, cuando adoptamos forma de lobo, podemos... podemos escucharnos unos a otros.
Bella abrió los ojos de par en par.

— No oímos los sonidos —continúe—, pero escuchamos... pensamientos. De ese modo nos comunicamos entre nosotros sin importar cuán lejos estemos unos de otros. Es de gran ayuda cuando cazamos, pero, aparte de eso, también supone una molestia enorme. Resulta muy embarazoso no tener secretos. Es muy extraño, ¿verdad?

— ¿A eso te referías anoche cuando me dijiste que se lo dirías en cuanto los vieras, incluso aunque no quisieras?

— Las pillas al vuelo —le elogie.

— Gracias.

— Y se te da muy bien desenvolverte con lo extraño. Pensé que te iba a molestar.

— No es así... —y yo era feliz por ese hecho— Bueno, no eres la primera persona que he conocido capaz de leer los pensamientos ajenos, por lo que no se me antoja tan raro.

— ¿De verdad? —Quien más podría…— Espera... —en la tribu existen leyendas en cuando a vampiros con “poderes” pero no creíamos que fuera cierto— ¿Te refieres a tus chupasangres?

— Me gustaría que no los llamaras así.
Me reí sin poder evitarlo eso es lo que son, pero haría lo posible por no llamarlos así frente a ella… tanto como me fuera posible evitarlo.

— Lo que tú digas —balbucee— Entonces, ¿te refieres a los Cullen?

— No, sólo... Sólo a Edward.
Aunque lo hacia inconscientemente, vi como se llevaba el brazo hacia el pecho, como si temiera que fuera a romperse o algo por el estilo. Solo mencionar al vampiro Cullen la lastimaba. Lo había notado antes, pero le había hecho caso omiso.

— Pensé que eran cuentos —murmure tratando de enfocar el tema nuevamente en lo de las capacidades extras y así ella no tuviera que pensar en el chupasangre— He escuchado leyendas sobre vampiros capaces de hacerlo, dotados de esa capacidad adicional, pero siempre creí que se trataba de mitos.
— ¿Hay algo que siga siendo un mito? —pregunto Bella sarcásticamente.

Era cierto, al parecer todo era verdad. Muchas cosas que siempre me parecieron infundadas eran verdaderas.

— Supongo que no —acepte— De acuerdo, vamos a reunimos con Sam y los demás en el lugar donde solíamos montar en moto.
Bella arranco y tomo marcha atrás para ir hacia la carretera.

— ¿Acabas de convertirte en lobo hace un momento para hablar con Sam? —pregunto repentinamente, no pensé que lo dedujera tan rápido.

Asentí avergonzado, no quería esconder a Bella pero era lo mejor.

— Mantuvimos una charla muy corta. Procuré no pensar en ti para que ignoraran lo que estaba sucediendo. Temía que Sam me dijera que no podía llevarte.

— Eso no me hubiera detenido —dijo Bella casi queriendo sonar amenazante.

— Bueno, pero me hubiera detenido a mí—dije desconsolado, no podía evitar el mandato del alfa—. ¿Recuerdas que a veces, la noche pasada, no podía terminar las frases? ¿Y cómo al final no te conté toda la historia?

— Sí, parecías estar ahogándote o algo así.

Se podía decir que así era, pues cuando el alfa da una orden tú te ves sobrepuesto por esta, es como si cayera sobre ti el peso de su voz y no tuvieras manera de incumplir por voluntad propia, consiente de lo que te espera luego. Por lo mismo las palabras se me quedaban atoradas en la garganta.

— Sí, casi, casi. Sam me ordenó que no te contara nada. Es el jefe de la manada, ya sabes. Es el alfa. Cuando nos dice que hagamos algo, o que no lo hagamos, bueno, eso significa que no podemos ignorarle.

— ¡Qué raro! —murmuro Bella, era lógico que le parecía extraño, no es algo que escuchas frecuentemente.

— Mucho —admití—. Es una cosa típica de lobos.

—Ya —se limito a decir.

—Sí, existen un montón de normas de ese estilo... lobunas. —Le seguí explicando, ella aún parecía contrariada— Yo todavía las estoy aprendiendo. No me imagino cómo tuvo que ser para Sam. Ya es bastante malo pasar por ello con el apoyo de una manada, pero él se las tuvo que apañar totalmente solo.

— ¿Sam estaba solo?

— Sí—le comente en voz baja—. Fue horrible, lo más aterrador por lo que haya pasado jamás, peor todavía de lo que podía imaginar, cuando yo... cambié. Pero no estaba solo... Había voces en mi mente que me explicaban lo que había sucedido y lo que tenía que hacer. Creo que eso fue lo que impidió que enloqueciera, pero Sam... —moví la cabeza de un lado negando, el no tuvo tanta suerte—. Sam no tuvo ayuda.


agosto 27, 2011

Cap. XXX

Información


Bella se levanto casi de un brinco con la cara descompuesta y una mueca de aversión
— ¡No, no eres tú! —grito exasperada—. ¡No es lo que eres, sino lo que haces! —mis temblores no disminuían si no que aumentaba con cada palabra que expulsaba.

— ¿Qué se supone que significa eso?

—Jacob —hablo Bella más calmada, pero mi agitada respiración no disminuía—, ¿es necesario matar gente? ¿No existe otro camino? —Y ahora de que rayos hablaba— Quiero decir, los vampiros han encontrado una forma de vivir sin matar a nadie. ¿No podríais intentarlo vosotros también?
Los temblores comenzaron a apagarse casi como si fueras bajado un interruptor. Me enderece al ver el rumbo de sus pensamientos

Alce las cejas incrédulo y le calve la vista. Ella aun parecía aterrada ante esa idea que quien sabe se le había formado, en su cabeza deschavetada.

— ¿Matar gente?

— ¿De qué te pensabas que estábamos hablando?

— Pensé que hablábamos de tu repugnancia hacia los licántropos.

—No, Jake, no. No me refería a que fueras un... lobo. Eso está bien —parecía tan sincera que comencé a dudar, si eso verdad entonces Bella no me aborrecía, aceptaba mi licantropía—.
Bastaría con que encontraras un modo de no hacer daño a la gente... Es eso lo que me afecta...

— ¿Eso es todo? ¿De verdad? —Pregunte con una inevitable sonrisa de alegría—¿Te doy miedo porque soy un asesino? ¿No hay otra razón?

— ¿Te parece poco
No pude evitar reírme, tan alto que Belle me miro ofendida, aun así no me detuve estaba tan feliz de saber que Bella me “aborrecía” por las razones equivocadas me llenaba de satisfacción. Si así era todo seria más fácil más llevadero con ella a mi lado.

— ¡Jacob Black, esto no es divertido! —bramó molesta.

— Por supuesto, por supuesto —replique entre risas.

Camine hasta ella, extendí mis brazos y los enrolle en su cintura aprontándola fuertemente contra mi pecho.
—Sé sincera, ¿de verdad no te importa que me transforme en un gran perro? —pregunte junto a su oído aun riéndome, estaba más feliz que un viejo con dentadura nueva.

—No —contesto en voz baja, parecía ofuscada—. No... puedo... respirar, Jake. —o claro era por eso.

La solté, y tome sus manos entre las mías.

— No soy ningún asesino, Bella. —le aclare tratando de disminuir mis risas.

El rostro de Bella era de asombro, me creía, eso era obvio y parecía aliviada, aunque su corazón latía más rápido decidí interpretarlo como una buena señal.
— ¿De verdad?

— De verdad —le asegure sin risa ni atisbo de broma.

Inmediatamente Bella enrollo sus brazos entre mi cintura. Sin dudarlo la estrecho más a mi pero sin aplastarla como antes.

Acaricie su cabello llenándome de dicha. La amaba, y eso no era algo que se pudiera refutar.

— Lamento haberte llamado hipócrita —me disculpe con ella.

— Lamento haberte llamado asesino.

Me reí con muchas ganas, era feliz.
De repente Bella se aparto un poco de mi, supuse que se estaba preguntando algo por al expresión de duda que recalcaba en su seño fruncido.

— Tú no, pero ¿y Sam? ¿Y los demás?
Negué con la cabeza y le ofrecí una cálida sonrisa. Respire tranquilo una vez más, lo peor parecía haber pasado.

— Por supuesto que no. ¿No recuerdas cómo te dije que nos llamábamos?

— ¿Protectores?

— Exactamente. —afirme.

— Pero no comprendo, ¿qué pasa en los bosques? ¿Y los montañeros desaparecidos? ¿Y la sangre? —todo el pueblo sabia de eso, porque creí que ella no lo sabría, y esto explicaba de donde había sacado la errada idea de que nosotros éramos los malos, los crueles asesinos, me puse serio mientras me debatía en la mejor forma de aclararle el nombre de la especie que llevaba días haciendo desastre. Nuestro titulo de protectores tendía de un hilo ante los últimos acontecimientos.

— Intentamos hacer nuestro trabajo, Bella. Intentamos protegerlos, pero siempre llegamos una pizca tarde. —hable casi disculpándome, era nuestro deber proteger el pueblo, y ella era parte de los habitantes de este.

— ¿Protegerlos? ¿De qué? ¿De verdad hay un gran oso merodeando por allí? —era inédito que ella aun no lo fuera deducido.

— Bella, cariño, nosotros sólo protegemos a las personas de un enemigo. Lo que éste hace es la razón —la única razón— de nuestra existencia.

Bella lo sopeso unos segundos, tratando de entenderme y juntar las piezas. Cuando note su expresión se formo en u gesto de horror y se puso tan pálida como una hoja, supe que ya lo había deducido. Se les escapo un grito de espanto al comprenderlo.
Asentí.

— Pensé que precisamente tú de entre todos ibas a comprender lo que sucedía.

—Laurent —murmuro repentinamente asustada—. Sigue aquí.

Parpadee confundido ante su reacción y ese nombre, que al pronunciarlo provoco un aceleramiento de su corazón.

— ¿Quién es Laurent? —pregunte embrollado.

