Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

marzo 19, 2012

Capitulo X

Explicando... y además ¿un berrinche?

— ¿Te encuentras bien, Jake? Charlie dijo que lo habías pasado mal. ¿No has mejorado nada?

—No estoy tan mal —conteste cabizbajo.

Puse mi mano sobre la suya mientras miraba hacia la playa y el arcoíris que se formaba en el cielo, Bella se sentó sobre “nuestro árbol” y yo decidí sentarme a sus pies, en el suelo, no quise soltarle la mano pero tampoco podía con su mirada.

—Ha pasado mucho tiempo desde que estuve aquí. Probablemente, me habré perdido un montón de cosas. ¿Cómo están Sam y Emily? ¿Y Embry? ¿Cómo se tomó Quil...?

—Ah, Quil —clame entre un suspiro.

—Lo siento —se disculpo al entender mi gesto... Quil ya se nos había unido.

—No se te ocurra decirle eso a él —le advertí.

— ¿Qué quieres decir?

—Quil no busca compasión, más bien todo lo contrario. Está que no cabe en sí de gozo. Es feliz.

— ¿Qué?

Bella me miraba desconcertada, sonreí y entendí que ella estaba acostumbrada a que todos éramos unos alocados rebeldes cuando nos convertíamos.

—Él considera que esto es lo más guay que le ha pasado nunca. En parte se debe a que al fin sabe de qué va la película, pero también le entusiasma haber recuperado a sus amigos y estar en la onda —bufe ante la posibilidad de esa idea—. Supongo que no debería sorprenderme, es muy propio de él.

— ¿Le gusta?

— ¿La verdad...? A casi todos les gusta —admití viendo los beneficios—. No hay duda de que tiene ciertas ventajas: la velocidad, la libertad, la fuerza, el sentido de... familia. Sam y yo somos los únicos que sentimos una verdadera amargura, y él hizo el transito hace mucho, por lo que ahora soy el único «quejica».

Me reí ante mi posición de quejón.

— ¿Por qué Sam y tú sois diferentes? En todo caso, ¿qué le ocurre a Sam? ¿Cuál es su problema?
Las preguntas sonaron amontonadas, me reí y dije con un suspiro.
—Es una larga historia.

—Yo te he contado otra bastante larga. Además, no tengo ninguna prisa en regresar —un gesto de dolor y presentimiento cruzo su rostro... entendí porque no deseaba ir tan pronto.
— ¿Se va a enfadar contigo?

—Sí. No soporta que haga cosas que considera... arriesgadas.

— ¿Como andar por ahí con licántropos?

—Exacto.

Me encogí de hombres tratando de parecer indiferente mientras sopesaba una idea increíble e improbable pero igual formulada en mi cabeza era la mejor situación.

— No vuelvas entonces. Quédate y dormiré en el sofá.

— ¡Qué gran idea! —dijo irónicamente—. En tal caso, vendrá a buscarme.

No pude resistir la sola idea de imaginarlo... llegando a la casa del enemigo por así decirlo.
— ¿Lo haría?

—Si temiera encontrarme herida o algo similar..., probablemente.

—La perspectiva de que te quedes cada vez me gusta más —señale de forma soñadora.

—Jacob, por favor, sabes que eso me reconcome de verdad.

— ¿El qué?

— ¡Que os podáis matar el uno al otro! —exclamo—. Me vuelve loca. ¿Por qué no podéis comportaros de forma civilizada?

— ¿Está dispuesto a matarme? —pregunte conociendo la respuesta. Claro que deseaba matarme.

—No tanto como pareces estarlo tú —aumentaba la voz quizás sin darse de cuenta—. Al menos, él es capaz de comportarse como un adulto en este tema. Sabe que me lastima a mí al herirte a ti, por lo que nunca lo haría. ¡Eso no parece preocuparte en absoluto!

—Claro, por supuesto. Estoy convencido de que es todo un pacifista.

— ¡Vale!

Dio un tirón para retirar su mano de la mía y aparto mi cabeza de sus piernas, recogiendo las piernas y cruzando de brazos... mirando con resentimiento y enojo. Luego, me quede quieto esperando a ver si se le pasaba. A la final decidí levantarme y colocarme a su lado... le pase el brazo por los hombres y me disculpe asegurándole que intentaría comportarme.

— ¿Aún quieres saber lo de Sam? —le pregunte para tratar de distraerla.
Se encogió de hombros de forma casi convincente.

