Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

septiembre 03, 2011

Cap. XXXII

Nunca pude prever algo como esto. O quizás preferí no imaginarlo.

— ¿Se enfadarán porque vaya contigo? —por que mentirle si ya sabia casi todo de mi. Era lo más seguro.

—Probablemente.

—Tal vez no debería...

—No, no, está bien —le dije, en realidad yo no había faltado… totalmente a la orden del alfa y Bella es quien estaba proporcionando la información así que ella debía estar presente, era testigo clave de los actos del enemigo—. Sabes un montón de cosas que nos van a ser útiles. No es como si se tratara de otro humano ignorante. Eres como... no sé... como una espía o algo así. Has estado tras las líneas enemigas.

Bella enmudeció, supe que no seguiría hablando, quizás eso de “espía” no la hacia sentir muy bien. Pero no tenia forma de evitar, mi naturaleza me llevaba a querer saber más para poder entender.

— Conoces cosas como la capacidad de leer la mente del chupasangre. Ése es el tipo de información que necesitamos. Es lo que nos da pie para creer que esas historias son ciertas, y lo hace todo más complicado. Eh, ¿crees que la tal Victoria tiene algún don especial?

— No lo creo —después de un amargo suspiro susurro—. Supongo que él lo hubiera mencionado.

— ¿Él? Ah, te refieres a Edward... — que fácil me era olvidar que no debía pronunciar ese nombre, al menos no delante de ella— Perdón, lo olvidé. No te gusta pronunciar ni oír su nombre.

Una vez más Bella se apretó el pecho, como si pudiera llegar hasta su corazón.
— No, la verdad es que no. —afirmo con la voz temblorosa.
— Perdona —me disculpe sinceramente, odiaba verla sufrir.
— ¿Cómo me conoces tan bien, Jacob? A veces, da la impresión de que eres capaz de leerme la mente.
—Qué va, sólo presto atención.

Había muchas cosas obvias en Bella, pero no todos son capaces de notarlas, no sabe mentir, se lleva bien con lo extraño, es muy predecible, evidente…

— ¿Es aquí? —pregunto cuando llegamos al terreno arenoso surcado de arboles donde habíamos practicado en moto.

— Sí, sí. —conteste rápidamente saliéndome de mis pensamientos.
Freno y apago el motor de la camioneta. Todo quedo muy silencioso, escuchaba el repiqueteo de su corazón, preste más atención a ese sonido que por alguna razón apreciaba; sonaba triste y adolorido, como si cada latido fuera un latigazo de dolor para la propietaria.
— Eres muy desdichada, ¿verdad? —murmure sin poder callarlo.

Ella solo asintió mientras mantenía la vista perdida.
— ¿No has pensado alguna vez que quizás te sentirías mejor si te marcharas? —quizás si dejara este lugar donde le conocía se sentiría mejor, el no iba a volver. Aunque yo no quería que ella se alejara de mi, si irse era lo mejor para ella debía hacerlo. Yo estaba atado a la Push.
Bella respiro lentamente, tratando de mantener la calma.

— No.
— Porque él no era el mejor... —trate de explicarle cuando ella me interrumpió, lógicamente sin importar lo que dijera a ella siempre le dolería que el chupasangre no estuviera junto a ella.
—Por favor, Jacob —hablaba en susurros, con la voz ahogada—: ¿No podemos hablar de otra cosa? No soporto este tema de conversación.

—Vale —respire profundo—. Lamento haber dicho algo que te molestara —me disculpe sintiéndome un poco culpable por tocar ese punto que tanto le afectaba.

—No te sientas mal. Si las cosas fueran diferentes, sería muy reconfortante para mí haber encontrado a alguien, por fin, con quien poder hablar del asunto.

Asentí tranquilamente. Bella no tenia a nadie más con quien hablar de este mundo descabellado donde los mortales no podía sobrevivir sin perder la cabeza, ya ella la había perdido al enamorarse de un vampiro y andar por ahí con un… licántropo. No le quedaba más que apañarse conmigo, recordé esas semanas donde no lograba recuperarme ni controlarme… luego de la transformación.
— Sí, lo pasé muy mal escondiéndote el secreto durante dos semanas. Debe de haber sido un infierno no poder hablar con nadie.

