Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

diciembre 23, 2011

Cap. VII

Algunos recién llegados.

La tierra saltaba a mí alrededor victima de la velocidad y el viento que provocaba al pasar. No podía creer lo fácil que la sanguijuela le mentía a Bella, como podía ocultarle las cosas y llevársela lejos sin decirle. Pero claro como podía esperar que alguien sin corazón y sin alma sintiera un vago sentimiento de culpa o remordimiento.

No, para el todo era fácil, enamorarla, dejarla, volver a conquistarla, mentirle… pero claro al amigo de siempre no se le podía dar una simple visita.

Deje la moto en el garaje y me fui al bosque corriendo, apenas me transforme escuche la voz de Embry…

— Por fin llegaste… — aclamo.

— Si, lamento la tardanza. Alguna novedad en cuanto a la pelirroja.

— No nada acerca de eso.

— Gracias por cubrir mi perímetro.

— Cuando quieras— respondió pensativo.

Reaccione un poco tarde, no había captado lo que había escondido detrás de su respuesta, no había nada nueva acerca de la chupasangre, pero… ¿pasaba algo más?

Mientras mi mente se preguntaba esto, Embry no pudo evitar desarrollar imágenes y respuestas aglomeradas en su cabeza…

Dos chicos, los conocía más que todo por sus rasgos eran los hijos de Harry Clearwater, primero el chico comenzó a temblar y cayo de rodillas, algo en el hacía que se sacudiera y su columna se doblara como si quisiera partirse; conocía bien ese sentimiento, me sorprendí más al ver como una chica cercana a la habitación de este temblaba también, era la hermana mayor del chico, los temblores de ella eran en mayor magnitud, tanto que cayó de la cama mientras sudaba y se retorcía, se levanto a trompicones y corrió hacia el bosque, cayó al suelo y se arrastro rasgando la tierra, como pudo avanzo y se escondió entre los arbustos, nadie la siguió, su madre estaba al teléfono hablando con alguien de forma desesperada y apresurada.

— Nunca había escuchado de una mujer loba —exclame en mi cabeza.

— Lo sé… —replico Embry secundando mi asombro.

— Ella es…?

— Si, es la misma… es Leah. Recuerdas las imágenes de Sam, cuando se imprimo. Emily, todo el embrollo.

— Oh… esto no pinta nada bien.

— Sí, todos pensamos lo mismo. Les está costando un poco adaptarse, bueno más a ella que al, el chico es mucho más llevadero, es difícil con la edad que tiene, pero tiene mucho ímpetu y carisma, te acera bien. Mientras no te ponga los pelos de punta.

— Me preocupa lo que traiga la llegada de ella.

— Si a todos… ya no has estado molestando con algunas imágenes pasadas de ellas con Sam. Trata de evitarlo, pero sabes como es.

— Si, inevitable.

— Voy a dar la vuelta, nos encontramos en el frente.

— Bien.

Recorrí el perímetro pensando en cómo estaba reaccionando Sam a esto, no debía ser fácil luchar ahora contra ese triangulo amoroso, el amaba a Emily pero también había estado enamorado de Leah. En definitiva eso de la imprimación te hacia vulnerable, pierdes el poder sobre ti mismo.
Agradecía que fuera algo poco común, inusual según nuestros ancestros, muy pocos de la manada encontraban un objeto de imprimación.

Escuche cuando Sam entro en el grupo, todo estaba tan tranquilo que resultaba imposible no notar el ingreso de alguien más.

— Paul y Quil van a suplirlos —aviso.

Sonaba preocupado, quizás algo alarmado, lo cual era algo extraño. Supuse que el ingreso del chico Seth y de Leah lo tenían así.

No pude evitar que por mi cabeza rondaran imágenes antiguas que había visto a través del mismo, donde estaba acompañado por Leah, en tiempos mejores claro está.

Sam hizo caso omiso de mis pensamientos, aunque entendí claramente que debía alejarlos de mi mente, por el gruñido que retumbo en su pecho.

Embry y yo seguimos a Sam hasta casa de Emily.

Apenas llegamos al bosque cercano, cambiamos de fase y nos acercamos al resto de grupo que estaban sentados frente a la casa en lugares disparejos sin un orden específico.

— Para quienes no los conocen ellos son Seth y Leah Clearwater los hijos de Harry.




Sam presento a los nuevos de la manada, no era algo que hiciéramos muy seguido, porque normalmente no teníamos ingresos tan seguidos. Los vampiros cercanos estaban despertando los genes, y en ellos más aún luego de la muerte de su padre.

El chico tenía una sonrisa de oreja a oreja, pero ella… bueno no bastaba decir que no le agradaba para nada estar en casa de su prima y menos aún ser la única mujer en la manada, estábamos consientes de que no iba a ser fácil convivir como lo habíamos hecho siempre, estábamos acostumbrados a entrar y salir de fase sin preocuparnos por quedar desnudos frente a los otros, pero con ella, puff estaba claro que no iba a ser tan fácil coexistir.

Sam nos presento a Embry y a mí…

No pude evitar darme cuenta de que Jared no estaba… el salía de clases al media día, pero aún no había vuelto.