—Es una larga historia, como te dije, y también muy extraña. Esta nueva vida tiene demasiadas cosas raras y no he dispuesto de tiempo para contarte ni la mitad; la relativa a Sam..., bueno, no se siquiera si voy a poder explicarlo correctamente.

—Te escucho —repuse con ganas reales de escuchar aunque quisiera disimularlo.

—Fue mucho más duro para Sam que para los demás, ya que al ser el primero, estaba solo, y no había nadie que le explicara lo que sucedía. Su abuelo murió antes de que él naciera y su padre siempre estaba ausente, por lo que no había persona alguna capaz de reconocer los síntomas. La primera vez que se transformó llegó a pensar que había enloquecido. Pasaron dos semanas antes de que se calmara lo suficiente para volver a su estado anterior.

»No puedes acordarte de esto porque sucedió antes de que vinieras a Forks. La madre de Sam y Leah Clearwater movilizaron a los guardabosques y a la policía para la búsqueda. Se pensaba que había sufrido un accidente o algo por el estilo...

— ¿Leah? —pregunto sorprendida.

—Sí. Ella —dije con un poco de desdén— y Sam fueron novios en el colegio. Empezaron a salir cuando él era un novato. Leah se puso como una loca cuan do él desapareció.
—Pero él y Emily...

—Ya llegaremos a eso... Forma parte de la historia —le ataje antes de que comenzara sus conclusiones.

Ella asintió y espero meditando.

—Sam volvió después de su transformación, pero no podía revelar a nadie su paradero durante aquella ausencia y se dispararon los rumores, la mayoría decía que no había estado en ningún sitio bueno. Una tarde, Sam entró corriendo en casa y se encontró por casualidad al Viejo Quil Ateara, el abuelo de Quil, que había ido a visitar a la señora Uley. Al anciano estuvo a punto de darle una apoplejía cuando Sam le estrechó la mano.

Me reí irónicamente, conocía el sentimiento.

— ¿Por qué?

Me intrigo que no entendiera, así que pose una mano en su mejilla para hacérselo recordar.
—De acuerdo. A Sam le había subido la temperatura.

Sonreí y continúe mientras ella retiraba mi mano de su cara y entrelazaba nuestras manos. Ella estaba tranquila y no se veía conmocionada por el relato así que continúe.

— Entonces, Ateara acudió enseguida a los ancianos —continuo Jacob—, pues eran los únicos que aún recordaban, los que sabían. De hecho, el señor Ateara, Billy y Harry había visto transformarse a sus abuelos. Cuando el Viejo Quil habló con ellos, los ancianos se reunieron en secreto con Sam y se lo explicaron todo.

»Resultó más fácil cuando lo comprendió y al fin dejó de estar solo. Ellos eran conscientes de que, aunque ningún otro joven era lo bastante mayor, él no iba a ser el único en verse afectado por el regreso de los Cullen —el desagrado en mi voz al pronunciar ese nombre era inevitable—. De ese modo, Sam esperó hasta que los demás nos uniéramos a él...

—Los Cullen no tenían ni idea —repuso ella contrariándome—. Ni siquiera creían que aún
Hubiera hombres lobo en la zona. Ignoraban que su llegada os iba a cambiar.

—Eso no altera el hecho de que lo hicieran.

—Recuérdame que no te tome ojeriza.

— ¿Crees que puedo mostrar la misma indulgencia que tú? No todos podemos ser santos ni mártires.

—Crece, Jacob.

—Qué más quisiera yo —susurre.

— ¿Qué?
Su expresión fue curiosa solo pude reírme.

—Es una de las peculiaridades que te comenté...

—No... ¿No puedes crecer...? —me interrumpió y por un momento me perdí de lo que sucedía, su cara era alarmante, y preocupante—. ¿Es eso? ¿No envejeces...? ¿Es un chiste?

—No —dije frunciendo los labios.

Bella comenzó a cambiar de color, se mordía el labio inferior tan fuerte que no entendía como aun no botaba sangre.

—¿Qué he dicho, Bella?

Se puso en pie con los brazos a sus costados y las manos cerradas en puños. No entendía nada.
—Tú... no... Envejeces...

La tome del hombre para acercarla hacia mí en un intento de que se sentara de nuevo.
—Ninguno de nosotros se avejenta. ¿Qué rayos te pasa?