—Un infierno —me confirmo.
Sentí como si alguien nos mirara, levante la vista y les vi. Estaban en una línea deformada a un par de metros.
Tome aire antes de hablar.

— Ahí están, vamos.

— ¿Estás seguro? —Pregunto mientras yo cerraba la puerta—. Tal vez no debería estar aquí.
—Sabrán comportarse: ¿Quién teme al lobo feroz? —Dije tratando de parecer convencido y darle confianza, restándole algo de importancia al asunto.

—Ja, Ja —rio sarcásticamente, bajo del auto y camino rápidamente alrededor de este para llegar a mi lado. Bella temblaba más rápido que sus latidos.

Le tome una mano y le di un leve apretón para brindarle seguridad.
— Allá vamos.

Bella se acerco hasta mi lugar, y se acomodo junto a mí, casi en mi espalda. Observe como me esperaban expectantes entre los arboles y como sus expresiones cambiaron en cuanto vieron a Bella. Salieron de entre el espesor de la vegetación y comenzaron a caminar en nuestra dirección, Paul venia molesto era obvio, se afianzaba a las reglas como un piojo y detestaba mi falta de obediencia.

Pero el no fue el único que se mostro enojado, le siguieron Jared y Embry y por supuesto Sam.
— ¿Qué has hecho, Jacob? —Sam me observaba con irritación

— ¿Por qué no te limitas a seguir las normas, Jacob? —Despotrico Paul mientras agitaba los brazos en el aire de forma exagerada y dramática—. ¿En qué demonios estás pensando? ¿Te parece que ella es más importante que todo lo demás, que toda la tribu? —me acuso— ¿Más importante que la gente a la que están matando?

—Ella puede ayudarnos —me mantuve sereno al ver que las manos de Paul temblaban.
— ¡Ayudarnos! —ahora le temblaban hasta los brazos, esto no estaba bien tan cerca de ella—. ¡Claro, es lo más probable! Seguro que esta amiga de las sanguijuelas se muere por ayudarnos. —al demonio la serenidad.

— ¡No hables así de ella!
Eso solo logro enojarlo más, una corriente eléctrica le estaba recorriendo la columna, temblaba y espasmos continuos lo azotaban.

— ¡Paul, relájate! —ordenó Sam.
Paul trato de obedecer, agitó la cabeza de un lado a otro, pero eso no parecía ayudarlo mucho.
— Demonios, Paul —pidió Jared ahora también exaltado—. Contrólate.

Solo logro que Paul soltara un leve gruñido desde su pecho; volvió la vista hacia Bella, aún enseñando los dientes, instintivamente avanza un paso más y cubrí a Bella casi completamente con mi cuerpo dejando un brazo atrás para protegerla.

Paul contrajo la cara, mostrando una mueca terrorífica para algunos, al parecer mi reacción lo saco completamente de sus casillas, pero me era inevitable sentirme protector ante Bella.
— ¡Muy bien, protégela! —bramo un temblor significativo lo sacudió, lo próximo que iba a suceder lo sabíamos, echó el cuello hacia atrás y un aullido le desgarro el pecho.
— ¡Paul! —gritamos Sam y yo.

Paul se estremecía vehementemente, cayo hacia adelante y pudimos escuchar como se desgarraba su cuerpo para dejar salir a su forma lobuna, estaba seguro de que Bella también lo había escuchado, podía escuchar su corazón latir desbocadamente.
El enorme lobo color plateado estaba frente a nosotros, listo para saltar hacia mi protegida. Gruño con fuerza con la vista clavada sobre Bella.

Supe rápidamente que debía hacer, solté a Bella sabiendo que no le pasaría nada mientras alejara al lobo de ella, corrí hacia adelante temblando, decidido a sacar a Paul de allí.
— ¡Jacob! —exclamo Bella con la voz temblorosa por el miedo.

Di un salto ágil y rápido, mi cuerpo se sacudió ferozmente; iba de cabeza hacia la tierra, sabia lo que hacia y lo que deseaba así que no tarde en transformarme… cuando caí el suelo ya estaba en cuatro patas.

Paul reacciono ante mi iniciativa y se abalanzo hacia mi, pero yo y estaba a unos centímetros de el, choque mi cabeza contra el; ambos rugíamos y nos empujábamos en el sentido contrario.
Demonios Paul… —murmure en mi cabeza.
Te partiré una pata por desobedecer las ordenes… aprecias más a esa amiga de chupasangres que a tu manada. —bramaba furioso en mi cabeza.

