Los personajes referidos a la saga Crepúsculo que son usados en este blog son propiedad de Stephenie Meyer.

septiembre 17, 2011

Cap. XXXVI

Soy un idiota… mientras más la amaba más idiota era

Una pregunta taladraba mi mente… ¿Por qué demonios Bella se lanzo sola del acantilado?
Esperaba que fuera solo por diversión… por su bien. Ahora que la tenia para mi, no quería perderla.

— ¿Qué puedo hacer? —me sentí algo afligido cuando vi en su mirada lo culpable que sentía.
Lo pensé, mientras cruzaba el umbral de la casa. Necesitaba mantenerla a salvo, pero ella no colaboraba conmigo.

— Podrías quedarte aquí—sugerí mientras la acomodaba en el sofá—. Vamos, que no te muevas de esta casa —explique mejor insistiendo— Te traeré alguna ropa seca.
Busque en mi habitación alguna camisa, de cuando estaba más delgado. Ahora no me quedaba casi ninguna de mis anteriores ropas, encontré un par de camisetas gris, a mi me quedaban pequeña, pero seguramente a ella le quedarían algo grande. Pensé en la idea de verla con una ropa mía, puesta. Disfrute la imagen en mi mente por unos segundos… conseguí un pantalón de jean viejo de Rebecca y salí de la habitación.

— Te estarán grandes, pero no he encontrado nada mejor. Yo... esto... saldré fuera para que te puedas cambiar.

— No te vayas a ninguna parte —me pidió— Estoy demasiado cansada para moverme todavía —gire hacia ella, ya me había detenido apenas me dijo que no me fuera— Quédate conmigo.
Camine hasta ella y me deje caer en el suelo, muy cerca de ella. Recosté la cabeza sobre el cojín que estaba junto a Bella, estaba muy cómodo. Bostece involuntariamente, el sueño perdido me pesaba kilos.

— Ojalá pudiera descansar un minuto —murmure.

Decidí cerrar los ojos… para descansar un poco. Solo eso. Ahorita me levantaría de nuevo para irme a patrullar de nuevo. Pero estaba tan placentero ahí… en el más suave piso con el más delicado cojín.

Sentí que rodaba hacia un lado, y quedaba completamente tirado en el suelo, pero no me importo. Necesitaba dormir y ya no era consiente de mi mismo.

No fui consiente de nada más hasta que una luz y el sonido de una puerta abriéndose me desconcertaron… cuando recordé que Bella estaba junto a mi al dormirme me levante sobresaltado, por haberme quedado dormido en vez de estar pendiente de ella.

Me incorpore de un salto.

— Lo siento —hablo papá con la voz quejosa—. ¿Los hemos despertado? —cuando vi mejor su expresión supe que sucedía. Harry había fallecido.

— ¡Oh, no, Billy! —sollozó Bella.

El se limito a asentir. Su rostro estaba triste, aunque no quería demostrarlo. Me acerque hasta el y tome su mano para reconfortarlo.

Sam venia detrás, ayudo a papá a entrar empujando su silla.

—Cuánto lo siento —murmuro Bella.

Billy asintió.

— Va a ser muy duro para todos.

— ¿Dónde está Charlie? —inquirió ella.

— Tu padre se ha quedado con Sue en el hospital. Hay una gran cantidad... de disposiciones que tomar.

— Será mejor que vuelva allí —musitó Sam; luego, salió de la casa rápidamente.

Papá aparto mi mano de la suya y se fue hacia la cocina. No pude evitar quedármele mirando, estaba muy afligido por lo de Harry. Tendía a comportarse como una tortuga, encerrado dentro de su caparazón.

Me di la vuelta y volví hacia donde estaba sentado antes. Sentí como Bella acariciaba mi hombro.

Respire hondo y tome su mano colocándola junto a mi cara.

— ¿Qué tal estás? ¿Te encuentras bien? —me había quedado dormido y no la había levado al medico ni nada, quizás tenia alguna herida— Probablemente debería haberte llevado a un médico o algo así.