Continúe ahí conversando con los recién llegados, bueno más que todo con Seth, Embry tenía razón era de lo más afable y amigable, tenía muchas ganas de probar sus habilidades en la lucha y cazando, aunque solo tenía quince años era más maduro que muchos de nosotros. Y se notaba que era de gran corazón como su padre. Nos llevaríamos bien.

Al rato llego Jared, yo estaba a punto de irme me tocaba la guardia de la noche, ya se habían ido Seth y Leah a hacer guardia con Sam, estaba seguro de que para él no sería fácil, pero era el alfa de la manada. Era su responsabilidad. Cuando ellos volvieran debía irme con Embry de nuevo.

Cuando llego Jared al grupo se acerco a donde estábamos sentados, Quil, Embry, Paul y yo.

— ¿Todo bien…? —pregunto Paul.

— Si… es solo que… estoy…

¿Qué ocurre? —pregunto Quil preocupado.

— Estoy… imprimado…

Ninguno respondió al momento, el solo pronunciar la palabra hacia que sonara más estúpido e irreal. Pero la cara de Jared dejaba en claro que era verdad, estaba junto a nosotros pero su mente estaba flotando en otro lado.

— ¿De quién? —pregunto Emily quien estaba cerca de nosotros, traía un bol entre las manos lleno de panes.

— Su nombre es Kim, estudiamos juntos.

— Nunca la habías mencionado… —hablo Paul casi con ganas de reírse.

— Nunca antes la había notado —dijo este con un suspiro y una media sonrisa.

Decidimos dejarlo hasta ahí, no queríamos explayarnos en el tema, y que luego este no dejara de pensar en ella y nos llenara la cabeza de imágenes cursis y miradas extrañas entre ellos.
No me agradaba mucho que mis pensamientos se contradijeran, no esperaba una imprimación en el grupo, bastaba con Sam y Emily, y bueno con Leah de por medio.

Solo deseaba que esto quedara ahí.

Con dos imprimados bastaba…

diciembre 18, 2011

Cap. VI

Ella es capaz de soportar más que una pelea entre chicos hormonales

— ¿Qué pasó? —exclamo Bella alterada— ¿Es que se han enfrentado? —a medida de que hablaba su voz aumentaba de tono—. ¿Por qué? ¿Está herido Paul?

—No hubo lucha —le dijo el chupasangre de lo más tranquilo, narrando los hechos solo por encima; sin explayarse en nada, era obvio que no le había contado nada de lo ocurrido—. Nadie salió herido. No te inquietes.

—No le has contado nada en absoluto, ¿a qué no? ¿Ese es el modo en que la mantienes apartada? Por eso ella no sabe...

—Vete, ya —me corto a mitad de frase… pensaba decirle “Por eso ella no sabe que la chupasangre anda cerca, que vino tras ella mientras él se la había llevado lejos.

El vampiro escuchaba mis pensamientos mientras me fulminaba con la mirada.

Enarque las cejas esperando a que respondiera lo que mi cabeza gritaba…

— ¿Por qué no se lo has dicho? —pregunte en voz alta esta vez.

Nos miramos con desprecio…

Eres un cobarde… —le dije en mi mente—crees que esconderle el peligro en el que esta va a arreglar las cosas, igual la vampira pelirroja esta tras ella, y NO PUEDES EVITARLO…!!!
Mientras era consciente de nuestros admiradores, no pude darme cuenta de Bella, y de sus cavilaciones, cuando recordé que estaba cerca de mí, pude escuchar el golpeteo frenético de su corazón, había llegado a una conclusión.

—Ella ha vuelto a por mí —susurro con la voz queda.

El chupasangre la abrazo cuando por sus ojos rodaban lagrimas.

—No pasa nada —aclamo el vampiro con la voz estrangulada mientras la abrazaba de forma ansiosa—. No pasa nada. Nunca dejaré que se te acerque, no pasa nada.

El aludido voltio a verme con odio.

— ¿Contesta esto a tu pregunta, chucho?

— ¿No crees que Bella tiene derecho a saberlo? —le replique, reclamándole que se tomara el derecho de ocultárselo—. Es su vida.

— ¿Por qué debe tener miedo si nunca ha estado en peligro? –susurro a causa del público.

—Mejor asustada que ignorante –escupí.

Mientras yo más me molestaba el más trataba de consolarle ignorando el hecho de que era un mentiroso, ocultar también es engaño.

— ¿Realmente crees que herirla es mejor que protegerla? —murmuró el mientras secaba sus lagrimas.

—Ella es más fuerte de lo que crees —le recordé mientras mi mente revolvía viejos recuerdos—. Y lo ha pasado bastante peor –dije recordando.

Una idea llego a mi mente en eso momento, una imagen que Sam había pasado a mi mente, cuando encontró a Bella, en el suelo, llorando en medio del bosque, sola, una imagen que siempre me ha lastimado. Aunque yo no era ni por asomo el culpable de ese instante; el verdadero culpable estaba frente a mí, entonces porque no mostrarle a él lo que había dejado luego de su partida.