—Le conoces, le viste en el prado. Estabais allí... —Bella hablaba asustada, tartamudeaba mientras trataba de explicarme y a la vez era presa del miedo. Deduje a quien se refería—. Estabais allí, evitasteis que me matara... — no pensé que esa cosa tuviera nombre.

— Ah, ¿te refieres a la sanguijuela de pelo negro? —una sonrisa malévola se extendió por mi rostro mientras el recuerdo del desmembramiento de sus partes me venia a la cabeza—. ¿Se llamaba así?

Bella se estremeció recordando.
— ¿En qué estabais pensando? —ahora si no entendía—. Podía haberos matado, Jake. —ahora si me causo risa, por favor ese vampiro asqueroso contra una manada de lobos— No te haces idea de lo peligrosos...

Rompí a reír ante la sola idea “peligrosos”… bueno lo eran. En grupos. Pero cuando hablabas de uno solo todo era diferente. Daba hasta flojera acabar con el.

— Bella, un sólo vampiro no supone mucho problema para una manada grande como la nuestra. Fue tan fácil que casi no resultó divertido.

— ¿Qué fue fácil?

—Acabar con el vampiro que te iba a matar. Ahora bien, eso no lo incluyo en lo de asesinar —antes de que Bella dijera algo, le aclare lo obvio cuando hablabas de seres inmortales, ósea ya muertos—. Los vampiros no cuentan como personas.

— ¿Vosotros matasteis a Laurent?

Asentí, era algo obvio.
— Fue un trabajo en equipo—explique orgulloso.

— ¿Ha muerto Laurent? —lo conocía eso era obvio. Pero no entendía... el quiso matarla, entonces porque se veía tan afligida.

— Eso no te preocupa, ¿verdad? Iba a matarte, buscaba su presa, Bella. Estábamos muy seguros de eso cuando decidimos atacar. —Era más que lógico, ella que llevaba tanto tiempo conviviendo entre vampiros tuvo que haberlo notado— Lo sabes, ¿verdad?

— Lo sé. No, no estoy disgustada. Estoy... —retrocedió unos pasos hasta que se sentó sobre el blanco árbol—. Laurent ha muerto, no va a volver a por mí.

— ¿No te enfadas? No era uno de tus amigos ni nada de eso, ¿verdad?

— ¿Amigo mío? —Bella me observo confundida al parecer esa palabra no tenia ninguna relación con el chupasangre que habíamos aniquilado—: No, Jake... Al contrario... Pensé que acabaría encontrándome... Le he estado esperando cada noche con la esperanza de que se conformara conmigo y dejara tranquilo a Charlie. —Sus ojos ya estaban húmedos y hablaba entrecortadamente— He pasado tanto miedo, Jacob. Pero... ¿cómo es posible? ¡Era un vampiro! ¿Cómo le habéis matado? Era fuerte y duro como el mármol...

No pude resistirme a su pena y la abrace tratando de consolarla y la rodee con un brazo.
— Fuimos creados para eso, Bella. Nosotros también somos fuertes. Desearía que me hubieras dicho que tenías tanto miedo. No tenías por qué.

— Tú no estabas ahí para escucharme —pero debí estarlo. Malditos vampiros.

— Sí, cierto.

— Espera, Jake... Pensé que lo sabías porque la noche pasada dijiste que no era seguro que estuvieras en mi habitación. Creí que eras consciente de que podía acudir un vampiro. —el recuerdo vino rápidamente a mi mente, sabia porque no debía estar allá con ella era peligroso para ella que un ser inestable como yo anduviera tan cerca— ¿No te estabas refiriendo a eso?

— No, no me refería a eso.

—Entonces, ¿por qué creías que no era seguro para ti quedarte?

No pude evitar sentirme culpable y avergonzado.
— No dije que no fuera seguro para mí. Estaba pensando en ti.

— ¿Qué quieres decir?

Mire al suelo apenado, trate de ver en otra dirección y disimular mi aflicción. Le di un puntapié a una piedra para aparentar que estaba tranquilo y lo hacia de forma casual.
—Hay más de una razón por la que no debo estar cerca de ti, Bella. Por una parte, se suponía que no tenía que revelarte nuestro secreto, eso era importante, pero por otra, no es seguro para ti. Podrías resultar herida... si me enfado, si me disgusto más de la cuenta... —no podía ni pensar la palabra.

— ¿Cuando hace un momento te enfadaste...? ¿Cuando te grité y te pusiste a temblar...?
—Sí —respondí afligido y apesadumbrado—. Es muy estúpido por mi parte, debería ser capaz de controlarme mejor. Te prometo que no tenía intención de enfadarme dijeras lo que dijeras, pero me hería tanto perderte en caso de que no aceptaras lo que soy... —pensar en perderla me destruía el alma.

— ¿Qué sucedería si te enfurecieras mucho? —pregunto en un susurro.

— Me convertiría en lobo... —hable tan bajo como ella, no quería imaginarme tener a Bella tan cerca si eso pasara.

— ¿No ha de haber luna llena?
Puse los ojos en blanco ante esa absurda y arcaica idea.

— La versión de Hollywood no es muy rigurosa —suspire hondo antes de comenzar a hablar de nuevo—. No tienes por qué preocuparte, Bella. Nos vamos a encargar de esto y pondremos especial atención en cuidar de Charlie y los demás... No vamos a permitir que le pase nada. En eso, puedes confiar en mí.

Bella se quedo en silencio, trate de adivinar que había dicho que la dejara tan desconcertada y pensativa pero no se me ocurría nada.
— Laurent ha muerto —Bella no movía más que los labios, la sentí rígida junto a mi costado.

— ¿Bella? —rosé su mejilla con la mano, tratando de atraer su atención.

— Si Laurent murió hace una... semana... En ese caso, alguien más está matando gente ahora.
Su deducción no me tranquilizo, asentí receloso.

— Resulta que eran dos. —Explique mientras sentía el veneno en mi lengua nada con solo hablar de ellos— Creemos que su compañera nos tiene ganas. Según nuestras leyendas, los vampiros se encabronan mucho cuando matas a su pareja, pero ésta no hace otra cosa que alejarse a toda prisa para volver enseguida, y así una y otra vez. Sería más fácil quitarla de en medio si conociéramos su objetivo, pero su conducta carece de sentido. Sigue bailando al filo de la navaja, parece que estuviera probando nuestras defensas en busca de una forma de entrar, pero ¿adónde quiere entrar? —me pregunte para mi mismo tratando de encontrar una respuesta objetiva— ¿Dónde pretende ir? —no teníamos ni idea pues ella iba y venia— A Sam le parece que intenta separarnos para disponer de mayores oportunidades... para poder acabar con nosotros, dividirnos o algo asi. Pero no tiene sentido, nos estamos enfocando en su táctica pero no estamos seguro si su plan de ataque cambiara, mientras estamos haciendo rondas…
Enmudecí cuando sentí que Bella subía de temperatura y un sudor frio comenzaba a correr por su rostro. Justo cuando iba a preguntarle que sucedía se levanto alejándose de mi, camino hasta el borde del tronco dándome la espalda y se inclino como si fuera a vomitar.

Estaba seguro de que se desmayaría en cualquier momento, me acerque a ella y la tome por los hombros antes de que se fuera hacia las rocas. Acerque mi cara a la de ella y respirando contra su mejilla le pregunte.
— Bella, ¿qué te pasa?

— Victoria —soltó como si estuviera ahogada, ya había comenzado a temblar y no dejaba de sudar frio. Podía escuchar sus tripas estrujándose.

Delicadamente alce a Bella para que tomara una posición erguida, la apoye contra mi pecho tratando de que descansara su peso en mí. No la quise soltar por miedo a que cayera, por como estaba no dudaba que pudiera pasar.
Pase mi mano por su mejilla y su frente, aproveche de retirar su cabello húmedo por el sudor de su cara.
— ¿Quién? —pregunte confundido, pero ella no reaccionada era como si yo no fuera hablado. Comencé a preocuparme—. ¿Me oyes? — No respondía— ¡Bella, Bella!

— No era la compañera de Laurent —gimió contra mi hombro, solté el aire cuando la escuche hablar nuevamente—, sólo eran amigos...

— ¿Necesitas un poco de agua? —se veía muy alterada y mareada, no dejaba de temblar ni de sudar frio, como si estuviera enferma del estomago y eso le fuera ocasionado fiebre— ¿Un médico? Dime qué he de hacer —me pidió, frenético.

— No estoy enferma, tengo miedo...
Trate de comprender sus palabras, mientras le daba unas leves palmaditas en la espalda buscando que se calmara y respirara.

— ¿Temes a Victoria? —aventure.

Bella se limito a asentir mientras era presa de espasmos.
— ¿Victoria es la hembra pelirroja?

Bella no dejaba de temblar
— Sí.

— ¿Cómo sabes que no era la compañera del que matamos?

—Laurent me dijo que ella era la pareja de James.

No sabía quien era James, pero al parecer Bella sabía mucho más que yo, tenia información que yo desconocía.

Tome su rostro entre mi mano tratando de que se concentrara un momento. Clave mi mirada en la suya que ahora parecía algo perdida.

— Bella, ¿te dijo algo más? —Pregunte interesado— Es importante. ¿Sabes qué es lo que busca?
—Por supuesto —susurro nerviosa y temblando aún—, me busca a mí.







agosto 24, 2011

Cap. XXIX

No era lo que quería pues… ahí esta ya lo recordó. ¿Y ahora?


Pasamos toda la noche haciendo ronda… Sam nos indicaba que perímetro debíamos recorrer, tenia que ir y venir de un extremo al otro, de vez en cuando me encontraba con el olor de la sádica vampira, pero solo eran residuos de días anteriores, era inevitable que la pestilencia quedara impregnada en el ambiente.