— No te preocupes por mí —su voz áspera me hizo girar a verle.

— No tienes muy buen aspecto —puntualice.

— Supongo que tampoco me encuentro demasiado bien.

— Iré a buscar tu coche para llevarte a casa; deberías estar allí cuando Charlie regrese.

— De acuerdo.

Salí para buscar el coche de Bella, llegue hasta el final de un terreno, cerca de un sendero que daba a los acantilados, arranque la camioneta y conduje hasta casa, el viaje no me llevo muy tiempo. Cuando entre a casa, Bella estaba quieta y tal cual como la deje. Me acerque a ella en silencio, pase un brazo por su cintura para ayudarla a levantar.

La ayude a ubicarse en el asiento del copiloto, subí al puesto contrario y la tome del cintura para acercarla hasta mi. Pase el brazo a su alrededor para sujetarla fuertemente junto a mi, ella dejo caer la cara sobre mi pecho.

— ¿Cómo vas a volver a casa? —pregunto mientras íbamos por la carretera.

— Es que no voy a volver. Todavía no hemos atrapado a la chupasangre, ¿recuerdas?
Bella enmudeció, supuse que no le gustaba la idea.

Al rato me preocupe, no hablo durante todo el viaje. Mientas yo solo iba pensando en ella. En lo frágil que es, y lo cálida que se hallaba junto a mí. En lo agradable de tenerla viva, a salvo, a mi lado, poderla abrazar y hacerla sonreír.

Ahora era yo quien estaba en su vida, y era parte importante de la misma. El la había dejado y no volvería. Ya yo había sembrado esperanzas en el amor que sentía por ella, y cada día ella lo regaba.

No importaba cuanto tiempo me tomara, yo recuperaría el resto de su alma y la haría feliz.
Llegamos frente a su casa, me detuve y apague el motor del auto; gire mi rostro hacia ella y no pude evitar abrazarla, la envolví entre la plenitud de mis brazos, disfrutando cada detalle de ella. Me ceñí tanto a ella que por un segundo temí perderla.

Mientras le tenía en mis brazos recordé sus sentimientos, lo dolida que aun estaba y lo difícil e incomodo que pudiera resultar el abrazo para ella. Pero no podía alejarme de ella, no luego de haberla visto casi ahogarse. Solo la mantuve ahí junto a mí, y así hable para pedirle perdón por eso.

— Perdona. Sé que mis sentimientos y los tuyos no son los mismos, Bella, pero te juro que no importa. Me alegro tanto de que te encuentres bien que tengo ganas de cantar, y eso, desde luego, es algo que a nadie le gustaría escuchar.

Me reí muy cerca de su rostro, en su oído. Acerque mi mejilla más a su frente, desee poder acercarme más a ella, poder besarla. Pero no quería apresurar sus sentimientos… casi como un acto reflejo de mis pensamientos ella se quede tiesa. Como una piedra, inmóvil. Instintivamente la solté, no quería presionarla más, esto debía de ser muy duro para ella. Me gire y abrí la puerta para ir hasta ella y ayudarla a bajar.

Apenas abrí la puerta y el aire del exterior entro, un olor choco contra mi nariz… tan dolorosa, tan familiar y tan asqueroso que sabia que era. Nada podía oler peor que un vampiro. Me quemaba la nariz como si le pusieran lejía y me pasaran una esponja de alambres.
Necesitaba sacar a Bella de ahí inmediatamente. Entre al auto nuevamente en menos de un segundo.

— ¡Arg! —me queje mientras el olor del vampiro que andaba cerca me estrujaba el estomago—. ¡Vaya mierda!

Cerré la puerta otra vez como si eso pudiera alejar el olor, gire las llaves en el contacto mientas las manos me temblaban por el solo hecho de que un vampiro andará cerca. Era inevitable reaccionar ante el instinto.

— ¿Qué ocurre? —pregunto Bella desconcertada mientras yo arrancaba y deducía que hacer.
Pise tan rápido el acelerador que el motor petardeó y se caló.