Deje que esa imagen fluyera en mi mente, explayándome en cada detalle, en sus sollozos y los cambios que sufrió al pasar de los días, como se mantuvo apagada, triste y desolada, un cuerpo sin alma. Cada momento lo deje fluis, que viera como había dejado a Bella, el había sido el culpable de que ella quedara como un cascarón vacío y debía ver eso por si mismo, aunque no fuera en vivo.

—Qué divertido —exclame con una carcajada sorbía y regocijadora, podía parecer un monstruo, pero él lo era peor. Por el ella se había quedado así.

— ¿Qué le estás haciendo? —quiso saber Bella cuando el gesto de dolor y fatiga que reflejaba el vampiro iba más allá de lo normal.

— No es nada, Bella —dijo el interpelado con la voz algo arrastrada—. Sólo que Jacob tiene muy buena memoria, eso es todo.

Esboce otra sonrisa cuando una vez más deje fluis la imagen de Bella tirada en el bosque llorando.

— ¡Para ya! Sea lo que sea que estés haciendo.

— Vale, si tú quieres —exclame con un perfecto encogimiento de hombros—. Aunque es culpa suya si no le gustan mis recuerdos.
Me miro molesta y yo sonreí con maldad. No lo hacía para lastimarla a ella, si no a él, tenía que ver todo lo malo que había dejado atrás y que se diera cuenta de sus errores.

—El director viene de camino a echar a los merodeadores de la propiedad del
Instituto —susurro el vampiro aun con la voz lastimada—. Vete a clase de Lengua, Bella, no quiero que te veas implicada.

—Es un poco sobreprotector, ¿a que sí? —pregunte con voz sarcástica mirando solo a Bella—.Algo de agitación hace que la vida sea divertida—dije con voz melosa y calculadora— Déjame adivinar, ¿a que no tienes permiso para divertirte?

El vampiro me fulmino con la mirada, molesto por el rumbo que tomaban mis pensamientos.
—Cierra el pico, Jacob —exclamo Bella.
No pude evitar reírme, era más que obvia la respuesta. El la tenía encerrada en una caja de acero.

—Eso suena a negativa. Oye, si alguna vez quieres volver a vivir la vida, ven a
Verme. Todavía tengo tu moto en mi garaje.

—Se supone que deberías haberla vendido. Le prometiste a Charlie que lo harías.

—Ah, sí, claro. Como si yo pudiera hacer eso. Es tuya, no mía. De cualquier modo, la conservaré hasta que quieras que te la devuelva.
Dije con voz tranquila, con una leve esperanza de que ella volviera a por ella. Extrañaba de sobre manera andar en moto con ella, y ser como antes solo un par de chiquillos locos y despreocupados que andaban en moto sin hacer caso a los peligros.
Una estúpida sonrisa cruzo mi rostro cuando estos recuerdos atravesaban mi mente fugazmente.

—Jake...

No pude evitar reaccionar ante mi nombre, la extrañaba.

— Creo que lo he estado haciendo mal hasta ahora, ya sabes, acerca de no volver a vernos como amigos. —Exclame consciente de su estúpido acompañante— Quizá podríamos apañarnos, al menos por mi parte. —dije esperanzado tratando de ponerle posibles alternativas, que ella eligiera alguna y reanudara lo poco que quedaba de nuestra amistad. — Ven a visitarme algún día.

—Esto, yo... no sé, Jake.

Sus dudas y su flaqueza me dieron las mismas estúpidas esperanzas de siempre, toda careta de desprecio y burla cayeron.

—Te echo de menos todos los días, Bella. Las cosas no son lo mismo sin ti.

—Ya lo sé y lo siento, Jake, yo sólo...

Claro yo siempre de idiota dejándole en claro que la extrañaba, sin importaba que el chupasangre estuviera junto a ella, escuchando todos mis pensamientos y viendo como me desmayaba de amor frente a ella.
Tome la máscara y me la puse de nuevo.

—Lo sé. Después de todo, no importa, ¿verdad? Supongo que sobreviviré o lo que sea. ¿A quién le hacen falta amigos? —escupí molesto y frenéticamente exasperado.

—Venga, a clase —escuche esta voz gruesa a mis espaldas—. Póngase en marcha, señor Crowley.

—Vete al colegio, Jake —exclamo en voz baja Bella.

— ¡He dicho que ya! —amenazó—. Castigaré a todo el que me encuentre aquí mirando cuando me dé la vuelta.
—Ah, señor Cullen. ¿Qué ocurre aquí? ¿Algún problema?

— Ninguno, señor Greene. Íbamos ya de camino a clase.

—Excelente. Creo que no conozco a su amigo —exclamo mientras me veía con una mirada calculadora pero asustado internamente—. ¿Es usted un estudiante del centro?

—No —exclame con voz sarcástica y burlona. El hecho de que me tuvieran miedo me agradaba más que ser afable.

—Entonces le sugiero que se marche de la propiedad de la escuela rápido, jovencito, antes de que llame a la policía.

Si casi podía imaginarme a Charlie arrestándome, me reí de buen gana mientras de forma burlona imitaba a un milita y decía «Sí, señor», con una gran sonrisa de descaro y burla…

Subí a mi moto sin volver la vista atrás, pise el pedal con fuerza una sola vez y este arranco, le di toda la velocidad y desaparecí tan rápido que solo deje polvo y recuerdos tras de mí.




diciembre 13, 2011

Cap. V

Guardándole Secretos… ¡Que Bonito!