Sam me recordó la orden que me había impuesto como el alfa de la manada, “tenia prohibido confesarle a Bella lo que éramos”. Pues bien le aclare como pude sin dar detalles y tratando de pensar lo menos posible en Bella, que si ella se enteraba no era porque las palabras salieran de mis labios, si no porque ella lo adivinara. No había ruptura de la orden visto desde mi punto.
Embry nos había aclarado, que a los pocos segundos de haberse ido la señora que estaba cerca del cuerpo había salido corriendo… seguramente a contar que lo habían visto.

Asi que esa noche nos vimos obligados a poner atención a todo aquello que escucháramos u oliéramos. Era agotador tener que estar dando vueltas en un mismo perímetro y además estar atento al ojo visor de algún humano noctambulo, montañista… o cazador de lobos.

Pero mantenerme ocupado me ayudaba a despejar la mente, había notado que mientras estaba como… lobo. Mis sentimientos eran más llevaderos, y podía pensar con algo más de… cordura, por así decirlo.

En la mañana Sam nos mando a descansar a Embry, Paul y a mí. Nos relevaron Jared y Sam. No podíamos andar todos dando vueltas por el bosque, la gente del pueblo estaba más que asustada por las continuas muertes de las ultimas semanas, y la aparición de lobos gigantescos no les ayudaba en nada a mantener el juicio.

Cuando llegue a mi casa me fui directo a mi cama… caminaba arrastrando los pies, como si una liga me jalara por la cintura hasta mi habitación.

Papá estaba dormido… pase frente a su habitación, y el comenzaba a levantarse.

— ¿No volvió, verdad? —obviamente el estaba al tanto de los sucesos del día anterior, a diferencia del resto de la población el sabia que nosotros no éramos los culpables.

— No, nada. Voy a… —un bostezo me invadió— dormir.

— Claro anda. Debes descansar.

Me deje caer sobre mi cama —que cada vez parecía más pequeña— tal cual como iba vestido… sabia que necesitaba un baño pero no tenia fuerzas ni para comer.

Aunque no quise, esa madrugada soñé con Sam, había visto en su mente el proceso de su transformación, aun era muy joven, tanto como nosotros, su transformación se llevo a cabo una vez que los Cullen volvieron a Forks. El casi se volvió loco pues estuvo completamente solo. Cuando volvió a su forma humana, hablo con el consejo de ancianos, le explicaron lo que le había sucedido, y que en poco tiempo habrían más como él.

Estuvo saliendo en el instituto con Leah Clearwater. Su relación con ella empezó a desmoronarse después de su transformación, porque tenía prohibido decirle a Leah en lo que se había convertido. Desapareció durante aproximadamente 2 semanas, que hicieron que Leah enloqueciera casi por completo. Su relación terminó cuando Sam se "imprimó" de la prima segunda de Leah, Emily.

Esa era otra de esas características lobunas, la imprimación.

Según los ancianos del consejo; la imprimación es una característica de los licántropos que consiste en una fuerte atracción y sentimiento de protección por un único objeto de imprimación, diferente en cada uno de los integrantes de la manada. Pero además agregaban que era algo muy poco común entre los miembros.

A medida de que los otros chicos de la reserva, Jared y Paul, fueron convirtiéndose en licántropos, Sam asumió el papel de líder.

Recordé además las cicatrices que Emily Young tiene al lado derecho de su cara, estas fueron hechas por el desenfreno de un lobo. Sam se transformo estando muy cerca de ella, y la lastimo, dejando su rostro marcado de por vida, por tres enormes cicatrices que ocupan todo el lado derecho de su cara, deformándola.

El se siente culpable por eso, pero ella nunca le ha recriminado nada; todo lo contrario se ha hecho parte primordial de la manada, desde que la conocí bien —siendo lobo— no ha hecho más que ser condescendiente y amable conmigo y los demás, tiene algo así como un instinto maternal y siempre esta al pendiente de todos, nos hace comida, calculando cinco platos de comida promedios para un humano, por cada uno de nosotros.

Cuando supe la verdad de sus cicatrices, me aterre por Bella, no la quise ver y desee estar lejos de ella, pero solo por su bien. Ahora había decidido acercarme ella, pero aún estaba asustado. Cada vez que estaba cerca de ella, arriesgaba su vida; odiaba que la más mínima molestia me provocara temblores en el cuerpo.

Cuando abrí los ojos apenas estaba el cielo cambiando a gris, algunos rayos de luz entraban por la ventana, pero pronto se encapotaría el cielo, como era costumbre.

Me di un baño rápido, y fui hasta la cocina, un olor conocido choco contra mi nariz. No era un vampiro, claramente. Era un aroma dulce, parecido a las fresas… era de Bella.

Gire a ver a mi papá, este se encontraba en la cocina preparándome algo para desayunar, supuse por la cantidad de comida.

— Bella… —murmure.

— Te esta esperando en la playa. Esta preocupada por los cazadores de “lobos” que andan rondando los bosques hoy.

— Gracias.

— Come algo antes de ir… —no escuche nada más por que había cruzado la puerta de la casa.
Llegue rápido hasta First Beach, desde los arboles divise la camioneta de Bella estacionada en el aparcamiento. Camine por las piedras, entre los escasos arbustos, buscando a Bella. O su aroma. O quizás el latido de su corazón.

Y ahí estaba… sentada sobre las raíces de un conocido árbol, blanco por al salitre. El mismo donde habíamos conversado hacia ya un tiempo, donde yo le había confesado quienes eran en realidad los Cullen.

Supuse que si estaba aquí era por que ya había recordado todo.

Un miedo me invadió repentinamente, Bella tenia una expresión vacía, pensaba en algo con detenimiento. Camine sobre las piedras, que estaban a unos pasos de Bella, llegue pronto junto a ella, sin que lo notara si quiera.

— Hola, Bella. —murmure desde atrás tratando no asustarla.

Aun así ella salto del albor, y escruto con la vista clavada en los arboles, buscando la persona de la que procedía la voz.

— ¿Jake?

No quise acercarme mucho a ella, solo avance lo suficiente como para que pudiera dilucidarme. Me detuve aun muy lejos de ella, sin poder evitarlo comencé a mecerme de un lado a otro nervioso, cambiando de peso sobre un pie y seguidamente del otro.

— Billy me informó de tu llegada —le comunique— No te ha llevado mucho tiempo averiguarlo, ¿no? Sabía que lo descubrirías.

— Sí, ahora recuerdo la historia en concreto —bueno eso era lo que yo quería, o no?

El silencio de Bella, me demostró lo que yo temía, Bella estaba asustada… aterrada quizás. Estudie cuidadosamente los gestos y la reacción de Bella ante la mención de esos recuerdos. Estaba trémula y algo intranquila, sus ojos veían al suelo. Demasiado nerviosos para soportar mi mirada.

— Podías haberte limitado a telefonear —me limite a decir. Recordándole que le había dado esa opción.

— Lo sé. —afirmo luego de un asentimiento.

Entonces que hacia aquí, fuera sido más fácil solo llamarme. Aunque estaba feliz de verla fuera preferido que se quedara en casa, me llamara y me dijera que era un monstruo y que no quería verme. Y así mantenerse a salva por juicio propio. Camine sobre las piedras de un lado a otro, más nervioso e inquieto que cuando llegue.

— ¿Por qué has venido? —pregunte poco a poco.

— Pensé que sería mejor hablar frente a frente.

No pude evitar reírme sarcásticamente. ¿Cómo podía ser mejor?
— Oh, sí, mucho mejor.

— Jacob, he de avisarte...

— ¿Contra los agentes forestales y los cazadores? —Charlie era policía, el estaba al tanto de la situación y por tanto ya había informado a Bella. Extraño era que viniera a avisarme. Seguramente contaba con que alguno de esos cazadoras mataran a uno de los lobos que rondaban los bosques— No te preocupes, ya lo sabíamos.

— ¡¿Que no me preocupe?! —soltó Bella—. Jake, llevan armas, están tendiendo trampas, han ofrecido recompensas y...

— Podemos cuidarnos solos —le aclare sin dejar de caminar—. No van a atrapar a nadie. Sólo van a ponérnoslo un poco más difícil —nos costaba más vigilar teniendo a la gente rondando los bosques, más no era imposible— pero pronto comenzarán a desaparecer también. —la historia de los lobos, pasaría rápidamente, solo necesitamos acabar con la vampira, al no haber ningún chupasangre cerca, la manada se limitaría a vigilar nada más; evitando los muertos que dejaban los fríos…

— ¡Jake! —murmuré.

— ¡¿Qué?! Sólo es un hecho. —explique aturdido.

— ¿Cómo puedes... pensar así? Conoces a esa gente. ¡Charlie está ahí fuera!

— ¿Y qué otra cosa podemos hacer? —que esperaba que dejáramos a la vampira rondar por ahí sin más, no importaba si Charlie y otros estaban ahí afuera, igual tendríamos que hacer las rondas y vigilar.

— ¿Podrías...? Bueno, ¿podrías intentar no convertirte en... hombre lobo?
Levante los brazos sobre mí, extendiendo las manos exasperado. Claro a ella no le molesta andar con un monstruo salvaje y consumidor de sangre… pero si la exaspera tener un amigo lleno de pelos. Al menos era más humano que el.

— ¡Como si tuviera elección! Además, si lo que te preocupan son los desaparecidos, ¿de qué iba a servir? —ya nada se podía hacer.

—No te entiendo.

La mire molesto y escupí las palabras con todo el odio y la frustración que llevaba dentro, ella estaba asustada por… mi. Claro no lo estaba cuando rondaba por ahí con un grupo de vampiros… pero si esta aterrada por mi.

— ¿Sabes lo que más me molesta? —Ella negó con la cabeza esperando la respuesta—. Que seas tan hipócrita, Bella. Estás ahí sentada, aterrada por mi causa. ¿Es eso justo?
Las manos comenzaron a temblarme. Era casi inevitable, Sam me había aclarado que poco a poco aprendería a controlarlo mejor. Pero en este momento no podía lograrlo, parecía imposible si quiera de imaginar.

¿Hipócrita? ¿Tenerle miedo a un monstruo me convierte en una hipócrita?