El estaba al tanto de que yo amaba a Bella, lo había visto más de una vez en mi cabeza y más aún… el sabia que la protegería de todo mal… sin importar quien fuera.
A si… te pones en contra de tus hermanos por ella, maldición… como puedes protegerla
Jamás permitiré que tu ni nadie la lastime —esto no tenia sentido, si era mi hermano, parte de la manda, pero estaba fuera de si— estas demente, debes controlarte Paul, demonios.
Paul lanzaba su hocico hacia mí, con los dientes expuestos.
— ¡Jacob! —Bella estaba a varios metros de distancia, hizo ademán de caminar hacia nosotros, estuve a punto de girarme hacia ella cuando escuche hablar a Sam.
— Quédate donde estás, Bella
Si no es a ella… pues será a ti —dijo Paul en mi cabeza con la voz socarrona.
Ya veremos —me burle— debes controlarte estas desquiciado Paul. No quiero tener que morderte.
Ambos gruñíamos y saltábamos de un lado a otro mientras el intentaba clavarme los dientes y yo le esquivaba.
Aunque Paul tenia más tiempo que yo, el no era tan ágil y se iba por lo descabellado… actuaba sin premeditación.

Empuje una vez más a Paul hacia los arboles, necesitaba sacarlo de ahí, podía oír el corazón de Bella latiéndole frenéticamente. No entendía por que Sam aún no se la había llevado.

— ¡Llevadla a casa de Emily! —ordeno Sam por fin a Jared y Embry que estaban absortos casi encantados viendo la pelea.

Por fin llega hasta los arboles, continúe empujando a Paul esquivando eficazmente sus dientes. Me embestía una y otra vez pero yo era más rápido y me movía antes de que me alcanzara.
Logre clavarle los dientes en un brazo, sanaría pronto. Necesitaba alejarlo de ahí unos cuantos metros y el no pensaba cooperar.

Escuche cuando Sam entro en nuestras cabezas.
Detente Paul. —ordeno Sam al ver que el interpelado no deja de arremeter contra mi.
El le esta dando la espalda a la manada por esa… demonios le conto sobre nosotros. Sam… con que derecho revelas nuestro secreto Jacob. —me acuso ahora dirigiéndose a mi.
No me han dejado explicarles. Y yo no falte a las reglas, ella adivino lo que yo era sin necesidad de que se lo dijera. Es bastante perceptible.

Sin poder evitarlo a mi mente vino la imagen de Bella y yo en la playa, cuando me pregunto por los Cullen… y yo le conté las historias.
Y como se llama eso entonces —me acuso Paul al escuchar mis pensamientos.
No tenía los conocimientos que tengo ahora, creía al igual que tú y los demás que solo eran leyendas. No apreciaba esas historias como lo hago ahora.
Pero tú se lo dijiste…
Fue hace tiempo. Después de eso yo no le dije nada más, solo le pedí que recordara lo que le había contado. Ella ya sabia de los chupasangres… se lleva bien con los monstros… con lo extraño.
— ¿Por que la trajiste? —exigió saber Sam.
Paul y yo habíamos dejado de pelear bajo la orden del Alfa de la manada.

Por que sabe que quiere la vampira pelirroja.
¿Es… su amiga o algo así? —Inquirió Paul— no me extraña, ella quiere mucho a los malditos chupasangres.

No Paul… esa maldita chupasangre no es amiga de ella. Todo lo contrario.
¿Por qué… quiere… matarla? Es solo una humana.

No había podido evitar pensar en eso… pero era lo que quería que se enteraran de lo que quería la vampira. Ella quería acabar con la vida de Bella.

¿Por qué… quiere… matarla? Es solo una humana.

Por que el chupasangre este… —no quise decir su nombre pero basto con que la imagen llegara a mi cabeza— mato a la pareja de ella. No era el rasta que matamos en el bosque, hace unos meses… este solo estaba asegurándose de que Bella estaba sola, de que nadie la protegía; para darle carta blanca a la pelirroja, como el Cullen mato a su noviecito… ella quiere matar a Bella.

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