No me levante del sofá por horas, esperando a que sonara el estúpido y decrepito teléfono…

Mi desesperación era mayor que mi muy reducida paciencia… alargue la mano y tome el teléfono de nuevo, estaba seguro que en cualquier momento Charlie me mandaría al diablo mientras siguiera importunando…

En medio de un repico, contestaron.

— ¿Diga? –hablo Bella.

— Has regresado —exclame en medio de un suspiro de alegría y tranquilidad. Trate de relajarme para no dejar entrever lo feliz que me hacia escuchar de nuevo su voz y saber que estaba bien y lo más importante que estaba viva.

Bella mantuvo silencia por unos minutos, mientras yo recordaba cuando la extrañaba y la añoraba mi corazón, cuando deseaba que estuviéramos como antes, en mi garaje, solos sin el maldito chupasangre, extrañaba enormemente esos días de jóvenes atolondrados… extrañaba ser solo Bella y yo… extrañaba a a mi mejor amiga y a la chica que amaba.

—Sí —contesto Bella al rato. Recordé que estaba al otro lado de la línea y debía contestar… no sabía bien que decir… tenia horas esperando para hablar con ella y en el momento me quedo frio… era culpa de ella por no llamarme.

— ¿Por qué no me has llamado? —pregunte un tanto molesto.

— Porque llevo en casa exactamente cuatro segundos y tu llamada interrumpió el momento en que Charlie me estaba diciendo que habías telefoneado. —dijo cortante, obviamente molesta por mi odiosa pregunta.

— Oh. Lo siento. —me disculpe sintiéndome algo culpable.

— Ya. Y dime, ¿por qué agobias a mi padre?

— Necesito hablar contigo.

— Seguro, pero eso ya lo tengo claro. Sigue.
No podía soltarle de una lo que quería… si estaba el chupasangre junto a ella podía pedirle que me lo comunicara, pero no era mejor hablar de frente, donde hubieran testigos y así evitar un enfrentamiento, no estaba de humor para aguantarme el regaño de Sam.

— ¿Vas a ir a clase mañana? —pregunte por fin.

— Claro que iré, ¿por qué no iba a hacerlo?

— Ni idea. Sólo era curiosidad.

Disimule lo más que pude… tratando de evitar sospechas. Necesitaba hablar de forma segura con el chupasangre y recordarle que no podían volver a pasar a nuestras tierras, o las cosas se pondrían peor.

— ¿Y de qué quieres hablar, Jake?

Dude unos segundos, mientras decidía. Busque algo básico y convincente.

—Supongo que de nada especial. Sólo... quería oír tu voz.

—Sí..., lo entiendo... Me alegra tanto que me hayas llamado, Jake. Yo... —enmudeció como siempre… no sabía que más decir claro está. Y yo prefería dejar eso así y no darle más vueltas al asunto de nosotros.

—He de irme —avise.

— ¿Qué? —exclamo desconcertada.

—Te llamaré pronto, ¿vale? —prometí.

—Pero Jake... —protesto y decidí colgar antes de que mi fuerza de voluntad se fuera al cañado.

Me metí a bañar, y a la mañana siguiente me levante tan temprano que el sol no tenía pensado siquiera asomarse.

Camine hasta el garaje y saque mi moto negra…

— ¿A dónde vas tan temprano Jake?

— Buen día papá… voy a hablar con Bella.

— Deberías dejar eso así hijo… por tu bien.

— Esto no tiene nada que ver con ella… o quizás si un poco. Solo voy a hablar con el chupasangre, es mandato de Sam.

— Ten cuidado, por favor.

— Tranquilo, lo tendré.

Me estacione en la entrada al instituto… estuve esperando varios minutos hasta que vi llegar a Bella con el chupasangre en el carro de este.

Hablaron por varios segundos dentro del auto, el ya me había notado claro esta… pensé que la obligaría a quedarse dentro del auto, pero no… bajaron juntos. Venían caminando hacia mí, tomados de la mano, para mi gozo personal.

Los estudiantes que estaban a nuestro alrededor me observaban con miedo y recelo, mientras mi cara se volvía fría y dura a medida que se acercaban Bella y el chupasangre.

Cuando estuvieron frente al mi, el interpuso su cuerpo frente a ella, evitando que estuviera unos milímetros cerca de mí.

—Podrías habernos llamado —reclamo con voz queda el vampiro.

—Lo siento —-dije hipócritamente—. No tengo sanguijuelas en mi agenda.

—También podríamos haber hablado cerca de casa de Bella —si claro, donde no hubiera nadie y así pudieras hincarme los dientes—. Este no es el sitio apropiado, Jacob. ¿Podríamos discutirlo luego?

—Vale, vale. Me pasaré por tu cripta cuando terminen las clases —escupí con sarcasmo, lo que menso quería era hablar con él—.

— ¿Qué tiene de malo hablar ahora? —pregunte con molestia.

Mientras el chupasangre veía alrededor, a ese público curioso que no dejaba de estudiarnos; yo recordaba lo que debía hacer acá y por qué había venido, debía darle el mensaje de Sam, no podían ninguno de ellos… volverse a meter en nuestras tierras, o la próxima vez no terminaría así, acabaría mas de uno sin vida. Si es que eso era posible.