—Bah —yo si soy un monstruo, a mi si me teme. Claro que era hipócrita, solo le gusta un tipo de monstruo, entonces? Me lleve las manos a la cabeza exasperado—. ¿Te has oído a ti misma?
— ¡¿Qué?!

Camine dos pasos hacia ella. Me detuve lo suficientemente cerca como para que pudiera verme, y la rabia que expulsaba en mis palabras también la detectara a través de mis ojos.

— Bueno, lamento mucho no ser la clase de monstruo que te va, Bella. Supongo que no soy tan bueno como un chupasangre, ¿no?




agosto 22, 2011

Cap. XXVIII

Nada mejor que un regaño seguido de una persecución


Su silencio, me dejo más que claro que lo recordaba.

— Sinceramente, ¿no lo sabías? ¿Fui el único que te reveló qué era él? —realmente por mi culpa ella había sabido todo de el.

Bella junto sus dientes y estos chirrearon.

— ¿Entiendes ahora a qué me refiero cuando hablo de lealtad? —murmuré—. A mí me ocurre lo mismo, sólo que peor. No te haces idea de cuáles son mis ataduras...

Cerré los ojos con fuerza, en eso momento lo que más deseaba era contarle todo a Bella… o mejor aun deseaba ser yo mismo otra vez, olvidarme de la “manada” y de lo que era.

— ¿No hay ninguna forma de que te liberes? —Bella acariciaba mi frente, hasta más arriba donde había estado un largo cabello.

Las manos me temblaban, comenzaba a desesperarme que siempre me pasara eso.
—No, estoy metido en esto de por vida. Es una condena eterna —si aunque eterna sonora dramático, así era—. Tal vez, incluso más larga.

—No, Jake —negó Bella lastimeramente—. ¿Qué te parece si nos escapamos? Tú y yo. ¿Qué te parece si dejamos atrás nuestras casas... y a Sam?

—No es algo de lo que yo pueda huir, Bella —trate de explicarle, mientras por dentro maldecía mil y un veces los estúpidos genes—, aunque me fugaría contigo si pudiera —ahora además de las manos también me temblaban los hombros, respire hondo, sentí la presión en mis costillas, pero sin importarme aspire mas hondo. Bella, junto a mí, respiraba con dificultad—. Bueno, debo irme
.
— ¿Por qué?

— En primer lugar, parece que vas a quedarte traspuesta de un momento a otro. —Era más que obvio que casi no había pegado el ojo en toda la noche— Necesitas dormir... Necesito que te pongas las pilas. Vas a averiguarlo, debes hacerlo.

— ¿Y el segundo motivo?

Bue… me esperaba un show con globos y payasos al llegar a casa, o quizás no tuviera tanta suerte y me asecharan apenas me adentrara en el bosque.

—Tengo que irme a escondidas. Se supone que no debo verte. Estarán preguntándose dónde estoy —la comisura de mi labio se levanto, pero esa sonrisa no estaba en mi, era algo más que superficial, aunque el hecho de haberme escapado me hacia sentir liberado; pero en mi caso eso no evitaría que supieran lo que había hecho, donde había estado, con quien, cada palabra quedaría desplegada en mi mente como un libro abierto—. Imagino que habré de dejar que se enteren.

— No tienes que decirles nada — Puff… como si fuera posible.

— De todos modos, lo haré. —respondí con resignación

— ¡Los odio! —exclamo Bella de pronto, sacándome de mis ideas de castigo.

La observe con los ojos bien abiertos, ella continuaba culpando a la manada, en especial sabia que hablaba de Sam. Pero ellos no tenían ninguna culpa, lo que me pasaba no era responsabilidad de ellos.

— No, Bella, no odies a los chicos. No es culpa de Sam ni de los demás. Como ya te he dicho, se trata de mí... Sam es un tío muy legal, tope guay. Jared y Paul son también grandes tipos, aunque Paul es un poco... —como decirlo, expresivo, irresponsable, azorado, nunca terminaría de describirlo— Y Embry siempre ha sido mi amigo. Eso no ha cambiado, es lo único que no ha cambiado. Me siento realmente mal cuando recuerdo lo que pensaba de Sam...

Bella me miro como si fuera dicho una grosería.

— Entonces, ¿por qué se supone que no debes verme?

— No es… seguro —susurre. Clave la vista en el suelo, en este mismo instante sabia que no era seguro para ella que yo estuviera ahí. Pero se lo debía.

— Si pensase que era demasiado... arriesgado, no hubiera venido, pero te hice una promesa, Bella —me obligue a levantar la vista hacia ella—. No tenía ni idea de lo difícil que iba a ser cumplirla, aunque eso no significa que no vaya a intentarlo.

Bella arrugo el entrecejo, no entendía mucho de a que iba la cosa.

— Después de esa estúpida película —dije mientras recordaba ese día—, te prometí que jamás te haría daño... Estuve a punto de estropearlo todo esta tarde, —lo lamentaba demasiado — ¿verdad?
— Sé que no querías hacerlo, Jake. Está bien.

—Gracias, Bella —tome una de las manos de Bella—. Voy a hacer cuanto pueda por estar contigo, tal y como prometí —trataría de cumplir mi promesa, mientras Bella hurgaba en sus viejos recuerdos, le sonreí levemente, no sabia si con alegría o melancolía—. Ayudaría mucho que lograras averiguarlo por tu cuenta, de verdad, Bella. Haz un esfuerzo.

— Lo intentaré.

—Y yo intentaré verte pronto —suspire profundamente, esta noche prometía ser larga—. Querrán hacerme hablar de esto.

— No los escuches.

—Haré lo que pueda —moví la cabeza de un lado a otro, ojala fuera tan fácil como cerrar el pico y ya —Ven a decírmelo tan pronto como lo hayas deducido —umm… no… estaba más que loca si volvía a buscarme luego de adivinar en que me había convertido—. Bueno... si es que luego quieres venir.

— ¿Y por qué no iba a querer? —lo sabría pronto.

— Se me ocurre una excelente razón. Mira, tengo que irme, de verdad. ¿Podrías hacer algo por mí?
Bella asintió temerosa.

—Telefonéame al menos si no quieres volver a verme. Házmelo saber si fuera ése el caso.
Lo más seguro es que al enterarse va a estar tan asustada que no va a hacer eso si quiera.
—Eso no va a suceder...

Alce una mano para que dejara de hablar.

—Tú limítate a decírmelo.

Me levante y comencé a caminar hacia la ventana para irme.

—No seas idiota —refunfuño Bella—. Vas a romperte una pierna. —eso era lo de menos, iba a tardar menos de una hora en acomodarse, el problema estaba en mi falta de cálculos, seguramente me iba a quedar torcida— Usa la puerta. Charlie no te va a atrapar.
—No voy a hacerme ningún daño.

Bella permanecía sentada en el borde la cama, se veía tan frágil y desprotegida, aunque yo estuviera ahí junto a ella. Sentí la necesidad de abrazarla y mantenerla segura entre mis brazos.

Ella estiro una mano hasta tomar la mía, sin pensarlo hale de ella, hasta que la levante de la cama, tan rápido que un momento estuvo contra mi pecho, la abrace estrechamente, enredando mis brazos en su cintura, metí mi cara entre sus cabellos aspirando su olor hasta que me doliera el alma.

— Por si acaso —murmure mientras la abrazaba y llenaba mis pulmones de su fragancia.
—No puedo... respirar... —tartamudeo Bella cuando le faltaba el aire
La solté rápidamente, aunque deje un brazo a la altura de su muñeca para evitar que cayera. Le di un leve empujón hasta que cayó nuevamente sobre la cama.

—Duerme algo, Bella. Tienes que tener la mente despejada. Sé que lo vas lograr. Necesito que lo comprendas. —Hice énfasis en mi necesidad, Bella me era casi indispensable para seguir respirando; esta existencia lobuna podía ser más llevadera si podía compartir parte de mis días con ella—No te quiero perder, Bella, no por esto.

Camine hasta la puerta, la abrí suavemente, aguzando el odio por si a caso Charlie se despertaba. Lleve abajo rápido, las escaleras no protestaron ante mi peso por lo rápido que baje.

Cruce la puerta de la casa, deseando con todo mí ser que Bella recordara.
Cuando llegue al bosque, camine unos cuantos metros, pero sabia que no podía atrasarlo más, Sam debía estarme esperando. Entre en fase dándome por vencido, tarde o temprano se iban a enterar.
Deje fluir los temblores que nacían en las plantas de mis pies, subieron por mi columna provocándome espasmos. Por alguna razón “mejoraba”; cada vez que lo hacia podía transformarme más rápido.

Ya era hora —se quejo Paul.
Demonios Jacob… ¿Qué hiciste? —me reprochaba Sam en mi cabeza.
Nada… todo esta bien.
No debiste ir a su casa.
Lo siento Sam, chicos… yo… no podía dejar las cosas así.
En mi mente pasaba mi conversación con Bella… el fuerte abrazo que la había dejado casi sin aire.

Paul se quejaba en su mente por las imágenes tan vividas de mi abrazo con Bella… era inevitable no sentirse afligido o afectado por los sentimientos de los demás cuando formabas parte de una manada con dones telepáticos.

Paul solo me gruñía molesto.

— Ah y entonces te pareció mejor, ir hasta allá y casi confesar lo que no puedes ni insinuar. Y además… arriesgar la vida de Bella. Acaso no importa lo que pueda pasarle estando cerca ti.

Hey… podemos dejar esto para después. —Se quejo Embry, yo ya estaba casi cerca de ellos— alguien no esta honrando con su visita. —espeto sarcásticamente.

Explore con al vista el bosque, pero no lograba ver nada. Me enfoque en lo que veía o escuchaba Embry.

En realidad no veía nada… se podía decir que olía.

Ahí estaba nuevamente el aroma pestilente de la sádica vampira. Esa chupasangre no dejaba de venir una y otra vez a Forks.

Todos tomen el perímetro noreste. El efluvio corre por esa kilometro.

Apresure el paso. Prefería seguir una chupasangre, que calarme el regaño de la noche. Enfocado solamente en mí.