— ¿Es que soy la única que se va a convertir en una vieja? —su voz ya no era normal, gritaba y exclamaba haciendo gestos con las manos al aire—. ¡Maldita sea! ¿En qué clase de mundo vivimos? ¡No es justo!

—Tranquilízate, Bella.

—Cierra la boca, Jacob. Tú, ¡cierra la boca! ¡Esto es muy injusto!

— ¿De verdad pegas patadas en el suelo? Creía que eso sólo lo hacían las chicas en la tele.

—No es tan malo como te crees. Siéntate y te lo explico.

—Prefiero quedarme de pie.

La vi incrédulamente, si no quería sentarse debía explicárselo así... no tenia lógica su berrinche.
—Vale, como gustes, pero atiende... Envejeceré... algún día.

—Aclárame eso.

Palmee el árbol junto a mi para que se sentara de nuevo, me fulmino con la mirada pero luego respiro resignada y volvió a sentarse tratando de respirar de nuevo.

—Cuando obtengamos el suficiente control para dejarlo... Volveremos a envejecer cuando dejemos de transformarnos durante un largo periodo. No va a ser fácil —eso lo sabíamos todos—. Vamos a necesitar mucho tiempo para obtener semejante dominio, o eso creo. Ni siquiera Sam lo tiene aún. Por supuesto, la presencia de un enorme aquelarre de vampiros ahí arriba, al otro lado de la ladera, no es de mucha ayuda. Ni se nos pasa por la cabeza la búsqueda de ese autodominio cuando la tribu necesita protectores, pero no hace falta que te preocupes sin necesidad porque, físicamente al menos, ya soy mayor que tú.

— ¿A qué te refieres?

—Mírame, Bella. ¿Aparento dieciséis años?

—No exactamente.

—No del todo... aún. Nos habremos desarrollado por completo dentro de pocos meses, cuando se activen nuestros genes de licántropos. Voy a pegar un buen estirón. Físicamente, voy a aparentar alrededor de unos veinticinco, o algo así... Ya no vas a poder ponerte histérica por ser mayor que yo durante al menos otros siete años.

—Bueno, ¿quieres oír la historia de Sam o prefieres seguir pegando gritos por cosas que no comprendo?

Respiro hondo y los colores e le subieron a la cara.

—Disculpa. No me gustan los comentarios relativos a la edad. Es como poner el dedo en la llaga.
Algo en cuanto a eso no estaba bien, porque le afectaba tanto eso de la edad... que importaba?

—Dijiste que a Sam todo le resultó más fácil una vez que comprendió su situación tras su encuentro con Billy, Harry y el señor Ateara. También me has contado que la licantropía tiene sus cosas buenas... —dijo tratando de sacarme de mi ensoñación—. Entonces, ¿por qué Sam las aborrece tanto? ¿Por qué le gustaría que yo las detestara?

—Eso es lo más extraño.

—Bueno, yo estoy a favor de lo raro.

—Sí, lo sé —me reí burlonamente—. Bueno, tienes razón, una vez que Sam estuvo al tanto de lo que ocurría, todo recuperó casi la normalidad y su vida volvió a ser la de siempre, bueno, quizá no llevó una existencia normal, pero sí mejor —aún y cuando era mi historia, ni siquiera la había vivido de cerca.. Recordaba bien el sentimiento que había sentido Sam—. Sam no podía decírselo a Leah. Se supone que no debemos revelárselo a nadie inadecuado y él se ponía en peligro al permanecer cerca de su amada. Por eso la engañaba, como hice yo contigo. Leah se enfadaba cuando él no le contaba dónde había estado ni adonde iba de noche ni por qué estaba tan fatigado, pero a su manera se entendieron, lo intentaron. Se amaban de verdad.

— ¿Ella lo descubrió? ¿Fue eso lo que ocurrió?

Negué con la cabeza y respire hondo.

— No, ése no fue el problema. Un fin de semana, Emily Young vino de la reserva de los makah para visitar a su prima Leah.

— ¿Emily es prima de Leah? —exclamo Bella impresionada.

— Son primas segundas, aunque cercanas. De pequeñas, parecían hermanas.

—Es... espantoso... ¿Cómo pudo Sam...? —Bella estaba más que contrariada, arrugaba el entrecejo y entendía de la situación que era lo más atroz que se podía hacer a un miembro de la familia, pero claro ella no entendía el lazo que unía a Sam con Emily.

—No le juzgues aún. ¿Te ha hablado alguien de...? ¿Has oído hablar de la imprimación?

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