—Ya sé lo que has venido a decir —hablo luego de escuchar mis pensamientos—-Mensaje entregado. Considéranos advertidos.

El vampiro miro a Bella de una forma extraña. Cuando esta hablo entendí todo.

— ¿Avisados? —No sabía absolutamente nada—. ¿De qué estás hablando?

El no se inmuto y yo tampoco, hasta que escuche que ella me llamaba.

— ¿Jake?

Alcé una ceja en su dirección.

— ¿No te ha dicho que ese... —maldito chupasangre— hermano gigante que tiene cruzó la línea el sábado por la noche? —pregunte con ironía, en eso o mire a él de forma acusadora—. Paul estaba totalmente en su derecho de...

— ¡Era tierra de nadie! —replico el interpelado.

— ¡No es así!

No pude evitar alterarme estaba sudando y las manos me temblaban.

— ¿Emmett y Paul? —susurro Bella asombrada y sin entender todo muy bien.

Me sentí algo culpable, pero ella tenía derecho a saberlo.




diciembre 06, 2011

Corazón de Plata

Relato para Dulce Cautiva. Villa Vampiro



Corazón de Plata

No todos los días pueden ser felices, no siempre se le puede sonreír al mundo, no puedo solo fingir que estoy bien cuando el pesar va tomado de mi mano; cómo explicarle a quienes te critican sin saber que puedes acabar con sus vidas en un segundo, si soy diferente, lo presienten pero igual me señalan, no hablo igual, no visto igual, y ahora el mundo me da igual… tomo la decisión de decirle NO a todos los que me quieren cambiar… soy lo que soy, no hay vuelta atrás.

Me escondí bajo el Puente Garibaldi, lejos de los básicos humanos, odiaba tener en mi mente a Vincent, lo amaba, habíamos casado juntos por años, pero él era… especial. No cazábamos donde mismo y tampoco cazábamos lo mismo. El se conformaba con unos insípidos animales, yo no podía. Solo la sangre humana era capaz de satisfacerme. Era una disputa que tratábamos de hacer a un lado por el amor. Pero no era fácil, yo no podía continuar aquí, la población del pueblo no era tan extensa ya, debía irme, pero el… él quería quedarse aquí en Verona, yo estaba harta de esta ciudad y necesitaba un lugar tan poblado que las entes de seguridad no notaran los leves cambios en las tasas de mortalidad, no lo pensé mucho al decidir irme, el ya no podía atarme a Roma, y menos a la ciudad. Estaba ya un poco asqueada del romance que relucía en toda Verona “La ciudad de Romeo y Julieta”, todo era mejor al principio cuando nos vinimos de Grecia, pero ya no, era momento de irme, el romance de la ciudad solo lograba debilitarme.

Camine hasta un museo deshabitado donde me había estado escondiendo los últimos días, me detuve en la puerta mirando la solitaria luna, arriba sin compañía, sintiendo envidia del Sol que podía presenciar al mundo, mientras ella tenía permiso solo para salir de noche y contemplar las calles desoladas y a los habitantes de la noche; sentía lastima por ella, todo el tiempo ahí, solo observando cómo el mundo se destruía por sus propios habitantes.

Termine de entrar, me senté y deje caer la cabeza sobre la mesa de mármol Francesa, respire hondo, gire la cabeza y cuando clave la vista en una gran biblioteca divise un globo terráqueo, lo tome y comencé a girarlo y girarlo, deje que mi dedo callera sobre cualquier parte, mi sorpresa fue grande, cuando vi que me alejaba bastante de donde estaba… pero que importaba ese era mi propósito, ¿no?

Cleveland, quedaba más que lejos, era lo mejor. Irme, conocer gente “nueva” que luego dejaría de serlo para convertirse en común. Sabía que no conseguiría nada diferente, más que comida. Pero igual tome mis pocas pertenencias, algunas camisas y pantalones viejos, las tarjetas de crédito, el efectivo y lo junte todo dentro de una mochila verde oscura.

Cuando salí del museo, me encontré a Vicent, recostado en la pared lateral con un pie sobre el muro. El tenia un instinto muy fuerte, cuando de mi se trataba.

- ¿Te vas? –pregunto cabizbajo. Su cabello negro estaba ya largo, caía liso sobre sus ojos café.

- Si… yo… lo lamento. No puedo quedarme aquí.

- No valdría mucho si te lo pidiera de nuevo, ¿cierto?

- Sabes que no…

- Podemos mudarnos a otra ciudad si estas tan cansada de esta. Y bueno… trataremos de resolver lo de la cacería. Quizás…

- No Vincent, para lo primero no hay otro lugar al que me apetezca ir, ya hemos estado en Millán, Palermo, Nápoles, Florencia, etc. no quiero más estar aquí. Necesito alejarme. Y de lo segundo pues… sabes que no voy a cambiar de parecer, lo he intentado, eres consciente de ello… pero no es normal vivir así. No puedo.

- Lo sé… no te abrumare con eso. Es una conversación de antaño… pero vas a estar sola… -las excusas expiraban.