— No creas que te salvas de esta. Apenas terminemos aquí vamos a hablar.

Embry iba adelante pues estaba más cerca, le seguimos a varios kilómetros, el apuraba el paso aún y cuando Sam le había dicho que redujera un poco la velocidad.
Llegue antes que nosotros.

Demonios ya se fue. Dejo otro… muerto.

Maldición. —escupió Sam.
Paul, Jacob y Jared sigan el olor haber hasta los lleva. Rápido.
— Demonios me vieron—
se quejo Embry casi llorando asustado.
¿Donde?
No se… cerca del cuerpo había una señora. No me di de cuenta hasta que la escuche tragar saliva nerviosamente. Creo que era la esposa o algo así.

Ya Embry se había ido de la zona donde estaba el cuerpo.

Sigamos a los demás, veremos si cazamos a esa sanguijuela de una vez por todas.
Cazamos furtivamente toda la noche, sin tener éxito. Habíamos perdido del radar nuevamente a la chupasangre.

Ahora la policía andaba tras nosotros, creyéndonos los culpables de las atrocidades que habían sucedido esos últimos días.




agosto 16, 2011

Cap. XXVII

Debe recordar, maldición.

Corrí por el bosque lo más rápido que forma lobuna me permitía, los arboles pasaban a mi alrededor casi como borrones, aun no había nadie en mi cabeza, seguramente me hacían rondando por el bosque, solo y culpándome por mis actos.

Cuando divise a un par de kilómetros la calle de Bella, volví a mi forma humana, no quería tentar más mi suerte y apareciera Sam o algunos de los chicos. Desamarre la liga de mi pierna donde llevaba el short y me lo puse.

Demonios y ahora como iba a llegar hasta su habitación...!!!

Obviamente no podía tocar la puerta, si lo hacia seguramente el jefe de policía me echaría como a un perro. Rodé los ojos por el sarcasmo de mi propio pensamiento.

No podía solo saltar hasta su ventana, desde ahí abajo podía ver que estaba cerrada. Un árbol del frente llamo mi atención, era algo grueso, o lo suficiente como para soportar mi peso, estaba separado de la pared pero podía resolverme.

Preferí dejar de debatirme, el tiempo apremiaba.

Di un salto ágil, y alcance la base de una de las ramas, la jale hasta mi, me deje llevar por la fuerza de gravedad, el árbol se movió de un lado a otro, rasgando con una de sus ramas la ventana de Bella. Bien ahora pensara que hay un gato afuera de su ventana.

Estaba a casi 7 metros del suelo. Me incline una vez más y trate de tocar la ventana, desistí de la opción cuando sentí que me caía. Me moví una vez más hacia atrás, y luego volviendo hacia adelante, una rama rozo el vidrio una vez más. Escuche como alguien se levantaba de mala gana, Bella casi dio trompicones para llegar hasta la ventana.

El árbol se movía de un lado a otro. Mientras Bella me contemplaba confusa desde la ventana, sin saber aun quien era. Retrocedió unos pasos como si fuera visto un fantasma. Maldición en cualquier momento la débil pícea iba a partirse.

— ¡Bella! —Balbucee en voz baja—. ¡Ay! ¡Maldita sea, abre la ventana! —Escuche como el árbol crujió debajo de mis pies — ¡Ay! —grite a punto de caerme. A Charlie no le haría ninguna gracia encontrar el árbol roto sin una cuerda explicación.

Por fin Bella comenzó a abrir la ventana, aun dudosa.

— ¿Qué haces? —pregunto perpleja.

—Intento cumplir... —tartamudee mientras trataba de no caerme del estúpido árbol que no dejaba de moverse de un lado a otro— mi promesa. —concluí.

— ¿Desde cuándo has prometido matarte cayéndote desde la copa del árbol de Charlie?
Si sobre todo yo matarme. Aunque habían momentos en los que quisiera que eso fuera posible. Bufe por la falta de lógica del comentario.

Aumento la velocidad del balanceo, calculando el lugar donde debía caer.

—Apártate de ahí —le exigí a Bella.

— ¿Qué?

Sin hacerle caso a la mirada desaprobatoria de Bella, me balancee una vez más, tome suficiente impulso y con un gruñido salte en dirección hacia la ventana.

— ¡No, Jake! —escuche protestar a Bella sin hacerle el menor caso.

Cuadre las piernas hacia adelante, de modo que pudiera tocar el borde de la ventana y luego impulsarme hacia adentro.

Termine de entrar rápidamente, clave los pies en el suelo con firmeza. Estando dentro me quede pasmado, mientras observaba detenidamente a Bella. Ambos estábamos con el odio puesto en Charlie, el sonido pudo haberlo despertado.

Aguce tanto el odio, que al escuchar el ronquido de Charlie tuve que contener las risas. Me sentí satisfecho cuando me halle dentro de la habitación de Bella, lo había logrado, estaba junto a ella y nadie sabia nada. Por los momentos.

— ¡Vete! —no fue hasta ese momento que note sus mejillas húmedas.

Seguramente en otra circunstancia, donde nuestra relación fuera buena, como antes, ella no me correría, todo lo contrario, se refugiaría en mi para calmar su desconsuelo y su llanto.

—No —me negué—, vengo a presentarte mis disculpas.

— ¡No las acepto! —replico bruscamente.

Bella trato inútilmente de empujarme hacia la ventana, con seguridad deseaba tirarme por ella, y muy en el fondo deseando que me estrellera la cabeza. Cosa poco probable. No logro moverme ni una pizca, ella lo noto e inmediatamente dejo caer las manos y se aparto de mí.

Me acerque a ella, no quería tenerla lejos si no cerca. Me dolía tanto que ella me apartara.
Pero claro yo había hecho lo mismo. ¡¿Que más quería Idiotaaa?! ¿Que te recibiera con los brazos abiertos?

Para mi desconcierto Bella se tambaleo de forma dudosa, de pronto me di cuenta las enormes ojeras que recorrían la parte baja de sus ojos.

— ¿Bella? —murmure en voz baja preocupado.

Cuando volvió a tambalearse la sujete del brazo y la lleve hasta la cama. Apenas llego allá se dejo caer sobre el colchón. No tenia aspecto de estar nada bien, ¿Qué había estado haciendo todo el día? Claro además de ir tras su amigo a que este le gritara.

—Eh, ¿estás bien? —me aterro verla así. Se veía tan débil, frágil.

Bella me miro con lastima y a la vez con una rabia que te perforaba y te dolía.
— ¿Por qué rayos iba a estar bien, Jacob?

—Cierto —respire hondo—. Mierda, bueno, yo… —aff que podía decir, que fuera suficiente para convencerla de que lamentaba lo sucedía, que era mentira que lo nuestro terminaba, yo no deseaba alejarme de ella. Como explicarle todo eso —Lo siento, Bella. —dije al final.

— ¿Por qué has venido? No quiero tus disculpas, Jake.

—Lo sé —era más que obvio que no quería eso ni nada de mí, en este instante—, pero no podía dejar las cosas como quedaron esta tarde. Fue horrible. —Mi voz lastimera me sorprendió, hablaba de forma enredada y no decía en realidad lo que quería decir —Perdona.

Bella sacudió la cabeza como si mis palabras le perturbaran.

—No comprendo nada.

—Lo sé. Quiero explicártelo... —enmudecía, tenia que pensar bien las palabras antes de decirlas, no quería soltar la lengua; aunque ganas no me faltaban—. Quiero hacerlo, pero no puedo —note que mi voz aumentaba una octava más de la normal—, y nada me gustaría más.
Vencido deje caer la cabeza mis manos.

— ¿Por qué? —pregunto Bella.

Por que ahora era un maldito licántropo, que no podía revelar su estúpido secreto, a la chica que ama, por que va contra el reglamento de la manada, a la que ahora pertenecía aunque nunca quiso hacerlo.

Las manos me temblaban por el enojo, aguantaba la respiración y tenia la mandíbula tan tensa que me dolía

— ¿Qué pasa?
Solté el aire de golpe y conteste frustrado

— No puedo hacerlo.

— ¿Hacer qué?

—Mira, Bella ¿no has tenido nunca un secreto que no hayas podido contar a nadie?

Bella lo pensé y estoy seguro de que al instante se le vino la imagen de los chupasangres a la cabeza.

— ¿No hay nada que hayas ocultado a Charlie, a tu madre...? —Insistí clavándole más la presión de mi mirada—. ¿Algo de lo que no hayas hablado ni siquiera conmigo? ¿Incluso ahora? —poniéndola en esa situación ella debía de entenderme.

Aunque se quedo muda, sabia la respuesta.

— ¿Entiendes que tal vez me encuentre en la misma clase de... situación? —Como explicarle lo que me sucedía, sin decirle en realidad que me sucedía, me dolía la cabeza de solo intentarlo—. A veces, la lealtad se interpone en tus deseos. A veces, un secreto no te pertenece y no lo puedes revelar.

—No sé por qué has venido, Jacob, si vas a limitarte a ofrecerme acertijos en vez de explicaciones.

—Lo siento. ¡Menuda frustración! —espete.

Debía existir una manera de hacerle recordar todo, o al menos esa parte donde yo le confesaba la leyenda. Y mi naturaleza. Pero maldición como.

—Lo que me mata es que en realidad ya lo sabes, ¡te lo conté todo!

— ¿De qué me hablas?

Una ráfaga de esperanza me recorrió, solo necesitaba que Bella encontrara entre sus pensamientos y recuerdos lo que yo le había contado. Me acerque a ella y clave mi mirada en la suya. Necesitaba que mis palabras calaran en lo más profundo de su mente, donde estaban guardados todos sus recuerdos y así ella podría unir las piezas, saber que ahora yo era un licántropo como los antiguos, esos de los que yo le había hablado hacia ya tanto tiempo.

—Me parece haber encontrado la forma de que esto funcione... ¡porque ya lo sabes, Bella! No te lo puedo decir, pero tú sí puedes adivinarlo. ¡Eso me sacaría del atolladero!