—Vampiro —solté con asco.

— ¿Cómo lo sabes?

— ¡Porque puedo olerlo! ¡Maldita sea!

Debí haber estado más pendiente cuando llegue, comencé a buscar en el exterior con la mirada para enfocar un punto de ataque.

Recordé que tenía a Bella justo a mi lado, con su vista clavada en mí. No sabía si dejarla aquí e irme a cazar o llevarla lejos primero.

— ¿Entro en fase o la saco de aquí antes? —hable en voz alta.

Gire hacia Bella para encontrarme con su mirara asustada, en definitiva no podía dejarla ahí. Sola. Mire una vez más a mí alrededor, no vi a nadie así que decidí.

— De acuerdo. Primero te saco de aquí —afirme sabiendo que esa era mi prioridad.
Arranque nuevamente el auto, mientras le daba la vuelta miraba en todas direcciones esperando y previniendo un ataque.

— ¡Frena! —grito Bella casi sin aire.

Mantuve la marcha, no pensaba detenerme.

— ¡Frena! —grito otra vez en un tono de voz mucho mas alto.

— ¡¿Qué?! —exclame exasperado.

— No es Victoria. ¡Para, para! —Pidió— Quiero volver.

¿Qué decía? Si no era ella… entonces… pise el freno sin pensarlo demasiado. Bella se zarandeo dentro del auto.

— ¿Qué? —exclame de nuevo perplejo.

— ¡Es el coche de Carlisle! Son los Cullen. Lo sé.

Vi como sus ojos brillaban ante esa idea… casi podía atrapar ese sueño con sus manos de niña ilusa… mientras su corazón destrozada le importaba un comino.

— ¡Eh, cálmate, Jake! Todo va bien. No hay peligro, ¿ves? —Si claro… no hay ningún peligro… maldición… malditos Cullen… necesitaba respirar, Bella estaba muy cerca— Relájate.

—Sí, relájate —agache la cabeza y respire hondo mientras los temblores me sacudían, no podía permitirme convertirme en lobo ahí dentro de ese pequeño auto, con Bella a menos de respiro.
Era ilógico lo que me decía… fuera quien fuera ella no podía ir.

— Hay un vampiro en tu casa —dije entre dientes—. ¿Y tú quieres regresar?

— Por supuesto.

Exclamo como si fuera obvio.

Su convicción solo lograba empeorar mis temblores… no podía estar hablando en serio… después de todo albergaba la estúpida esperanza de volver a andar con esos malditos vampiros.
Podía estar en su casa la chupasangre y ella solo podía pensar en sus amados vampiros.
Trate de respirar, tome aire lenta y profundamente.

— ¿Estás segura de que no es una trampa?

— No es una trampa, es Carlisle. ¡Llévame de vuelta! —pidió con la voz cargada de demasiada emoción.

Sentí como su amor y sus ilusiones chocaban contra mí. No había nada que Bella quisiera más que un vampiro de los Cullen en su casa.

— No —corte tajante. No podía volver, si había un Cullen ahí yo debía irme y avisarle a los demás que debíamos reducir nuestros perímetros, y todo eso… necesitaba mantener mi mente enfocada en eso y olvidar el dolor que me causaba la estúpida emoción de Bella.
—Jake, todo va bien...

— No. Vuelve tú sola, Bella —exclame con la mandíbula apretada.

— No es como...

— He de hablar con Sam ahora mismo. Esto cambia las cosas. No nos pueden capturar en su territorio.

— ¡Jake, esto no es una guerra!

No quise saber nada más… abrí la puerta dejando el auto encendido y salte del coche.

— Adiós, Bella —hable en voz tan baja que no supe si me había odio—. Espero que no mueras, de verdad.






1 comentario:

  1. amigaaa porqee lo corttaas jjajja
    me has dejado asi :O me encantaa si qe zi...
    te kiero amiga publica pronto qe esto se ta poniendo muy bueno jjejje

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