- Estuve sola por años… igual que tú… antes de conocernos. Seguro me las apañare bien.

- Por favor, déjame un número. Comunícate cuando llegues… o… algún día.

- Lo prometo.

Se acerco a mí tan rápido que no pude alejarme, me tomo en brazos y me beso como antes, como ahora, como siempre; nunca podría olvidar sus besos; el mundo se borraba y los débiles humanos y sus problemas quedaban eclipsados hasta desaparecer de mi vista.

Sus labios eran el mejor aliado de mis sentimientos por él… me separe un poco mientras respiraba con una seguridad dudosa. Me costaba dejarlo atrás, pero no podía continuar aquí, necesitaba algo más.

- Te amo –susurro con su frente pegada a la mía –Siempre será así Auri.

Suspire melancólica, no me gustaba despedirme. No pensaba hacerlo, pero claro el no me dejaría irme sin decirme adiós.

- Y yo a ti. Lamento irme. Pero no puedo seguir aquí… no así. Adiós.

Me di la vuelta y comencé a correr mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla. Odiaba dejarlo atrás. Odiaba tener un corazón tan duro, capaz de abandonar a mi único amor por la sangre y un lugar nuevo. Pero así era yo, al parecer era tan dura como la plata y tan fría como un tempano de hielo, no había remedio para mi alma contaminada.

Abandone la ciudad, cruzando bosques y montañas, acantilados y ríos. Pasaba tan rápido que los animales del bosque no me notaban siquiera; cuando llegue a Lisboa, Portugal; decidí que era hora de tomar un barco que me llevara hasta un puerto en Estados Unidos, cerca de Boston y de ahí irme hasta Cleveland.

Ir en el barco era algo… complicado… y peligroso para los demás pasajeros. Trate de controlarme como me había explicado Vincent, me puse un suéter solo por apariencia y salí a la cubierta del barco, respire hondo hasta sentir llenos los pulmones, expulse el aire poco a poco y me concentre en el mar y su grandeza; olvidando que habían cerca de mi más de 5 personas con sus corazones bombeando una sangre más que provocativa, podía olerlos y saborear la sangre imaginándomela en mi boca, y además recordé que en el resto del barco habían más de 500 humanos.

Era más fácil si no pensaba en ello, agradecí haberlo practicado antes, me mantuve todo el viaje ahí, de pie, quieta, solo viendo a la deriva. Olvidando todo lo demás, solo recordando… odiaba recordar pero cuando intentaba ser un poco civilizada siempre recordaba a mi gran amor, ese que había dejado solo allá en Verona.

Nos acercábamos al puerto en Boston, casi nadie se había dado cuenta, pero mi agudo sentido de la vista, me permitía distinguirlo aún a lo lejos. Baje a buscar mis cosas mientras contenía la respiración. Logre salir airosa del barco, sin matar a nadie.

Me sentía orgullosa en realidad…

Era un sentimiento extraño, pues yo sabía que mi naturaleza era cazar, dar muerte, beber sangre… humana.

Pero se sentía tan bien no quitarle la vida a alguien, aunque este fuera un ser cotidiano y normal.

Camine un poco por el pueblo y entre a unos edificios cercanos, había un pequeño café; entre y me senté en la mesa más alejada mientras me tomaba un refresco para relajarme y calmar un poco mi verdadera sed…

Llegue a un hotel pequeño para pasar la noche, bañarme y poder cambiarme de ropa. Me recosté sobre la pequeña cama, sobre unas sabanas usadas y con mucho a olor a detergente. Decidí que mi viaje a Cleveland debía hacerlo corriendo, no me sentía muy segura y capaz de ir en un avión encerrada. Era mejor no arriesgarme.

- Buenos días mi único amor.

Solo es un sueño me dije a mi misma cuando la dulce voz de Vincent reboto en mis oídos y me rasgo el muerto corazón.

- Puedes abrir los ojos, por favor.

- Es mentira… -enmudecí cuando escuche mi voz, esperaba que al ser un sueño solo se escuchara mi voz en mi dañada cabeza.

Abrí un ojo y cuando lo vi me corrí hacia atrás y me senté inmediatamente…
- Es imp… ¿qué haces aquí? ¿Cómo?

- Te he seguido desde que te fuiste… o casi… no tarde mucho tiempo en darme cuenta de que no puedo vivir sin ti… no después de que te encontré… ¿cómo perderte? No, no puedo, te amo demasiado como para dejarte ir tan fácilment…

Lo bese sin dejarlo terminar, había venido por mí. No importaba a qué lugar del mundo fuera mientras él estuviera a mi lado. Todo podía mejorar mientras estuviéramos juntos.
- Te amo… -dije en medio de un tierno beso – no puedo creer que estés aquí –dije con una radiante sonrisa.

- Y yo te amo el doble Auri, eres lo único verdadero por lo que puedo seguir viviendo.
- Podremos salir adelante –exclame más que confiada.

- Sé que si… te vi en el barco. Pudiste superar tus instintos. Admiro tu fuerza de voluntad.
- No tanto como yo la tuya –dije contrariada.

- He estado más tiempo practicando. Podrás algún día… si te lo propones… no quiero presionarte.