— ¿Quieres que lo adivine? ¿Qué he de adivinar?

— ¡Mi secreto! Puedes hacerlo porque conoces la respuesta. —afirme seguro de mis palabras.
Bella parpadeo confusa y yo comenzaba a exasperarme.

— ¡Un momento, a ver si te puedo echar un cable! —lo pensé arduamente, como tocar ese recuerdo, revivirlo.

— ¿Un cable?

—Sí —respirar comenzó a ser algo difícil—. Algo así como pistas. —como hacerle recordar la conversación…

Eso era…

Necesitaba hablarle de ese día en la playa.

Tome su rostro entre mis manos, y lo acerque muy cerca de mí. Con la vista clavada en sus confundidos ojos. Quería ver en su alma, que los recuerdos revivieran.

— ¿Recuerdas el día que nos conocimos en la playa de La Push?

— Por supuesto que sí.

Bueno eso era un comienzo. Necesitaba sostenerme de eso, era el principio, poco a poco necesitaba tener paciencia.

—Háblame de ello.

Bella tomo aliento y comenzó a hacer un esfuerzo por recordar.

— Me preguntaste por mi monovolumen...

Asentí con la cabeza apremiándola a que continuara.

—Charlamos sobre el Golf.

—Sigue.

—Fuimos a dar un paseo por la playa...

Bella menciono que nos fuimos a caminar y todo eso… yo mantenía mi mano en sus mejillas, esperando a que llegara al momento clave de todo, asentía a medida que ella iba hablando, para que no dejara de hacerlo.

— Me contaste historias de miedo, leyendas quileutes...

Bingo.

Cerré y abrí los ojos, en muestra de afirmación.

—Sí —hable calmadamente—. ¿Recuerdas lo que te dije?

Bella se puso colorada como un tomate y a la vez triste. Trate de hacerle caso omiso a eso. Necesitaba que se concentrara.

—Piensa, haz un esfuerzo. —le rogué.

—Sí, me acuerdo.

— ¿Recuerdas todas las histo...? —me mordí la lengua, casi me ahogue con ella. Necesitaba dejarla recordar pero como explicarle lo primordial en esas historias.

— ¿Todas las historias? —inquirí.

Asentí mudo.

Bella sacudió la cabeza de forma estrepitosa, estaba seguro que ese recuerdo había traído muchas imágenes para ella y no eran precisamente las que yo deseaba.

Bella estaba recordando la parte de los fríos, pero maldición por que no podía concentrase en mí por un momento. Solo necesitaba adivinar que parte de la historia tenia que ver conmigo.
Me levante de la cama casi como un resorte, me lleve los puños hasta la frente, respiraba rápida y agitada.

—Lo sabes, lo sabes —murmuró para sí.

— ¿Jake? Jake, por favor, estoy derrengada. En este momento no tengo la cabeza para nada. Tal vez por la mañana...

Respire hondo, guie mis respiraciones al latir del corazón de Bella.

—Tal vez lo comprendas luego. Creo adivinar por qué sólo te acuerdas de una historia —asegure mientras me dejaba caer rendido sobre el colchón, maldecía ese día de una forma irracional para algunos—. ¿Te importa que te haga una pregunta al respecto? Me muero de ganas por saberlo.
— ¿Una pregunta sobre qué?

— Sobre la historia de vampiros que te conté.




agosto 10, 2011

Cap. XXVI

¿Faltando a mi Promesa?


Los temblores no disminuían, solo aumentaban más y más, con cada palabra que pronunciaba, con cada mirada nerviosa de Bella, con sus malas mentiras; la ira crecía más, aunque fuera difícil de creerlo.

—Esto es ridículo —protesto Bella.

¡Ja! Ahora es ridículo… ni me importaba que dijera, yo sabia que mentía. Si ella quería hacerme quedar por loco, ese era su problema. No discutiría más con ella en cuanto eso, solo debía aprovechar el momento y concluir la conversación. Solo irme y lamentarme de mi eterna condición.
A porque claro otro de los grandes privilegios de ser licántropo, era ese; una vida casi eterna. Mientras más tiempo pasara como lobo, mas tiempo de vida tendría.

—Muy bien —respondí chocante. Respire una vez más, tan profundo que me dolieron las costillas—. No voy a discutir contigo. De todos modos, no importa. El daño está hecho.

— ¿Qué daño? —grito. Me quede imperturbable ante su tono de voz.

—Regresemos. No hay nada más que decir. —debíamos dejar las cosas como estaban. Por mi bien y el suyo. Mis temblores no habían bajado. Era mejor irme.

Bella me miro fijamente a los ojos, casi podría jurar que también temblaba. Su boca permanecía abierta, sorprendida por mis palabras.

— ¡Queda todo por decir, aún no me has contado nada!

Comencé a caminar antes de que las cosas empeoraran. Necesitaba enfriarme, ya había estirado mucho mi suerte y mis neuronas estaban ardiendo, no era capaz de concentrarme.
Cuando me había alejado unos metros Bella grito, sin saber que mis nuevos oídos eran capaces de escuchar a kilómetros de distancia.

—Hoy me he encontrado con Quil —me confeso mientras yo aun le daba la espalda.
Me detuve sin pensarlo. Mi cuerpo solo freno ante la escucha del nombre de mí otro mejor amigo, que ahora estaba tan lejos de mí.

— ¿Recuerdas a tu amigo Quil? Sí, está aterrado.

Esas palabras me dolieron más de lo ella podía imaginar. Voltee a verla. Iba a despotricar cantidad de palabras, pero solo pude susurrar apenado.

—Quil.

—También se preocupa por ti. Está alucinado.


Bella me miraba, pero yo no podía sostener esa mirada que intentaba acusarme, y buscar respuestas que no podía darle. Solo pude ver a sus espaldas, el bosque, mientras pensaba en mi amigo Quil.

—Tiene miedo de ser el siguiente.

Jamás pasaría. Me sostuve de un árbol que estaba junto a mí. Sentí ganas de vomitar. Me sentí mareado por un momento, la ira y el dolor que me recorrían el alma no eran sentimientos aptos para mi mente humana. Quería irme de ahí. Para poder —aunque me costara creerlo— convertirme en licántropo.

Quil no pasaría por esto, no se lo merecía. En la manada, principalmente Embry y yo, contábamos con eso no sucediera.

—No lo va a ser —murmure más para mi que para ella—. No puede serlo. Esto ha terminado. Esto ni siquiera debería de estar sucediendo. ¿Por qué? ¿Por qué?

Descargue mi furia contra el árbol, el mismo cedió ante mi golpe sordo. Se fue hacia un lado y se dividió victima de mi fuerza. Observe los restos del árbol y me di cuenta de que estaba fuera de control. Necesitaba salir de ahí.

—Debo volver —me di la vuelta nuevamente y comencé a andar rápidamente. Esperando que Bella desistiera de mantenerme ahí a su lado y me dejara partir.

— ¡Volver con Sam! —obviamente no lo haría. Ella quería continuar.

— Es una forma de verlo.

Bella me siguió todo el camino. Aun y cuando no lograba respirar bien, temblaba de pies a cabeza, el cuerpo me ardía en llamas. Iba con el oído puesto en ella, una parte de mi mente recordaba su torpeza. No deseaba que cayera y se lastimara.

— ¡Espera! —grito mientras yo tomaba rumbo a mi casa.

Gire hacia ella bruscamente.

—Vete a casa, Bella, ya no voy a poder salir contigo.

No pensé que esas palabras fueran a causar tanto dolor en Bella. El rostro se le descompuso y sus ojos se humedecieron, un segundo después sus mejillas estaban repletas de lágrimas.

— ¿Estás rompiendo conmigo?

Me reí ásperamente.

—No es el caso, pero si lo fuera, diría: «Quedemos como amigos». Ni siquiera puedo decirte eso.
Debía olvidarla y alejarme de ella.

— ¿Por qué, Jacob? ¿Sam no te deja tener otros amigos? Jake, por favor. Lo prometiste. ¡Te necesito!

Al parecer no podría cumplir mi promesa.

—Lo siento, Bella —mi voz sonó tan afilada como una cuchilla. Sentí como si una aplanadora pasara sobre mi alma.

—Lamento que antes no pudiera... Me gustaría cambiar lo que siento por ti, Jacob —Bella tartamudeaba, palabras podría decirse que incoherentes, para lo que la conocía—. Es posible... es posible que pudiera cambiar si me dieras un poco de tiempo —su voz paso de gagueos a casi un susurro—, pero no me dejes ahora, Jake. No podré resistirlo. —demonios.

Avance hacia ella en ademan protector. Quería consolarle, la amargura en mi corazón necesitaba de ella. Y el dolor de su corazón roto necesitaba de mí. Extendí una mano sin pensarlo. Buscando una manera de abrazarla y acunarla contra mí pecho. Tranquilizarla y jurarle que todo iba a estar bien.

— No, Bella, por favor, no pienses de ese modo. No te acuses de nada, no pienses que es culpa tuya. Es todo culpa mía, lo juro, no tiene nada que ver contigo.

—No eres tú, soy yo —murmuro.

—Lo que intento decirte, Bella, es que yo no... —como explicarle que yo no era si quiera normal. Que la amaba pero no podía confesarle mi secreto, eso que tanto odiaba y me había transformado en algo ilusorio—. No soy lo bastante bueno para seguir siendo tu amigo, ni ninguna otra cosa. No soy quien era. No soy bueno.

— ¡¿Qué?! —Su mirada acusadora atravesaba mis ojos hasta llegar a mi alma—. ¿Qué estás diciendo? Eres mucho mejor que yo, Jake. ¡Eres bueno! ¿Quién te ha dicho lo contrario? ¿Sam? ¡Eso es totalmente falso, Jacob! ¡No le permitas que te lo diga! —ya Bella no hablaba, ahora gritaba. Instintivamente recupere el control, retrocedí y respirando hondo relaje mi rostro afligido. Hasta recuperar algo de estabilidad.

—Nadie ha tenido que decirme nada. Sé lo que soy.