- No… está bien… tienes razón. No es necesario que me lo digas. Prometo intentarlo una vez más y otra, y otra si es necesario.

Me beso una vez más, me alegraba verlo tan feliz.

- Si quieres podemos volver a Roma –le ofrecí a los minutos.

Yacía acostado a mi lado, giro mi cara hacia la de él.

- Iré a donde tu vallas… si quieres ir a Cleveland allá iremos. Luego podemos ir a otros lugares y recorrer el mundo, no me importa mientras sea contigo… -dijo con una sonrisa picara.

- Todo estará bien ahora… -afirme.

El estaba junto a mi… no necesitaba nada más.

La sed, pues si iba a ser decir pero debía aprender a controlarla, el me ayudaría.

Lo amaba, hoy podía sonreír y decirle al amor SI… y abandonar ese corazón de plata para hacerlo tan suave como el algodón… todo por él.


Fin

Existiendo



Hay amistades tan únicas que no son posibles de compara con nadie más. Te hacen feliz y aunque sean diferentes eso no les impide llevarse bien. Es una de las tantas cosas que las une; sus diferencias pues cada una es especial; fueron convertidas en diferentes edades, Lisy estaba recién graduada del liceo, JeSs cursaba el penúltimo año y Angela el último, Pero por cosas del destino terminaron juntas, después de muchos años lograran mantenerse iguales; aunque sus creadores intenten lo contrario, ellas van a luchar por su amistad y su libertad, hasta el final de su eterna existencia.

Existiendo
La vida tiene sorpresas, momentos, experiencias y personas para todo ello, existir siempre ha sido parte de todo ser humano, es un ciclo, nacer, crecer y morir. En eso se ha basado la vida de cualquier humano, tres cosas de las que no se puede escapar y que son parte inquebrantable de la naturaleza, en especial lo último, morir; algo predecible e inevitable para muchos, pero no para mi, y menos para Lisy y JeSs. Teníamos años, bueno décadas siendo unidas e inmortales, los lazos que nos unían no eran fáciles de explicar, pues nos habían convertido el mismo día, con solo segundos de diferencia, estuvimos en el lugar equivocado, la noche equivocada, las tres habíamos salido de la fiesta de los graduandos del instituto y esperábamos taxi en una parada sola y con poca iluminación, no había absolutamente nadie ce4rca más que nosotras tres. Unos minutos después divise un carro que se acercaba, se bajaron un par de hombres y luego no supe más, todo sucedió tan rápido, que en un momento estuve de pie en la calle, con frío, y ahora estaba dentro de un auto, sin poder hacer nada y con el cuello ardiéndome como si tuviera fuego. Sobre las risas de los tipos se podía oír nuestros sollozos y lamentos.

Los tres grandes amigos nos mantuvieron con ellos por siglos, no nos faltaba nada, excepto libertad, nos gustaba se vampiras y vivir como reinas, con todos los lujos y comunidades, pero no a costa de nuestra libertad; así que luego de tres siglos decidimos huir, escapamos a plena luz del día, cuando Gabriel, Eliezer y Anton practicaban lucha en la habitación de la planta baja, nos reunimos en el corredor del tercer piso y bajamos de un salto por la ventana una tras otra, cayendo sordamente desde la ventana lateral. Nos miramos y sonreímos con complicidad, nuestra amistad se había hecho increíblemente fuerte, tanto que éramos como hermanas.
Iniciamos una carrera rápida, salimos de San Marco y llevábamos una mochila en nuestra espalda, solo tenía dinero y documentos… muy poca ropa. Nuestras habilidades nos permitían conseguir más dinero, o solo ingresar a una tienda por más ropa.

Corrimos varios días por temor a que alguien nos siguiera, no nos molestaba hacerlo, pues la velocidad era parte de los beneficios de ser vampiras y tratábamos de aprovecharla al máximo y así tener una excusa para existir. Pero odiábamos temer a algo que quizás ni nos seguía, sabíamos que ellos no tardarían mucho en darse cuenta de que no estábamos pero cuando lo hicieran ya seria tarde. No teníamos muchos sueños, pero sabíamos que no lograríamos nada junto a ellos, mejor lejos que encerradas.

Nos detuvimos en Florencia, en el río Arno, nos bañamos y devoramos algunos animales silvestres a fala de humanos cercanos.

Nos gustaba el lugar era húmedo, cómodo y solitario, pero no lo suficiente como para permanecer ahí, y además que aun estábamos en Roma, debíamos alejarnos del país. Cuando llegamos a Prato la ciudad más cercana, éramos el centro de atención, todos tenían que ver con nosotras, nuestra extraña y exquisita belleza y nuestra piel pálida; la mayoría de los hombres quedaban cautivados ante nosotras sin darse cuenta si quiera. No era que nos molestara esa atención “especial”, la apreciábamos por así decirlo; pues aunque no fuera posible ser más hermosas y esbeltas, los halagos y miradas indebidas nos hacían sentir únicas y admirables. Y además hacíamos un buen uso de nuestros dotes y nuestra belleza, según nuestro juicio.

Después de varios días caminando por las calles y plazas de Florencia y alimentándonos de algunos de los habitantes de la poblada población, nos hospedamos en el hotel Party Heart; nos bañamos y ordenamos comida a la habitación para mantener las apariencias.