—Eres mi amigo, eso es lo que eres. Jake, no...

No podía más. Le di la espalda a la dueña de mi corazón.

—Lo siento, Bella —mi voz se quebró sin poder evitarlo. Corrí a grandes zancadas hasta la casa, entre sin ver atrás.

— Hermano, ¿estás bien? Yo… lo siento. —obviamente ellos habían escuchado la ultima parte de la conversación. Esa que había producido a pocos metros. No sabia que tanto habían escuchado de la anterior, pero esperaba no fueran estado poniendo mucha atención.

— Necesito irme. —fue todo lo que les pude explicar. Bella continuaba afuera, estaba seguro de que no se iría. Hice acopio de la poca fuerza que me quedaba antes de perder la cordura. — Papá llama a Charlie. Dile que Bella va para allá, así… quizás ella accederá a irse. —el asintió imperturbable.

Cruce la puerta trasera a la carrera, mientras me quitaba la camisa, dejando libre los temblores que me acometían de forma violenta. Una corriente subió rápidamente desde mis pies, por toda mi columna. Llegue al bosque rápidamente. Ya había comenzado a llover, pase los arboles y me fui hasta la línea divisora que marcaba el tratado con los chupasangre. Era un lugar lejano, nadie recorría la zona.

Me complacía saber que estaba solo, en mi mente. Los demás me concedieron un momento libre de voces y lamentos.. Y lo agradecía enormemente, siendo un lobo podía afrontar mejor mis sentimientos, evitando así que estos acabaran conmigo.

Ahora tenía tiempo para atormentarme.

Bella no sabia nada de mi nueva existencia. Por eso debía dejarla atrás. Como mantenerla en mi vida, si mi vida ya no es la misma.

Mierda

No tenia por que contarle lo que era por que Bella lo sabia todo, absolutamente todo. Yo se lo había confesado cuando consideraba las historias de la tribu puras fantasías. Ella solo necesitaba… recordar.

Pero como hacerle recordar sin decirle a que me refiero. Maldición eso lo pensaría al llegar allá. Necesitaba darme prisa antes de que alguno de los chicos de la manada, se transformara y escuchara mis intenciones. Ahorita debía hablar con Bella, había sido un idiota creyendo que podía dejarla atrás. La amaba. Si la amaba como un idiota.

Necesitaba hablarle, luego podría lidiar con la manada.








agosto 07, 2011

Cap. XXV

¿Como decirte que no es tu culpa, pero que estoy extremadamente enojado contigo y debo separarme de ti aunque te ame más que a mi vida?


Sabía que mi cara no era nada amable, ni grata ni normal. Pero esto era por su bien. Debía protegerla, de mi mismo.

— ¿Jacob? —susurro Bella. Dudosa de que fuera yo en realidad la persona que estaba de pie, junto a ella. Sujetando el marco de la ventana con tal fuerza, que no entendía como aun no se había destrozado bajo mis dedos.

Bella me miraba sorprendida y confundida. Triste. Respire por la nariz de forma casi tartamuda, como si repentinamente me faltara el aire. Estaba consiente de que a mis espaldas tenia a Sam y al resto de los chicos de la manada.

Bella se irguió, con cara triste y la mirada lastimera.

— ¿Qué quieres? —pregunte de forma hostil. Mi antipatía aumento cuando vi todas las emociones que se alborotaban en el rostro de Bella.

— Hablar contigo —susurro.

— Adelante —espeté con la mandíbula apretada. Me concentre de forma irracional en mi mirada, todo el enojo que me carcomía salía a flote a través de mis ojos. Bella solo mostraba una mirada triste, solitaria, dolida. Me mataba verla así.

Es por su bien –me recordé más de una vez.

— ¡A solas! —escupió Bella.

Instintivamente me de la vuelta hacia Sam. Esperando su negación.

Sam asintió, tranquilamente. Lo mire por un segundo más dudando de que irme con ella fuera lo mejor. No quería tener que explicarle todo, alejarla de mí como había hecho hasta ahora, no bastaba. Tenia que lastimarla más aun. Y lastimarme yo solo con saber que la quería y la extrañaba. Esto no era nada justo. Mil veces malditos esos chupasangre.

- Ti'iyahl –pronuncio Sam, diciendo “Hombre”, en el idioma nativo Quiliute. Luego me dijo algo como “ve, confió en ti”. Había muchas cosa que papá había querido enseñarme, pero yo siempre le daba la espalda a ese tipo de cosas que consideraba innecesarias.
Al despertarse mi lado metamorfó, también había reaccionado una parte de mi lenguaje y el idioma fluía poco a poco en mi vocabulario.

Se dio la vuelta y entro a casa con los demás.

— De acuerdo. –acepte sumiso. Esto me iba a doler más a mí que a ella. Pero estar solos quizás lo mejorara un poco, no podía hablarle de forma correcta mientras tuviera a todos los chicos sobre mi.

Una ola de tristeza me invadió. Y una de enojo cuando ella hablo.
— Sabes lo que quiero saber —me limite a verla, no tenia anda que decir. Me dolía el solo tenerla junto a mi— ¿Podemos dar un paseo?

Bella bajo del coche, parecía algo mareada, me agarre mis manos con fuerza par evitar ayudarla, no era seguro siquiera estar cerca de ella. Me temblaban hasta los dedos. Caminamos por un sendero fangoso, o bueno Bella iba por el barro, yo me fui por la tierra seca.
Avance con más velocidad, dejando a Bella a mis espaldas en un instante. Me detuve a mitad del camino, a una distancia tan razonable como para no herirla. Gire hacia ella, y quedo frente a mí. Se detuvo.

—Terminemos con esto —casi escupí las palabras. Pero no soportaba estar así. Enojado, triste, frustrado. Era demasiadas emociones para mi mente humana.— No es lo que crees —comencé, aunque no sabia que decía con exactitud. La voz me sonó cansada, no tenía de cómo explicarle—. No es lo que yo pensaba... Estaba muy desencaminado. —bueno eso era cierto.

—En ese caso, ¿qué es?

Aunque Sam estuviera en casa me escucharía, y aunque ese no fuera el caso. Yo había prometido no contarle a ella ni a nadie mi naturaleza. La verdad de la tribu Quiliute.

— No te lo puedo decir —afirme en voz alto, mas para mi que para ella.

— Creí que éramos amigos. —eso si era jugar sucio. No tenia idea de que como iba a salir de esta.

— Lo éramos —aclare.

— Pero tú ya no necesitas a ningún otro amigo —me acuso—. Tienes a Sam. Hay algo que no va bien... Siempre le habías tenido ojeriza.

—Antes no le comprendía. —ahora que estaba en su entorno, que era como el. Que sabía como había sido su vida, estando siempre al servicio de los humanos. No podría volver a juzgarle por sus deberes.

— Y ahora has visto la luz, ¿no? ¡Aleluya! —casi sonó como… burla.

—Bella, no tiene nada que ver con lo que yo creía. Tampoco es culpa de Sam, ya que él me ayuda todo lo que puede —el no podía quitarme el dolor que cargaba y menos aun podía ayudarme a hacer de mi alguien normal otra vez.

—Te ayuda... — repitió de forma desconfiada—. Naturalmente.

Mis respiraciones eran muy agitadas. Me temblaban demasiado las manos. Necesitaba soltar todo de una vez.

— Jacob, por favor —suplico—. ¿No vas a decirme qué ocurre? Tal vez pueda ayudarte.

— Ahora, nadie puede ayudarme —me queje de forma lastimera. El enojo iba amarrado a mi dolor.

— ¿Qué te ha hecho? —su voz temblaba. No quise levantar la vista, sabia que estaba llorando.

Vi de reojo como se acercaba a mí con los brazos extendidos, instintivamente me encogí y me aleje anteponiendo las manos.

— No me toques —murmure.

— ¿Nos oye Sam? —pregunto en un murmullo mientras se limpiaba las lagrimas que descasaban en sus mejillas. Este dolor era indescriptible.

—Deja de echarle la culpa a Sam. —exigí.

Me lleve las manos hacia mi cabello. Olvidando que ya no estaba. Mis manos cayeron a mis costados nuevamente mientras mi corazón daba tumbos alocados dentro de mi pecho.

— Entonces, ¿a quién debería culpar? —esa era la pregunta correcta. Y era justamente la que ella menos deseaba escuchar. Pero yo… necesitaba desenterrar todo eso que sabia y que me había condenado de por vida.

Una sonrisa macabra se extendió por mi rosto.

— No quieres oírlo. —dije en modo de afirmación.

— ¡Y un cuerno! Quiero saberlo, y quiero saberlo ahora.

— Te equivocas —le contradije. No tenia idea de lo que decía.

— No te atrevas a decirme que me equivoco. ¡No es a mí a quien le han lavado el cerebro! Dime ahora de quién es la culpa de todo esto si no es de tu querido Sam.

— Tú lo has querido —un gruñido se escapo de mi pecho. No era Sam el culpable, si ella quería saber quien era. Pues bien—. Si quieres culpar a alguien, ¿por qué no señalas a esos mugrientos y hediondos chupasangres a los que tanto quieres?

La mandíbula casi le llego al suelo, su corazón avanzo a mil revoluciones por segundo. No se movió ni un milímetro.

La mire con enojo y desprecio, claro el segundo sentimiento no estaba dirigido hacia ella.
—Te dije que no querrías oírlo —le recordé cuando vi que no cerraba la boca.

—No sé a quién te refieres —negó con todo el descaro del que fue capaz. Yo sabia toda la verdad, y ella nunca aprendió a mentir.

—Lo sabes perfectamente. No me vas a obligar a decirlo, ¿verdad? No quiero hacerte daño.

—No sé a quién te refieres —porfió de nuevo.

—A los Cullen —solté las palabras lentamente, lastimando a Bella en lo mas profundo de su ser, sabia que el solo nombrar esas palabras la hería, pensarlas, recordarlas. Cualquier cosa que estuviera relacionada a sus queridos chupasangres la hería—. Lo he visto... Puedo ver lo que pasa por tus ojos cuando digo sus nombres.

Bella sacudió su cabeza de un lado a otro, como si con eso pudiera aclararse las ideas y encontrarle un sentido a mis palabras. No tenia ni idea de cómo yo sabia todo. Pero estaba más que perturbada.

—No me digas que ahora te crees las necias supersticiones de Billy —después de tanto pensar solo se le pudo ocurrir eso.

—Sabe más de lo que nunca le reconocí. —afirme, sintiéndome mal una vez más por nunca haberle escuchado.

—Sé serio, Jacob. —La mire de forma calculadora, nefasta y rencorosa. —Dejando las supersticiones a un lado. Aún no veo de qué acusas a los Cullen —el solo pronunciar el nombre, quebró sus voz y la credibilidad de sus palabras, su corazón lloraba sangre al pensar en el—. Se marcharon hace más de medio año. ¿Cómo vas a culparles de lo que ahora haga Sam?

—Sam no está haciendo nada, Bella. Sé que se han ido, pero a veces las cosas se ponen en movimiento y entonces es demasiado tarde. —todo empezó por ellos. Nada volvería a ser igual.

— ¿Qué se ha puesto en movimiento? ¿Para qué es demasiado tarde? ¿De qué les estás echando la culpa?

Di dos grandes zancadas hasta quedar frente a sus ojos. Y escupí las palabras con todo el odio que cargaba enjaulado en mi pecho. Siendo victima de fuertes temblores dije.

—De existir.

agosto 04, 2011

Cap. XXIV

Recupero un amigo, pierdo un amigo. Y como si fuera poco debo olvidar a la chica que amo.

Valla adrenalina la que me recorrió durante la caza, había ido tras el vampiro varias veces, y había sentido la brisa rozar mi pelaje, el poder de correr a esa velocidad era insuperable. Pero llegar al punto de asesinar un vampiro y desahogar por lo menos una milésima parte de la frustración y el odio hacia esos malditos era reconfortante. Ayudaba en algo.

No era difícil seguirles el rastro, su peste llegaba a kilómetros infestando cada rincón de varios kilómetros por donde andaban.

La gente estaba preocupada por los “osos” que andaban rondando por el bosque. Ahora Bella sabía que en realidad eran lobos. Ese día cuando acabamos fácilmente con la sanguijuela que asechaba el pueblo y había asesinado ya a varios montañeros; estuve a punto de devolverme junto a Bella, ahí a sus pies, donde estaba arrodillada tratando de recuperar el aliento, escuche desde lejos como trataba de volver hasta su auto. Quise ir hasta ella, pero Sam no me lo permitía.

Esa tarde nos fuimos hasta la tienda de la reserva, yo iba molesto y discutiendo con Paul y Sam, necesitaba ver a Bella y ella me necesitaba a mi, lo que había pasado hoy era prueba de ello, pues Bella no es la clase de persona “normal”, por culpa de esas sanguijuelas que convivían antes con ella, esos malditos vampiros. Ellos no debían de existir, ese era el deber ser.

Si ellos no existieran, mi nueva naturaleza que odio en gran parte, seria solo algo fantasioso; ¿por que las cosas no podían ser como debían ser? Bella llego a Forks para mi –aunque suene pretencioso– yo sabia que así era; nuestro destino era estar juntos, nos pertenecíamos, pero ahora mi maldito destino me separaba de ella.

No quería esta nueva vida, lo único positivo de la situación era que había recuperado a Embry, pero ahora extrañaba a Quil. En la “manada”, estábamos seguros de que el no se nos uniría, o al menos eso era lo que todos esperábamos. Según la leyenda no era muy común que se despertara el gen en los chicos de la Push; Sam junto a los ancianos, nos explicaron que cuando un vampiro rondaba la zona, era como si le pisaran el botón de encendido a la licantropía.

Y además estaba lejos de Bella, me mataba estar tan apartado de ella, y a la vez estaba tan enojado con ella; siempre supo de los malditos chupasangres, convivio con ellos como si nada, me mintió; nunca me conto nada. Claro hay que guardarles el secreto a los sádicos esos. Nunca debieron pisar nuestras tierras, al menos con eso si podría lidiar.

Estábamos detenidos frente a la tienda de la reserva, Sam trataba de tranquilizarme, había aprendido mucho de el, no podía culparlo por lo que me sucedía; el solo trataba de ayudarme… pero acostumbrarme a este mundo no era tan fácil. Para el tampoco lo fue y por eso me entendía o al menos lo intentaba. No se en que momento de la discusión vi a Charlie junto a Harry, el primero se encontraba de espaldas hacia mi, quizás me había visto o no. Yo igual no lograba ver nada más que no fuera mi frustración.

- Cálmate hermano. –me tranquilizaba Embry.

- En su momento podrás hablar con Bella, pero debes de tener paciencia y algo muy claro, su relación nunca podrá ser la misma. Por que tú ya no eres el mismo.

¿Por que todo no podía ser como hace unos meses?

Estar solos los dos en mi garaje, hablando y riéndonos de nuestras estupideces e incoherencias. Solo siendo nosotros, los grandes amigos.

El martes el teléfono sonó un par de veces, sin que nadie lo contestara.

El miércoles, me toco hacer la ronda con Embry. Aunque habíamos acabado con la sanguijuela que andaba rondando la zona, nunca nos debíamos confiar. Sam nos explico que siempre hay más.
Embry se despojo de su short, y se transformo en lobo; trate de respirar y dejarme llevar, ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había tenido que hacerlo, Sam me ayudo a controlar un poco mejor mi ida y vuelta de ese mundo, por así decirlo.

¿Qué estará haciendo Bella?

La extrañaba de una manera inexplicable.

Mientras pensaba en Bella, la rabia fluía entre mis venas como si fuera la sangre misma, caliente quemando cada uno de mis nervios. Rápidamente entre en fase.


- Valla…!!! Has mejorado. –me elogio Embry en su mente. Como si eso me importara.

- Discúlpame hermano. –pensó Embry, ese era otro de los privilegios de formar parte de la manada, saber todo aquello que piensa cada uno de nosotros, absolutamente todo, sin censura. Toda tu vida tus pensamientos y tus pesares quedaban al descubierto. Y además estaba el hecho de que aquello que a ti te lastimaba también les afectaba a los demás. Era algo insoportable, no me acostumbraba a la idea– Sabes que no te lo digo por mala intención. Es solo que me hace feliz que por fin te nos hayas unido.

- Si lo se, yo también… extrañaba pasar los días contigo. Ahora todo es tan diferente. Y Quil. Bueno… –deje que la voz en mi mente descendiera sola, acompañada por mis pensamientos lastimeros y mis sentimientos tristes y preocupados.

Si debía mantenerme alejado de Quil para evitar que también se convirtiera en esto, pues lo haría.

Embry no dijo nada más, solo escucho mis pensamientos, sintiéndose igual o peor que yo.
Hicimos la ronda de la noche sin ninguna visita indeseada.

Al día siguiente nos toco a ambos la ronda de la mañana nada más, y luego nos tocaba durante la madrugada. Nuestros cuerpos expandían tanto calor, que andábamos sin camisa aunque no tuviéramos que entrar en fase, era más cómodo y ahorrábamos ropa.

Caminábamos entre los arboles, por el bosque donde se hallaba la línea divisora, entre los chupasangre de los Cullen y los lobos de la tribu. Lo mejor de que ellos no estuvieran era que podíamos hacer la ronda sin la molestia de su presencia.

- Hey, chicos –escuche una voz a varios kilómetros. Aunque estaba lejos podía oírlo con claridad.

Me trague la bilis que había comenzada a subir por mi garganta, respire un par de veces tratando de de contener los temblores que me recorrían los brazos hasta la punta de mis dedos. Embry respiraba de forma entrecortada también. Quil estaba a unos cuantos metros de nosotros. Lo vimos de reojo pero sabíamos que no debíamos devolvernos, dimos la vuelta y continuamos por nuestro camino; como si solo fuera un desconocido.

– Jacob… Embry. –se escuchaba de lejos. Quil trataba de seguirnos pero solo conseguiría perderse. En varias zancadas Embry y yo lo habíamos dejado atrás.

Esa tarde nos fuimos a casa, Sam nos esperaba allá con Paul y Jared, ninguno hacia la ronda debido a que durante nuestro turno no había sucedido nada fuera de lo normal ni habíamos percibido peste alguna, Sam decidió aprovechar para reunirse.

Llegamos a casa pronto ya que aprovechamos para dar una corrida, tipo competencia hasta la entrada de la parte de atrás de la casa.

Cuando llegamos estaban todos instalados en la sala, bebimos agua mientras Sam hablaba.
El rugido del motor de un viejo auto me alerto.

- Demonios. –masculle.

- Se ira pronto Jake. –aseguro papá. Puff si claro… Como si no conociera a Bella.
Papá se asomo por la ventana, desde mi posición pude ver como Bella lo saludaba con la mano de forma casual. O una mala imitación de ello.

- No se ira –asegure.

- No es conveniente que vallas. –hablo Sam.

- Es en serio Sam. Ella no se ira.

- La única forma de que vallas, es que nosotros te acompañemos y que termines toda relación con ella de una vez por todas. Esto no es sano ni para ti, ni para ella, ni para la manada. –mis dolencias afectaban a la manada, yo me pasaba el día quejándome mentalmente, cuando entraba en fase me costaba olvidar esos pensamientos, los mantenía junto a mi como un amuleto.
Asentí mientras caminaba hacia la puerta.

Bella se encontraba refugiada dentro de su auto, con los pies reclinados en el borde del auto. Se veía hermosa. Encerré mis pensamientos en una jaula.
Estaba consiente de que muy cerca de mi se encontraban los demás. Toque de forma tosca el vidrio del auto.

Cuando hable hice acopio de toda mi fuerza de voluntad, debía dejar a Bella en mi pasado. Asi que mi voz sonó tan osca y desagradable como pudo. Me sentí un desgraciado y mi corazón estaba tan estrujado como una pasa.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Bella?