6hr después

Un fuerte ruido en la ventana me despertó, quise verificar primero antes de despertar a Lisy y a JeSs, pero cuando me levante de la cama alguien me tomo de las piernas y me jalo hasta el suelo, el no saber que me retenía me distrajo y no pude defenderme al momento cuando me di cuenta de lo que sucedía era tarde, no lograba zafarme, hable en un susurro para no despertar a la gente de junto.

- JeSs… Lisy…!!!

Las interpeladas se incorporaron rápidamente para verme en el suelo, con Gabriel; “mi esposo” por así decirlo; colgado a mi espalda con mis brazos amarrados entre los suyos evitando que me escapara y lo golpeara.

Cuando JeSs se preparaba para saltar sobre este y ayudarme, unas manos pálidas muy conicidad para ella la sostuvieron por los hombros, ese hombre de cabello rubio y carácter dominante que un día había congelado su reloj del tiempo; era Eliezer, claro… Gabriel no vendría solo.
Lisy paso su pierna por el cuello de Gabriel bajándolo de mi espalda, y salto a socorrer a JeSs, cuando estuvimos listas para luchar, con los dos vampiros altos uno rubio y otro castaño, apareció recostado en el marco de la ventana un joven alto de cabello negro, Lisy dio un respingo nerviosa cuando este clavo la vista en ella con una nota de falsa tristeza, era Anton lucia casi desolado y sincero. Algo así como el líder del grupo de hombres. Lisy los conocía bien, todo en el eran fachadas, desde el día en que la convirtió, cuando la cautivo con sus ojos azules, y la convirtió al menor descuido sin poder evitarlo, clavando sus filosos dientes en su débil cuello.

- Calma hermanos míos –pidió el– recuerden que son nuestras mujeres. Las que están frente a nosotros.

Dijo mientras se posicionaba junto a ellos.

- Ellas huyeron, se burlaron de nosotros –reclamo Eliezer.

- ¿Y por eso vamos a terminar con su existencia? –pregunto Anton con voz sarcástica y manipuladora.

- Nosotros de la dimos…!!! –recalco enfadado Gabriel.

Anton suspiro e hizo un asentimiento de cabeza.

- Pero… ¿Qué hacer con ustedes? ¿Por qué han sido tan malagradecidas? –cuestiono Anton.

- No somos sus perros –escupió JeSs– ustedes no pueden solo mandar sobre nosotras y esperar que nos hinquemos ante ustedes y obedezcamos fielmente como si no tuviéramos derecho a elegir.

- Amor, ustedes son nuestras mujeres, las convertimos para nosotros –explico Eliezer– pues lo menos que esperamos es obediencia y fidelidad.

- No somos de ustedes –grite exasperada.

- Pero mi Ángela, nada de lo que ustedes son es realmente suyo; nos deben hasta el respirar –hablo Gabriel con voz teatral y dulce a la vez.

- No les debemos nada –contestamos al unisonó.

- ¿Qué no? –Exclamo Eliezer exasperado –nos deben todo, hasta su amistad.

- Y más… –recalco Gabriel.

- No volveremos con ustedes –afirmo Lisy con convicción y más decidida que antes.

- No por voluntad propia – exclamo Anton con una sonrisa.

- Si nos quieren llevar por la fuerza, tendrán que luchar.

JeSs y yo no esperamos la respuesta de ellos, saltamos sobre sus laterales enzarzándonos en una lucha por iguales, dentro de esa pequeña habitación no quedaba espacio suficiente para tomar velocidad, así que saltábamos de un lado a otro haciendo del enfrentamiento algo confuso, ellos nos habían enseñado a luchar, el ser menores que ellos no era un gran impedimento a la hora de luchar frente a frente, anticipando lo que ellos iban a hacer y sus movimientos para evitarlos y contraatacar.

Los seis nos movíamos demasiado rápido y saltábamos de un lado a otro sin tener éxito; solo nos causábamos rasguños pero no lográbamos lastimarnos en realidad; ellos tenían muchos siglos de experiencia y practica, pero nosotras habíamos aprendido de los mejores, sus técnicas y sus artimañas las conocíamos.

- Esto no tiene sentido. –expulso Eliezer exhausto.

- Tienes razón –confirmo Anton quien respiraba con un poco de dificultad. –vámonos.

- Pero… las dejaremos aquí… dejaremos que se vallan –reclamo Gabriel viéndome con algo de nostalgia.

- No exactamente –dijo Anton con picardía– no duraran mucho tiempo fieles entre ellas mismas. Cuando se pongan en contra las unas con las otras entonces volverán resignadas y arrepentidas hasta su hogar, a donde pertenecen, cada una por su cuenta.

Les dieron la espalda y saltaron por la ventana, uno después del otro, sus palabras no habían causado ningún efecto en nosotras, sabíamos que siempre permaneceríamos unidas, nuestro cariño iba más allá de nuestra conversión y de los culpables. No los necesitábamos… no éramos solo amigas… éramos más que eso… habíamos aprendido a ser hermanas.


Fin

Dedicado a mis amigas, JeSs y Lisy.. las quiero :D